Lunes, 21 de Noviembre de 2011 09:01
Por Zeide Balada y Gislania Tamayo/ Foto Rafael Martínez
Para
algunos las manualidades, la artesanía, el papel maché, constituyen
solo una distracción, un pasatiempo; para otros, como Máximo Roberto
Pellicer Delgado, le dan sentido a su vida y familia.
Aficionado desde la niñez a las Artes Plásticas, hace algunos años
se sintió cautivado por la idea de nuclear a artesanos, tejedoras,
dibujantes, que como él, sintieran la necesidad de cultivar alguna
modalidad del arte.
Llegó a Bayamo, al oriente de Cuba, junto a su
esposa, Yuanis Espinosa López, procedente de la Habana, y es aquí donde
logró congregar y organizar al grupo que preside.
Después de cinco
años de llevar adelante la iniciativa y por el resultado de su trabajo,
el Consejo nacional de casas de cultura los reconoció como Colectivo de
la Plástica, merecedor de la categoría nacional, la más alta distinción
conferida a artistas aficionados en el país.
Su morada, en el reparto
Jesús Menéndez, no solo exhibe las diversas piezas elaboradas a partir
de la técnica de papel maché, también se ha convertido en taller, y
principal sede de esta tropa que se nombra 12 de Enero.
Sus
pretensiones están encaminadas a rescatar tradiciones, despertar el
gusto por el arte popular y a que otras personas puedan desarrollar
potencialidades, de ahí que los talleres de tejido, bordado, juguetería,
arreglos florales y trabajos con naturaleza muerta adquieran vital
importancia. "Los talleres funcionan en la comunidad y para la
comunidad, los imparten los mismos artesanos, exponen lo que han
realizado a partir de sus ideas; cada uno se convierte en profesor de su
propio arte," explica Yuanis, coordinadora del colectivo.
Además de
transmitir sus conocimientos, los 26 miembros del "12 de enero" se
sienten incentivados al ver el interés que despiertan las exposiciones
de sus obras en actividades del monumento Plaza de la Patria y otras
entidades.
Algunos pudieran preguntarse cómo obtienen los materiales.
Parte de estos los compran, otros son desechables y ellos los
reutilizan; también del entorno usan las fibras vegetales secas y las
semillas. Con estas últimas, Máximo prueba su más reciente invento. El
rostro se le ilumina al explicar como concibió la idea de crear
insectos.
"Cada cosa que hago nace de mis conocimientos empíricos, siempre estoy curioseando, innovando algo, buscando."
Así,
unos días atrás, al acariciar algunas semillas, vislumbró la
posibilidad de convertirlas en hormigas y arañas. La clave estaba en
abrir pequeños orificios para colocar las paticas, antenas... Al ser
factible, el ejército comenzó a crecer.
"La naturaleza es increíble.
Es descubrir un mundo nuevo," afirma mientras enseña las semillas de
níspero, madre selva, salvadera, uña de gato, flamboyán, marabú y
cabalonga, entre otras muchas, que al pasar por sus manos le darán
vida a la gran diversidad de insectos presentes en nuestra cotidianidad.
Este
plan, un poco ambicioso, no será una tarea sencilla. Después del
despegue inicial necesita incrementar saberes de entomología en busca de
los detalles para las peculiares y llamativas formas que acometerá.
Mientras
tanto Máximo, junto a su compañera Yuanis y sus hijas, no ceja en su
empeño, ni renuncia a la posibilidad de ver convertido al colectivo "12
de Enero" en un gran movimiento de artesanos de la comunidad.