El doce de septiembre de 1998, la ciudad de Miami fue testigo de cinco arrestos contra igual número de personas que se dedicaban a monitorear las actividades de grupos extremistas asentados en esa ciudad y con largo historial de acciones terroristas contra Cuba.
Desde el inicio del Triunfo de la Revolución, elementos vinculados al régimen dictatorial de Fulgencio Batista, comenzaron a organizarse para realizar actos de sabotaje contra la economía de la Isla, en algunas de esas acciones hombres y mujeres de la Isla, fueron victimas mortales de tan deleznable hechos.
En su afán de entorpecer los programa que la Revolución ya instauraba, el Gobierno de los Estados Unidos, a través de la Agencia Central de Inteligencia, organizó y financió la existencia de esas redes de contrarrevolucionarios que tanto daño hicieron a la sociedad cubana.
Los actos terroristas, organizados desde la ciudad de Miami, no se detuvieron ante escuelas, fincas, centros de trabajo, instituciones del Estado, ante nada, se detuvieron esas acciones, efectuadas por elementos contrarrevolucionarios que provenientes de La Florida, ocasionaron casi tres mil muertos y una cifra considerable de personas dañadas en su cuerpo.
Tal era la envergadura de esos actos, que e Gobierno Cubano, ya agotadas las vías diplomáticas denunciado a esos elementos ante las administraciones norteamericanas, y teniendo en cuenta la falta de acciones para neutralizarlas, decidió infiltrar a los grupos terroristas de Miami.
Esos cinco jóvenes detenidos el 12 de septiembre de 1998, no realizaron actos de espionaje contra el Gobierno de Estados Unidos, no era esa su misión en suelo norteño, sino que efectuaron labores de escrutinio dentro de esas organizaciones, para neutralizar los planes terroristas contra Cuba.
En una posición de transparencia Cuba no solo denunció la organización de actos de sabotaje y de asesinato contra los lideres de la Revolución, sino que ofreció al Buró Federal de Investigaciones, (FBI), las pruebas, nombres, apellidos, direcciones y números telefónicos de esos elementos contrarrevolucionarios asentados en Miami.
Cuál fue la respuesta del Gobierno de Estados Unidos? Apresar a los terroristas? No, los arrestados fueron los jóvenes cubanos que monitoreaban a esas organizaciones terroristas del sur de La Florida, para prevenir los actos violentos de esos individuos.
Luego vino el juicio, amañado sin pruebas ni argumentos, pero pudo mas la histeria anticubana, pudo mas el sentimiento de venganza que el equilibrio de la justicia, y esos jóvenes fueron condenados con sanciones desmesuradas cuando no se les comprobó en momento alguno la labor de espionaje contra el Gobierno de Estados Unidos.
Han sufrido vejámenes, violaciones de sus derechos humanos, los han encerrado en el llamado ¨¨hueco¨¨ por 17 meses, sin haber cometido indisciplina alguna, y luego de sancionados, diseminados en cinco diferentes penitenciarías de máxima seguridad.
Uno de los hechos mas abominables es la no autorización de las esposas de dos de ellos para visitarlos desde hace casi diez años, muestra de la ferocidad y el afán de venganza de sus carceleros.
Hoy cuando nos acercamos al décimo aniversario de su injusto encierro, crece en el mundo la solidaridad con los cinco jóvenes cubanos, como muestra del cariño y la admiración que ha despertado su hidalguía, por no ceder ante las presiones y los chantajes del Gobierno de Estados Unidos.
Los cinco jóvenes cubanos, René, Fernando, Ramón, Gerardo y Antonio, no han asesinado a persona alguna, ellos no hicieron daño a las instituciones norteamericanas, ellos no espiaron al Gobierno de ese país. Solo por ser cubanos dignos, están guardando prisión injusta en Estados Unidos.
Mientras, en Miami, cuna del terrorismo contra Cuba, andan por sus calles, asesinos confesos, asesinos con un historial largo de agresiones contra el pueblo de la Isla, pero contra esos elementos violentos, no actúa la Casa Blanca, mas bien los protege, los ayuda, los alimenta, los cobija.
Aquí se pone de manifiesto la hipocresía de la política norteamericana, pues el presidente de Estados Unidos expresó que aquel que apoyare, financiare, alojare y alimentare a un terrorista, es tan terrorista como este.
Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila son los responsables de la voladura en pleno vuelo de un avión cubano en 6 de octubre de 1976, que costó la vida a 73 personas y otros elementos con historial de crímenes contra el pueblo cubano, andan libres por las calles de Miami.
A buen entendedor, con pocas palabras bastan.