Hace varios años pasé por aquella casa lóbrega, en la que no hay ruidos ni espumas, tampoco magnificencias externas. Sin embargo, una leve señal me avisó la gloria acunada en esa modesta morada, la número 175 de la calle Máximo Gómez, de Bayamo. Era una placa -colocada hace unos lustros en la fachada sin aliñar- con un texto simple y asombroso que reza más o menos: “En esta casa nació, el 6 de mayo de 1780, el general Manuel Cedeño… ayudante de campo de Libertador Simón Bolívar”.
Estas letras sobre el mármol cenizo suelen despertar la indagación de cualquiera en Cuba. Yo mismo me pregunté entonces: ¿Quién fue ese que cabalgó al lado de El Grande de América? ¿Cómo llegó tan alto y tan lejos?
Incluso, el propietario de la vivienda de marras, un hombre que entonces sobrepasaba los 70 años, nombrado Osnel Manuel Labrada Cedeño, presunto descendiente del jefe bolivariano, no parecía demasiado verboso en estos asuntos históricos y familiares.
Aunque… de vez en cuando, se le iluminaba la memoria y lograba transcribir gotas de la vida enigmática de ese hombre, caído en combate el 24 de junio de 1821 en Carabobo, en una de las más significativas batallas del continente.
SE FUE JOVEN
“Yo soy ya como de la quinta generación, quedamos contados descendientes. Mi abuelo, Manuel Cedeño García, a quien no conocí porque murió en 1917, era bisnieto de ese Cedeño que peleó junto a Bolívar”, me explicó Osnel en su casa, donde sobresalen, entre el concreto, unas columnas de madera.
Según él, de niño no tuvo muchas referencias de su ancestro general porque su tío Antonio “era quien más hablaba de esas cosas”. “Él sí lo sabía todo y conservaba viejos recortes de periódicos que hablaban sobre el tema. Trabajaba como barbero y en el local donde pelaba siempre salía a relucir la historia de Bolívar y sus hombres. Vivía orondo por eso. En una época empezó a decir que quería viajar a Venezuela para conocer donde había caído nuestro pariente, pero nunca pudo ir.
“Por su boca y por la de mi madre supe que Manuel Cedeño se fue joven de Bayamo. Tuvo que salir huyendo porque ‘perjudicó’ a una joven de una familia española del barrio de Santa Isabel. Partió rumbo a Haití, luchó allá y luego se unió a las tropas de Bolívar en Venezuela; murió en una pelea grandísima, en Carabobo”.
La versión de este bayamés, “nacido y criado en esta casa”, no se aparta mucho de las explicaciones de los investigadores del pasado, aunque prácticamente ninguno señala las causas que alejaron a Manuel Cedeño de la Ciudad Monumento.
Enrique Orlando Lacalle, en Cuatro siglos de historia de Bayamo, (libro que volvió a imprimirse hace poco) apunta que este hijo de Pedro Antonio de Cedeño (no especifica la madre) y nieto de Gabriel José de Cedeño y Francisca Antonia Infante, abandonó el terruño por “ansias de viaje y aventuras” y que viajar resultaba “su más vehemente deseo”.
Realmente los primeros en señalar la procedencia de Cedeño fueron el poeta José Joaquín Palma ( en 1879) y el cronista Fernando Figueredo (1884), ambos miembros del Ejército Libertador de Cuba.
Otros estudiosos más cercanos en el tiempo como José Maceo Verdecia, Robert Arnaldo Paneque, José Carbonell y Mary Ruiz de Zárate suscriben de una u otra forma que Manuel Cedeño marchó a finales del siglo XVIII o principios del XIX hacia Haití y allí ayudó a la instauración de la República (enero de1804), alistado en las tropas de Dessalines. Luego quedó colaborando con Petión y tiempo más tarde viajó hasta la isla de Trinidad, donde se unió a Mariño, Sucre y otros patriotas que integrarían el glorioso ejército de Bolívar.
Ya en la década de 1810 a 1820 Cedeño anduvo sobre un córcel “codo a codo” con Bolívar. Y es protagonista de varias hazañas guerreras que lo llevan al generalato. Libró, entre selvas y llanos, “cien combates desde Araguá a Boyacá” y llegó a ser gobernador y comandante de la Guayana. |
El Libertador, en medio de aquella compleja contienda por la Gran Colombia, hasta le asignó la misión de apresar al temido caudillo Piar.
En su parte de guerra de la batalla de Carabobo, firmado el 25 de junio de 1821, Bolívar afirma que este combatiente murió del “modo heroico que merecía terminar la noble carrera del bravo de los bravos de Colombia. La República ha perdido en el general Cedeño un grande apoyo en paz o en guerra; ninguno más valiente que él, ninguno más obediente al Gobierno. Yo recomiendo las cenizas de este General al Congreso Soberano para que se le tributen los honores de un triunfo solemne”.
¿VENEZOLANO?
Millones creen que este prócer de la independencia americana, cuyo cuerpo reposa en el Panteón Nacional de Venezuela desde el 16 de diciembre de 1942, vio la luz en aquellas tierras. Una publicación digital especializada en temas históricos afirma que “fueron sus padres Manuel Antonio Cedeño y Juana Hernández. Se desconocen la fecha y lugar exactos de su nacimiento”.
Renglón seguido agrega: “Los datos más fidedignos al respecto, señalan que nació en Cardonal, Mata de Herrera, junto al río Los Aceites, jurisdicción de Chaguaramas, al oriente del estado Guárico, en un hato que perteneció al gran latifundista del siglo XVIII, Juan Manuel de Herrera”.
En tanto, otra página dedicada a los 19 generales más conocidos de Bolívar destaca que “nació en Apure en 1784” y habla de sus triunfos desde los días de lucha contra el “terrible Boves”.
Estas afirmaciones sobre su cuna, como bien apunta el historiador de Bayamo y director de la Casa de la Nacionalidad Cubana, Ludín Fonseca, “son difíciles de discutir” porque “la partida de nacimiento de Cedeño aún no se ha encontrado” en la ciudad. (Vale recordar que el incendio de enero de 1869 destruyó muchos documentos valiosos del pasado).
“Además, son enigmas sus episodios antes de irse de aquí. ¿Cómo fue su infancia y primera juventud? ¿Huyó por el hipotético incidente con la hija del español o por que estaba envuelto en uno de aquellos movimientos rebeldes que sacudieron a esta región en ese tiempo? No sabemos.
“Nosotros manejamos la tesis de que es bayamés por todas las menciones al respecto, desde alguien tan especial como José Joaquín Palma. Pero sería oportuno poder ojear su papelería existente en los archivos militares venezolanos”.
Un dato importante sobre esta discusión lo brinda la edición del 3 de julio de 1957 del periódico local Hatuey, cuyas páginas plantean que el “gobierno de Venezuela” de ese momento, “cumpliendo un sentimiento patriótico y libertario y de profundo reconocimiento a las grandes figuras de las Américas” donará a Bayamo un busto del general Manuel Cedeño, “hijo de esta ilustre ciudad”.
El órgano de prensa añade que “el monumento será inaugurado el 12 de enero de 1958”, como un homenaje de Venezuela a la fecha del incendio.
Tal busto nunca llegó, pero el 24 de junio de 2001, en ocasión del 180 aniversario de su muerte, se inauguró uno cerca de su casa natal. “Este hubo que retirarlo porque no se fabricó bien y comenzó a deteriorarse”, me explicó Ludín Fonseca.
Él mismo me expuso que el proyecto es “levantar en el propio lugar uno duradero, de bronce”. Pero eso, aún por llegar, no bastaría. Se necesita una mayor difusión de su obra, un estudio consciente de su vida desde los primeros correteos, realzar la añeja morada que sirvió de origen, sumergirse en el mar de sus proezas y en el ejemplo de su lealtad a Bolívar. Se necesita, más que todo, recordarlo cada día como hombre. No como el venezolano o el cubano sino como un general de toda América.
Por Osviel Castro Medel
(El destacado investigador de Bayamo Aldo Daniel Naranjo Tamayo colaboró en la redacción de este trabajo).
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