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viernes, 17 de julio de 2009

CUIDADOS INTENSIVOS: SERVICIO DE EXCELENCIA


Autor: Raynor Rivera Licea, periodista del semanario La Demajagua, de la provincia de Granma, Cuba.


En abril menguaron las lluvias, también mi salud. A principios de ese mes acudí aquejado por un fuerte dolor abdominal al Cuerpo del Guardia del policlínico Bayamo Oeste, luego a su homólogo en el hospital provincial Carlos Manuel de Céspedes, ambos en la Ciudad Monumento Nacional.

En este último un equipo de especialistas en Medicina Interna (clínicos) y Cirugía, en quienes confluyen humanismo y sapiencia, con prontitud me diagnosticó una pancreatitis aguda.

A partir de entonces conocí, más allá de la teoría, de las bondades de la Salud Pública Cubana como sistema, a mi juicio, la mejor del planeta.

Experimenté de primera mano la precisión y alto nivel técnico de la Tomografía Axial Computarizada (TAC), equipos de ultrasonido y laboratorio clínico.

También supe de la esmerada atención en la Unidad de Cuidados Intensivos de dicha institución asistencial donde permanecí hospitalizado por varios días.

Allí, a las preocupaciones extremas por parte de una enfermera que atiende solo a dos pacientes, se unen una serie de costosos medicamentos y exámenes clínicos diarios, alimentación, cambio de ropa de cama, climatización... lo que suma un costo promedio de alrededor de 260 pesos (MN) diarios per cápita y cuyos precios fuera de Cuba son astronómicos. Sin embargo, nunca nadie me preguntó o a mi familia con qué íbamos a pagar.

Tampoco inquirieron a la joven embarazada residente en La Piedra de Yao, localidad del montañoso municipio de Buey Arriba, intervenida quirúrgicamente por una apendicitis; o al anciano con más de dos meses acoplado al equipo de ventilación artificial... Ninguno de los tres jamás sacamos cuentas... pero todos accedimos a los valiosos servicios.

Resulta admirable también el desempeño del personal médico y paramédico dirigido por el doctor Reynaldo Reyes Tornés, Chachi, como lo nombran cariñosamente. Ellos se imponen a las carencias de recursos que han provocado los golpes bajos del bloqueo de Estados Unidos por casi medio siglo contra Cuba, trabajan muchas veces "a pulmón" sin dejar de entregar lo mejor de sí con el máximo de profesionalidad.

Asimismo son incontables las muestras de cercanía, afecto y compresión. Mencionar nombres y olvidar algunos sería imperdonable.

Vale destacar el accionar de los asistentes, en su mayoría muy jóvenes, que con disposición y presteza se mantienen atentos para satisfacer las necesidades de los encamados.

La mayoría no entiende lo estricto del reglamento de dicha sala que establece solo un visitante al día por espacio de cinco horas. La medida les ocasiona no pocas incomprensiones por parte de quienes allí acuden. Sin embargo, el objetivo está bien justificado: propiciar a los pacientes descanso y sosiego, algo que sin lugar a dudas en tales circunstancias se agradece.

En torno a la citada sala, predominan los criterios positivos de quienes como Martha Quesada, Esperanza Martínez e Ibrahín Sánchez han recibido -ellos o sus familiares- servicios aquí. Sus criterios corroboran mis afirmaciones y sentencian que "la terapia intensiva del ‘Céspedes' no decae ni se destiñe".