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viernes, 5 de octubre de 2018

150 AÑOS DE LA TOMA DE BAYAMO

Luego del alzamiento en La Demajagua y el revés de Yara, Carlos Manuel de Céspedes y sus bisoños soldados no se retiraron de la lucha, aquella derrota incentivó aún mas, los deseos libertarios.
El objetivo sería, desde ese momento, la toma de la ciudad de Bayamo, un propósito difícil de lograr, dada la fortaleza militar asentada en la segunda villa, por lo que se tomaron las medidas para revertir lo del 11 de octubre.
Muy cerca de la ciudad los insurrectos se organizaban trazando la estrategia que les diera la victoria en ese afán de extirpar la presencia colonizadora española en la isla.
Todos los empeños se pusieron en función de la toma de la ciudad, tanto los que se encontraban esperando la orden del ataque, como aquellos bayameses que desde dentro de la villa, ayudaría a los mambises.
Carlos Manuel de Céspedes, el hombre grande de La Demajagua, sabía de la envergadura de la acción y siendo inexperto en las acciones bélicas, se auxilió de hombres curtidos en el mundo de la guerra.
Quizás, en aquellos días del 18 al 20 de octubre de 1868, se produjo un acontecimiento que nos acompaña hasta estos días, el internacionalismo protagonizado por la presencia de ilustres dominicanos.
De ellos hay que hablar de Máximo Gómez, quien por su entrega a la causa cubana le valió el más alto grado del Ejército Libertador, también de los Hermanos Marcano y Modesto Díaz.
Todos escribieron una de las más hermosas páginas de la historia de Cuba, pues pusieron sus conocimientos al servicio del pueblo de la isla, que valora en toda su dimensión el altruismo de los dominicanos.
Y llegó el día del comienzo de los combates, era un enfrentamiento de un pueblo contra la presencia colonial ibérica en nuestro suelo y el que se puso de manifiesto la decisión, irrevocable, de alcanzar la victoria.
No fue nada fácil vencer a los ibéricos quienes lucharon defendiendo su bandera creyendo defender una causa justa, mientras a los mambises le asistían el amor a la patria, a la bandera y la fidelidad a Céspedes.
Fueron tres días de intensa lucha, que a la postre trajeron la victoria de las huestes nacidas al calor del levantamiento de La Demajagua, coronado con la triunfal entrada de blancos y negros a Bayamo.
Lo que vendría luego fue la apoteosis de una población cansada de la opresión española y deseosa ser dueña de sus destinos para felicidad de sus hijos que lucharon por el triunfo.
Aquel 20 de octubre de 1868, nacía desde la plaza bayamesa, el estandarte sonoro que presidiría hasta hoy nuestras luchas por la soberanía.
Perucho Figueredo pondría letra a la música que el jefe de la plaza militar Udaeta de Bayamo, siempre catalogó de bélica y por tanto alejada de los ritos religiosos.