Foto:
David Rodríguez
Por:
David Rodríguez
En la tercera edición del Concurso Latinoamericano y Caribeño de Novela ALBA Narrativa 2012 los títulos Goo y el amor, de la chilena Claudia Apablaza, y La concordia, del cubano Evelio Traba, resultaron ganadores del Premio y el Accésit.
Especialista del Museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, Evelio Traba dedica este éxito a su familia, que siempre creyó en él, a sus amigos y a Luís Orlando Lacalle, primer historiador de la Ciudad Monumento Nacional.
En esta edición del Concurso participaron noventa y nueve escritores de 14 países del continente, una acción que auspicia el Fondo Cultural de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA)
Conversar con Traba es tener la posibilidad de adentrarnos en sus pensamientos ahora que su novela laureada La Concordia novela que se conextualiza en el Bayamo de 1870-1940 , la cual será publicada en América Latina.
"El premio causó en mi un impacto extraordinario porque no lo esperaba. Por lo general todos los escritores cuando reciben un premio dicen que no lo esperaban", expresó Traba.
Y agregó;¨¨ Yo envié la novela en formato electrónico y me olvidé porque fue prácticamente una especie de juego porque muchos premios a veces están viciados¨¨.
"Estoy contento por dos cosas, en primera, por la obra, pues llega un momento en que la obra se desprende del autor, ya se separó de mi como un islote que se separa de una gran isla.
"La otra gran alegría que me embarga es que se trata de una novela sobre la ciudad. Es la primera novela de corte histórico que abarca periodos tan difíciles como las dos guerras, el incendio, la intervención norteamericana en una ciudad de tanta fabulación, de tanta poesía, de tanta magia como Bayamo.
"Decepcionado como yo estaba de las tendencias capitalinas, egocentristas de la literatura contemporánea de que todas las historias ocurren en grandes ciudades me di cuenta que era imprescindible que no podía postergar mas el proyecto hijo casi de la demencia y el tesón, de escribir una novela sobre una ciudad que tiene tanta historia que contar.
"Historia que no es maniquea, que no es una historia fosilizada en libros de escuela, sino que es una historia emocional, que contiene dolor y grandes alegría y yo creí necesario que ese drama humano había que contarlo, que había que contarlo a partir de las pautas que la historia oficial no muestra.
"Eso me llevó todo un trabajo en la red de archivos, de biblioteca, la Casa de la Nacionalidad Cubana, pero pude desenterrar una historia que tenia que ver con mi familia y mi ciudad pero por encima con mis preceptos del mundo, con mi manera de ver las cosas, con mi cosmovisión. Una novela que está atravesada por el sentido de la poesía desde el inicio hasta el fin, por el ritmo de la vibración poética porque la poesía es algo mas que lo que se escribe, la poesía esta en la cualidad, en la semilla de la forma, en la latencia secreta que esta detrás de los acontecimientos, tratando de devolver vida a la vida que fue.
"Le dedico esta obra a mi familia en primer lugar, a mis padres, a mi abuela porque creyeron en mí desde la primera linea. Ellos estuvieron todo el tiempo hechizados como yo. Debo reconocer que escribí esas 700 páginas a mano en un proceso bastante similar a la demencia. Pero creo que la pasión es la fuerza propulsora de todas las cosas que pretenden quedar en la memoria de los demás. También a mis amigos que creyeron en mi novela aun sin saber de literatura muchos de ellos, pero la emoción de la novela que es por lo que he apostado siempre porque rescata la emocionalidad del hombre-
"La novela también esta dedicada a Enrique Orlando Lacalle, primer historiador de Bayamo porque me parecería injusto no hacerlo ante quien tanto hizo por esta ciudad y que tanto tiempo estuvo en el olvido. Enrique escudriño miles de documentos que hoy se preservan para beneficio de todos. Es la persona fuera de mi familia y de mis amigos que mas lo merece. José Martí dijo:¨¨ Truécase en polvo el cráneo pensador, pero jamás las ideas que en él se elaboraron¨¨. Rindo honor a la labor a la labor titánica de Enrique Orlando Lacalle, aunque no lo conocí, era un niño cuando murió, pero eso es lo que queda de las personas lo que han sido capaces de hacer por los otros, incluso mutilándose a sí mismos.