El opositor cubano Carlos Martín Gómez y
seis familiares con los que llegó en marzo iniciaron una acampada frente
al Ministerio de Asuntos Exteriores, en Madrid, para denunciar la
expulsión del centro de acogida en el que vivían.
Este expreso fue desalojado de un centro de acogida junto a su familia tras ser acusados de supuestas agresiones físicas y amenazas al personal que trabaja para una organización humanitaria.
Como
protesta desplegaron ante la sede de la cancillería varias banderas de
Cuba y carteles en los que hacen “responsable” de su situación al
Gobierno de España y otro que en el que aseguran: “No vinimos en
patera”, en alusión a los miles de inmigrantes que en precarias
embarcaciones anualmente intentan emigrar desde África a la península
ibérica.
Martín Gómez niega que estuviese bebido o
que amenazase con un cuchillo a alguien, porque según él eso es propio
de “esa pila de negros de Sierra Leona y el Congo y de los marroquís,
que solo buscan bronca en esos pisos”, tan seguro está de su inocencia
que aseguró que se corta “las dos manos si soy culpable”.
Afirmó que su expulsión se debió a la
denuncia pública de las “condiciones infrahumanas y de hacinamiento” en
las que estaban viviendo en el centro de acogida de la Comisión Española
de Ayuda al Refugiado (Cear).
El opositor aseguró que nunca hubo ni
agresiones físicas entre ellos, ni amenazas al personal de la
institución, tal y como informó en su momento Cear para justificar su
expulsión junto su familia.
Fuentes de Cear, consultadas por este
periódico, mantienen que los cubanos cometieron faltas consideradas como
graves por las que fueron expulsados del centro que tiene esta
organización en la ciudad de Málaga.
El capitalismo no es como se lo contaron
Martín Gómez señaló que un asesor del
Cardenal Jaime Ortega le dio como única opción para su liberación la
salida hacia España, aunque Laura Pollán, portavoz de las Damas de Blanco
y esposa de uno de los 12 liberados que se quedaron en la isla, aseguró
que “nadie ha obligado a ningún preso a que abandone el país”.
El acuerdo de la liberación de 127 presos
y su salida hacia España acompañados de 650 familiares, fue fruto de
unas negociaciones tripartitas entre el Arzobispado de La Habana, el
canciller español Miguel Ángel Moratinos y el gobierno cubano.
Su cuñado, Ramón, resguardado del fuerte
sol bajo uno de los portales, me dice que ya se lo advirtió su padre
antes de venir cuando le dijo que “el capitalismo no vale, eso solo es
para los capitalistas, por eso se llama así, pero para los pobres como
nosotros no sirve”.
A pesar de las críticas del derechista
Partido Popular y de la administración norteamericana a las liberaciones
de los presos cubanos, Carlos Martín aseguró que no reciben ninguna
ayuda de esta organización política ni de la embajada estadounidense.
Los días de acampada callejeras los
superan gracias a la ayuda de cubanos que emigraron por cuestiones
económicas y trabajan ahora en establecimientos hosteleros de la zona,
con amargura reconoce que la colonia anticastrista les ha dado la
espalda ahora que han perdido su impacto mediático.
El excarcelado denunció la actitud de
aquellos “hermanos cubanos” que están en España, “bien posicionados y
recibiendo subvenciones del Gobierno español y se han robado toda la
ayuda que también era para el resto”.
Los planes que se hicieron antes de venir
chocaron con la realidad de un país con más del 20 por ciento de la
población sin empleo, que no entiende por qué en tiempos de recortes
sociales hay que mantenerles y pagarles una manutención.
“Yo no sabía cómo era la situación aquí,
porque cuando uno ve todo lo negativo que saca la televisión cubana
piensa que es mentira y además en Artemisa, provincia de la que es
originario, como en la mayoría de Cuba no se escucha la señal de Radio Marti eso es una cosa pa los habaneros”, señala.
Respecto a la política estadounidense
hacia Cuba, afirmó que “no hay bloqueo sino embargo”, pero consideró que
el presidente Obama y la CIA tienen que eliminarlo porque “no consiguió
en cincuenta años derribar a la Revolución y solo sirve para que sufran
los cubanos más débiles”.
Mientras continúan su protesta frente a
la cancillería española, Carlos Martín Gómez considera que la solución
al problema pasa por el envío del opositor y su familia a Estados Unidos
o el retorno para el país de donde salieron. (Tomado de La Republica.es)