El Himno Nacional se escuchó esta mañana en la Plaza de la Revolución de Bayamo. Todos, de pie, cantamos la más hermosa canción de los cubanos, ante la Estatua del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes y el busto de Perucho Figueredo autor de ese símbolo de la Nación Cubana.
Mucho sol nos acompañó en la apertura de la Fiesta de la Cubana en ese sitio histórico, en el que las flores vistieron sus mejores destellos y césped recién cortado, inundaba con su aroma los rincones del Centro Histórico Urbano de Bayamo.
El desfile, iniciado en la calle Martí, hasta Canducha Figueredo y de ahí al Paseo General García, estuvo presidido por la Banda Municipal de Bayamo, que en este 2009 ha llegado a sus 141 años de existencia.
Los niños presentes en el lugar de apertura, dieron un toque mágico al acto, que sin fanfarria y mucho de patriotismo, se desarrolló frente al Antiguo Ayuntamiento, donde se firmó la Ley de Abolición de la Esclavitud en Cuba, uno de los objetivos del Alzamiento de La Demajagua el 10 de Octubre de 1868.
La música, el baile, el canto y la alegría dieron a esta jornada otra faceta que el público presente agradeció con aplausos reciprocando el cariño de los artistas en sus actuaciones.
Así comenzó la Fiesta de la Cubana en Bayamo, a pocos metros de las Casas Natales de Carlos Manuel de Céspedes, Francisco Vicente Aguilera, Francisco Maceo Osorio, Perucho Figueredo y Manuel Muñoz Cedeño, orquestador de nuestro Himno Nacional.
Cuánta emoción estar allí, en la Plaza de la Revolución Bayamesa, con la satisfacción de que cumplía un deber y una obligación moral con los próceres de mi pueblo, que lo entregaron todo para alcanzar la independencia nacional.
Qué emoción para cualquier ciudadano de la Isla estar aquí donde la Patria alcanzó las más altas cotas de heroísmo, y donde comenzamos a llamarnos cubanos, ese nombre que estremece y alienta, ese nombre que jamás dejaremos perder.
Los árboles en fila de la Plaza de la Revolución escoltaban en este día de esplendor a las Banderas Cubanas y de Carlos Manuel de Céspedes, que desde lo alto de sus astas, oteaban el horizonte luminoso de la Patria.
Editado desde la ciudad de Bayamo, Cuba, por el periodista David Rodríguez Rodríguez.
Posicionamiento
Web
<a href="https://twitter.com/share" class="twitter-share-button" data-url="www.fidel-elcedro.blogspot.com" data-count="vertical" data-via="WILBERDAVID"
Seguidores
sábado, 17 de octubre de 2009
20 DE OCTUBRE: DIA DE LA CULTURA CUBANA
Un pueblo sin historia no puede existir.
Un pueblo que deje de alimentarse de los hechos que lo han hecho crecer, se convierte en hereje.
El nuestro, el cubano, no olvida sus orígenes, de ellos absorbe lo más auténtico y los plasma de manera cotidiana en su andar por la historia.
Nuestra historia tiene un inicio extraordinario. El 10 de Octubre de 1868, en La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes comenzó la azarosa lucha por la independencia nacional y en ese empeño, llamó a todos, blancos y los negros que hasta momento fueron esclavos, a sumarse al acto supremo.
Céspedes era un hombre culto. Su formación en academias de la época, propiciada por la solvencia económica, los viajes realizados por diferentes áreas del mundo, le dieron capacidad de discernir, de formación, aprendió lo justo y conoció lo injusto, llevándolo a asumir el rol más importante de una nación esclava: la de fundador del movimiento por la libertad.
Tras el revés de Yara, Céspedes comenzó a preparar el ataque a Bayamo, importante enclave del dominio colonial español, Fueron tres días de combates fieros. Los contendientes pusieron en juego todas las estratagemas posibles para alcanzar la victoria.
Aquel incipiente ejército de blancos y de negros no cejó en el empeño y sacó fuerzas de la convicción de que el triunfo era posible y lo alcanzaron el 20 de Octubre.
Así, de manera violenta, aquellos hombres y mujeres
protagonizaban el parto del que nacía un mundo nuevo para todos los insurgentes.
En medio de la plaza, un hombre extraordinario realizó uno de los más importantes actos de una nación, aún en ciernes, en ese instante supremo, con la emoción del combate y la impronta de la victoria, puso entonces la letra a aquella música que en su estrenó despertó la suspicacia del mando español.
Ese era Perucho Figueredo, uno de los más leales seguidores de Céspedes y quien había integrado aquel primer comité revolucionario, junto a Francisco Vicente Aguilera.
En ese instante glorioso, con el pueblo en la calle, nacía nuestro Himno Nacional, nacía al mismo tiempo nuestra nación, desde entonces heredamos el nombre de cubanos, gloriosa denominación que a 141 años de los hechos, defendemos con la pasión justificada de un pueblo libre y soberano.
El 20 de Octubre es un día de gloria, no para el acomodo fácil para vivir de la historia, sino para el bregar diario alimentándola con el sudor, la convicción y el arraigo que un hecho como el que celebramos, nos inspira para seguir adelante.
Un pueblo que deje de alimentarse de los hechos que lo han hecho crecer, se convierte en hereje.
El nuestro, el cubano, no olvida sus orígenes, de ellos absorbe lo más auténtico y los plasma de manera cotidiana en su andar por la historia.
Nuestra historia tiene un inicio extraordinario. El 10 de Octubre de 1868, en La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes comenzó la azarosa lucha por la independencia nacional y en ese empeño, llamó a todos, blancos y los negros que hasta momento fueron esclavos, a sumarse al acto supremo.
Céspedes era un hombre culto. Su formación en academias de la época, propiciada por la solvencia económica, los viajes realizados por diferentes áreas del mundo, le dieron capacidad de discernir, de formación, aprendió lo justo y conoció lo injusto, llevándolo a asumir el rol más importante de una nación esclava: la de fundador del movimiento por la libertad.
Tras el revés de Yara, Céspedes comenzó a preparar el ataque a Bayamo, importante enclave del dominio colonial español, Fueron tres días de combates fieros. Los contendientes pusieron en juego todas las estratagemas posibles para alcanzar la victoria.
Aquel incipiente ejército de blancos y de negros no cejó en el empeño y sacó fuerzas de la convicción de que el triunfo era posible y lo alcanzaron el 20 de Octubre.
Así, de manera violenta, aquellos hombres y mujeres
protagonizaban el parto del que nacía un mundo nuevo para todos los insurgentes.
En medio de la plaza, un hombre extraordinario realizó uno de los más importantes actos de una nación, aún en ciernes, en ese instante supremo, con la emoción del combate y la impronta de la victoria, puso entonces la letra a aquella música que en su estrenó despertó la suspicacia del mando español.
Ese era Perucho Figueredo, uno de los más leales seguidores de Céspedes y quien había integrado aquel primer comité revolucionario, junto a Francisco Vicente Aguilera.
En ese instante glorioso, con el pueblo en la calle, nacía nuestro Himno Nacional, nacía al mismo tiempo nuestra nación, desde entonces heredamos el nombre de cubanos, gloriosa denominación que a 141 años de los hechos, defendemos con la pasión justificada de un pueblo libre y soberano.
El 20 de Octubre es un día de gloria, no para el acomodo fácil para vivir de la historia, sino para el bregar diario alimentándola con el sudor, la convicción y el arraigo que un hecho como el que celebramos, nos inspira para seguir adelante.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)