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lunes, 24 de agosto de 2009

RADIANTE FIDEL

La noche del domingo se iluminó de manera extraordinaria.

La pequeña pantalla se multiplicó por millones, como por millones se multiplicó la imagen de un hombre que al mismo tiempo alegró a un pueblo que sabe de la dimensión del hecho.

Ahí estaba, con la sonrisa de la victoria de la vida sobre la muerte, él que siempre ha sido paladín del derecho a la existencia de los hombres y mujeres de este mundo.

Ya en la mañana habíamos tenido un adelanto con esa foto en la que aparece con el Presidente Correa. Vital, seguro, así se vio en la instantánea, pero las imágenes de la noche fueron notablemente alentadoras.

Rodeado de jóvenes venezolanos que vinieron a compartir con él los momentos inolvidables de su graduación de abogados, se le veía fuerte, con el ritmo habitual en su voz, con la precisión de siempre valorando los problemas de este mundo.

Qué regalo más hermoso para su pueblo que ha estado atento a la evolución de su estado de salud. Sin duda un momento de singular trascendencia para una noche de domingo.

Ya el mundo recibió la señal. Ya se sabe que está en franca recuperación. Los revolucionarios están alegres. El caguairam ha emergido con fuertes raíces.

En este momento nos acompaña el recuerdo de Camilo:

Vas bien Fidel!!!!

EL BENNY

No ha habido una voz tan bella como la suya, que se desliza por la hoja de la caña y dulcemente cristaliza en la poesía más hermosa, para cantar a su tierra, al amor, a la vida.

Tan cubano como la Palma Real, el arroyo de la sierra, la fina arena de la playa y los ocasos mas sorprendentes, su voz llega para desplazarse de manera rauda por la existencia humana, convirtiendo en oro cada nota musical, paseando por el pentagrama la gracia de los que saben cantar.

Le cantó a la mujer como únicamente debe hacerse, con el sentimiento más puro y claro, desgranando sutilezas hermosas, palabras dichas con el mensaje universal de la música, afianzándose como un gladiador, pero con la gloria de no haber perdido batalla alguna.

Cuba toda inclina su dignidad para homenajear a quien tanta felicidad sembró desde los campos guajiros hasta las ciudades, a las que entregó piezas de un calibre extraordinariamente bello, sin olvidar jamás aquel terruño donde proclamó en un grito de vida, que llegaba para quedarse.

Los años han pasado y no ha habido fuerza alguna capaz de desaparecer su figura quijotesca, con bastón cual molino contra el viento, posándose no solo en la memoria, sino en el corazón de un pueblo que aún no desea creer que partió para asentarse en todos nosotros.

Todavía hoy nos guarecemos bajo las alas de su sombrero, como buscando la protección cuando nos llegan señales distorsionadoras de nuestra historia musical, tan rica y variada como rica fue su trayectoria.

Su voz nos hace más cubanos, más fieles al legado que nos señala para que defendamos lo auténtico, tanto como él mismo demostró para dejar esa huella que el agua no ha podido borrar.

Hoy cuando lo recordamos teniéndolo tan presente, queda la satisfacción de que su música sigue fluyendo como fluye el guarapo de la caña.

Él sigue aquí cantando sobre los arrecifes, mirando el azul del mar que es el azul del cielo. Ese azul y ese cielo que tanto amó para que los cubanos de hoy también sigamos amándolo.

Tan cubano como un amanecer entre los platanales, junto a la guardarraya y con los gallos cantándole al rocío, se nos presenta El Benny en estas noventa primaveras que son noventa soles calentando nuestras almas.