Providencia es hoy mucho más que ayer, no solo comparando a ese pedazo del municipio de Bartolomé Masó con la etapa de antes de mil 959, sino con el propio proceso revolucionario y por muchísimas razones mas.
La tranquilidad ciudadana allí es pródiga, la gente que reside en ese sitio de la montaña granmense, sabe lo que tiene y lo que ha avanzado, por eso defiende las conquistas alcanzadas y se proyecta hacia el futuro con seguridad y esperanza.
En Providencia hay una especie de contrapunteo entre la belleza de la naturaleza y la belleza de su gente, en el que al final el premio queda en un empate hermoso, pues si es atrayente el entorno con sus características topográficas, más atrayente resulta ese ser humano que suma acciones al medio ambiente.
Vista hermosa la que ofrece ese río que entrega no solo la necesaria agua para la vida, sino la posibilidad de irrigar los fértiles campos de cultivo del que se alimentan los pobladores de Providencia, que se empeñan además en el incremento de los mismos para beneficio de la sociedad en general.
Llegar a ese punto de la montaña y encontrarse con su gente en el circulo social, donde se realizan diversas actividades de recreación sana, es oxigenarse, es alimentarse, es, sencillamente, sumar salud.
En Providencia la alegría salta a la vista originada en los niños que caminan hacia las escuelas, en los ancianos que se sienten seguros, atendidos y estimados, en las mujeres que ocupan su puesto en beneficio de todos, y en los hombres que no escatiman esfuerzos para lograr los propósitos en diversas tareas.
Volver a Providencia es encontrar luces que iluminan el camino, volver a ese sitio reconforta el alma y sanea el espíritu, refuerza las convicciones y aumenta el sentido de pertenencia que nos permite amar mas el terruño, y lo que se ama, se defiende, lo que se ama se apuntala, no solo con las armas, también se defiende elevando la produccion en todos los sentidos.
Allí esta Providencia, en aquel recodo de la carretera que conduce a la Comandancia de La Plata, como un bastión irreductible, donde el sol sale y se pone repartiendo su luz sin pedir nada a cambio.
De jóvenes dispuestos a ocupar el sitio de sus padres y abuelos en una continuidad histórica que sostiene el presente y dibuja el futuro con las manos de todos para el bien de todos.
Autor: David Rodriguez
NOTA:
Providencia es un sitio del antiguo municipio Estrada Palma, hoy ese territorio lleva el nombre del notable patriota cubano Bartolomé Masó Márquez, en plena Sierra Maestra, en la provincia de Granma
Editado desde la ciudad de Bayamo, Cuba, por el periodista David Rodríguez Rodríguez.
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miércoles, 11 de junio de 2008
BOLA DE NIEVE
Uno de los cantantes cubanos de más renombre internacional, a lo largo de su exitosa carrera artística es Ignacio Villa, Bola de Nieve.
Su peculiar manera de cantar, casi susurrando las palabras, quedó grabada en la memoria de los que pudimos apreciar su arte.
Bola de Nieve recorrió el mundo entero, llevando en su voz la cultura cubana, en sus cantos los lamentos, la alegría, la añoranza y la esperanza de los nacidos en esta Isla, donde la música brota como el agua de los manantiales.
No quedó parte alguna de Cuba que no recibiera la presencia de aquel negro fabuloso, quien hizo del piano su más hermosa herramienta de trabajo, labor que desempeñaba como un elemento recreativo personal, de ahí la autenticidad de su obra.
Su sonrisa no les faltó a los cubanos, sus presentaciones en los más encumbrados teatros del mundo, no le limitaron sus conciertos en los sitios más humildes de Cuba.
Aquí en Bayamo se presentó en más de una ocasión en la Biblioteca Pública MIL 868, colmando las expectativas de los asistentes, interpretando magistralmente piezas como La Flor de la Canela y Vete de Mí, una de las canciones cantadas con un desgarramiento tal, que impactó a los espectadores.
Bola de Nieve es tan cubano como las palmas reales, tan cubano como el ron, tan cubano como la Enseña Nacional, tan cubano como el Pico Turquino.
Su peculiar manera de cantar, casi susurrando las palabras, quedó grabada en la memoria de los que pudimos apreciar su arte.
Bola de Nieve recorrió el mundo entero, llevando en su voz la cultura cubana, en sus cantos los lamentos, la alegría, la añoranza y la esperanza de los nacidos en esta Isla, donde la música brota como el agua de los manantiales.
No quedó parte alguna de Cuba que no recibiera la presencia de aquel negro fabuloso, quien hizo del piano su más hermosa herramienta de trabajo, labor que desempeñaba como un elemento recreativo personal, de ahí la autenticidad de su obra.
Su sonrisa no les faltó a los cubanos, sus presentaciones en los más encumbrados teatros del mundo, no le limitaron sus conciertos en los sitios más humildes de Cuba.
Aquí en Bayamo se presentó en más de una ocasión en la Biblioteca Pública MIL 868, colmando las expectativas de los asistentes, interpretando magistralmente piezas como La Flor de la Canela y Vete de Mí, una de las canciones cantadas con un desgarramiento tal, que impactó a los espectadores.
Bola de Nieve es tan cubano como las palmas reales, tan cubano como el ron, tan cubano como la Enseña Nacional, tan cubano como el Pico Turquino.
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