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jueves, 10 de junio de 2010

OTRO CAFÉ CON LUCÍA MUÑOZ

La tarde de este miércoles fue una de esas en las que los seres humanos, de cualquier procedencia social, se unieron como en un abrazo espiritual con la sencilla y justificada razón de reconocer a alguien, quien desde el púlpito de la sabiduría y el ejemplo, ha legado a las actuales y futuras generaciones el arte del buen hacer, en beneficio de todos.

Lucía, en ese espacio que cada mes ocupa su tertulia, en el Café Literario de ese complejo recreativo que es el Guajiro Natural de Bayamo, volvió a llevar su sensibilidad hasta el alma de los presentes y entre sorbo y sorbo de la demandada infusión presentó a esa cátedra viva que es Victor Montero Mendoza, con un pretexto insoslayable: los noventa años del martiano, amante y promotor del jazz.

Un público que ya es habitual en esa tertulia Un café con Lucía, colmó todos los espacios disponibles del sitio, y entre pitazos del tren que circula cotidianamente, también se deslizaron los poemas dedicados a Victor y que Lucía presentó, no solo los de ella, sino fragmentos de otros grandes del género, cubanos y extranjeros, en una lista que encabezó José Martí, un inspirador nato en la vida del maestro bayamés.

Y es que la cultura y con ella la poesía, el agasajo y el abrazo a quien lo merece, alcanza entonces la altura, sin grandiosidad ni lentejuelas, para presentársenos tal como es, limpia, atrayente, torrente de buen gusto, como esa imagen del arroyo tempestuoso que baja de la montaña para seguir viviendo en los ríos.

El café con Lucía de este miércoles en la Ciudad Monumento Nacional, estuvo aderezado por la música y si se rinde homenaje a Victor, entonces la mente y las notas nos llevan a Nueva Orleans, no la destruida ciudad que un huracán quiso borrar del mapa, sino a la aquellos tugurios desde los cuales los negros inauguraban para eternizarlo, ese jazz que no pudo ser arrancado de sus raíces por los fuertes vientos de la naturaleza.

Para lograr esa conjunción entre el ayer y el hoy, el grupo Metales en Concierto le puso a la tarde los mejores sonidos que solo el talento hace emerger desde los que con el instrumento entre las manos, siembran cultura que es decir buen gusto en el auditorio.

Podría decir más, esta es solo una reseña de lo que me contaron, pues no pude estar allí, donde la poesía, las referencias de Victor sobre su vida, el acercamiento que hizo el Maestro hacia su venerado hijo, que un día nos dejó con el alma congelada ante su repentina partida, y de todo aquello que él ha hecho para mejorarnos como personas.

Fue además una tarde de lluvia. Parece que el Café con Lucía está enlazado con las mejores fuerzas de la madre natura para desbordar de amor las calles con el agua benefactora. También nos desborda la pasión, el cariño y el deber que la poetisa se ha impuesto cada mes, para rociarnos con la belleza que solo pueden entregarnos las personas que aman con lealtad a su prójimo