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miércoles, 19 de diciembre de 2012

EL SENTIDO HUMANISTA DE LA EDUCACION



Centro de Atención al Autismo Vilma Espín de Cienfuegos  

Por  JULIO MARTÍNEZ MOLINA 

Se ha escrito bastante del tema; por ejemplo, que muchas de las personas con autismo son pensadores visuales y almacenan las palabras en su forma escrita. Y existe material fílmico donde suele exagerarse las capacidades de estas.


El tratamiento de este trastorno —todo un reto para los especialistas—, demanda entrega, dedicación, paciencia, amor y fe absoluta en la labor.

Es justo cuanto han encontrado niños, adolescentes y jóvenes cienfuegueros aquejados, en el Centro de Atención al Autismo Vilma Espín, verdadero orgullo de la educación en el territorio.

Su directora, la máster en educación especial Tania González Fonseca, dice que la misión consiste en garantizarles la atención que los prepare para la vida útil e independiente, a partir del aprendizaje y la potenciación de las líneas de desarrollo de la especialidad.

En el plantel —prosigue— se implementó un sistema de preparación a partir de un diagnóstico individualizado a través de las diferentes vías del trabajo metodológico y de un modelo educativo para el tratamiento psicopedagógico de los autistas, de conjunto con estrategias lectivas encaminadas a facilitar su desarrollo social y la orientación a la familia con el mismo objetivo.

La psicopedagoga Ileana Álvarez Araújo es la psicoterapeuta del Centro, donde además laboran una psicóloga, una logopeda, cinco maestras y cuatro auxiliares pedagógicas para brindar posibilidades de aprendizaje a 18 pupilos, de los 23 autistas de la provincia, según informa Idolidia Veitía Cantero, metodóloga de Autismo.

"Todo el trabajo aquí es terapéutico, los procesos lectivos forman parte de un enfile psicopedagógico para crear en el niño reflejos de conducta social, de imitación, de adaptación. Son pequeños regidos por rutinas, responden a los mismos estímulos; por tanto en la escuela no hay imprevistos, cambios de horarios y nos regimos por convenciones ajustadas a sus necesidades", dice Álvarez.

"Aprenden a trabajar por imitación, pues no manifiestan la conducta imitativa incluso en las acciones más simples como sería vestirse, llevarse la cuchara a la boca. Por tanto, nuestro método pasa por la observación constante y por el descubrimiento de sus potencialidades", expresa la especialista.

PARA CADA NIÑO ATENCIÓN PERSONALIZADA


Cada uno presenta sus peculiaridades. A Carlos Manuel González Rivero, de seis años, le gusta mucho que lo mimen, lo abracen, lo besen, aunque evita el contacto físico en las acciones; le atraen los objetos electrónicos con respuesta: un celular que se encienda, el flash de una cámara, el arranque de la computadora...

Carlitos aprendió a controlar su esfínter y ya no se orina sin antes avisar; intentan ahora que domine su tendencia a caminar con los pies erguidos como un bailarín.

Laura María Rovira, de ocho, ha adquirido habilidades creadas para el trabajo en el ordenador. Con un apoyo visual, ella decodifica qué y cómo ejecutar la acción. Presenta una ecolalia funcional (repite lo escuchado).

Al adolescente José Alí Martínez Ribalta le gusta la música, ya sabe reconocer todos los cantantes que escucha. Con él fueron utilizados recursos nemotécnicos para identificar los colores; él los conocía, pero con nombres o apelaciones propios y suele asociarlos mucho a alimentos: la natilla es el blanco, y así.

Eduardo Enríquez Carballosa, de 13 años, tiene predilección por los grandes felinos (conoce sus características y hábitos) y a esos tomamos como elemento potencializador, afirma Álvarez.

Esos niños transitaron por otras escuelas especiales, donde se hizo un buen trabajo, aquí avanzan por el método uno por uno, muy efectivo, sostiene Veitía, la metodóloga de Autismo.

Observan comportamientos muy específicos como el movimiento de las manos u otras áreas del cuerpo. Esa actividad manual entorpece las acciones curriculares, puesto que no las usan funcionalmente, por ello la labor uno por uno resulta fundamental.

Debido a dicha atención diferenciada muestran mejoría en socialización, habilidades comunicativas, reconocimiento del espacio geográfico y los horarios de la instalación (clases, merienda, almuerzo, merienda), sostiene Álvarez. Incluso los de un desarrollo bajo, al tocar el timbre e ir al comedor se dirigen a su mesa y su silla, añade.

En poco más de un año de funcionamiento de la escuela los resultados son palpables, prueba del carácter humano del sistema nacional de educación, que no solo hace un seguimiento muy certero a los niños, sino también a su familia, pondera la logopeda Liliana Díaz Ortega.

Los tres Síndromes de Asperger, cuatro de Rett, tres autistas clásicos y ocho con trastorno generalizado del desarrollo manifiestan progresos gracias a la aplicación de esta costosa enseñanza que el Estado cubano ofrece gratuitamente.


El Centro Vilma Espín brinda, además, atención a jóvenes que reciben en el plantel o en sus propias casas preparación para la vida, uno de los cuales está insertado a un taller de cerámica.