Bayamo
no solo se ha distinguido por tener en su seno a grandes patriotas reconocidos
por todos los cubanos, debido al aporte hecho a la emancipación nacional desde
aquel 10 de octubre de 1868.
Ha
habido otras facetas de la vida que han contado con nombres importantes que
también enaltecieron a esta ciudad, que recuerda con cariño su paso por esta
tierra nuestra.
Uno
de ellos, Carlos Blanco, pelotero de los buenos, dejó una estela de admiración
por cuanto diamante pisó, tanto en Cuba como en el extranjero, lo que le
granjeó muchas amistades.
Bayamo
sabía que en él había un extra clase en el deporte de las bolas y los strikes,
por lo que apreció en su justa dimensión toda la grandeza de este pelotero
desde la cabeza a los pies.
En
la década del 40 jugó para los Leones de La Habana, desempeñándose en la
primera base, en esos años viajó a México país en el que fue nómina de Los
Búhos de Nuevo Laredo.
En
el año 1944, jugando para ese equipo azteca, conectó once triples, impulsó 81
carreras, ponchándose solo en once ocasiones en 341 veces al bate, lo que
demuestra su gran calidad en el deporte nacional cubano.
Carlos
había nacido en Bayamo el 25 de abril de 1914 y la pasión de su vida fue la
pelota, en la que llegó a jugar además con los equipos Marianao,
Santa Clara y Almendares.
Según
las estadísticas de entonces, Carlos Blanco concluyó su vida activa e la pelota
en el año de 1954, a los 40 años de edad, pero no se apartó de este deporte de
manera definitiva.
Al
triunfo de la Revolución se incorporó activamente al fomento de este deporte en
Bayamo y en la década del 60 integró cuatro equipos de niños de diferentes
barrios de la ciudad.
Se
le veía feliz en esa labor, distribuyendo guantes, pelotas, uniformes, calzado
para que los pequeños desarrollaran sus aptitudes en el terreno de juego,
siempre pensando en escalar posiciones en este deporte.
Su
casa, en la calle Hermanos Marcano se convirtió en el centro de sus actividades
y disfrutó mucho en ese trabajo de afianzar el amor de los niños por el deporte
que distingue a los cubanos.
Recordar
a Carlos Blanco, cuando en este pequeño homenaje faltan detalles importantes de
su vida, es un honor para los bayameses, quienes jamás olvidarán su acendrada
cubanía y su sonrisa en cada momento.