El olor a pólvora lo envolvía todo. Fueron tres días de intenso combate. Por un lado huestes inexpertas en el uso de las armas. Del otro, un ejército bien formado y armado. Pero había una diferencia: los de aquí luchaban por la independencia, los de allá luchaban por impedirla.
Aquellos días fueron definitorios. Los hombres que el diez de octubre de 1868 habían elevado junto a Carlos Manuel de Céspedes sus manos hacia el infinito, apoyando el grito libertario, se propusieron una acción audaz, atrevida para un bisoño ejército, pero profundamente justificada luego del revés de Yara.
Nuestra nacionalidad tuvo un parto no común en otras partes del mundo. La forja del nombre de cubanos, se alcanzó en franco enfrentamiento contra el coloniaje español, se alcanzó en la búsqueda del horizonte que hasta entonces nos estaba vedado por la presencia extranjera.
Cuántos sufrimientos, cuánta tristeza, cuánta desolación causó la barbarie española en Cuba?
Cuántos murieron en medio de las penurias provocadas por ese obstinado empeño de mantener a una Isla bajo la bota imperial?
Hidalguía es la palabra exacta para definir la acción de La Demajagua. Hidalguía es la palabra exacta para definir la acción de La Toma de Bayamo.
Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, se lanzó en una cruzada que quizás algunos catalogaron de locura, pero es que desde entonces los pueblos han tenido que asumir esas ¨¨locuras¨¨ con la más absoluta cordura, en función de alcanzar los objetivos de disfrutar de la libertad.
La decisión para el ataque tiene sus orígenes tras el fracaso en Yara. Luego de ese infausto momento, las fuerzas de la independencia se debilitaron, pero surgió la idea de uno de los dominicanos, ya inmersos en esas acciones libertarias, de emprender la ruta hacia Bayamo.
No se equivocó ese patriota dominicano. El golpe sería desmoralizador en sí mismo, y obtuvieron más: la toma de la ciudad, luego de no pocos enfrentamientos en los que cayeron hombres de ambos lados.
Ya alcanzado el triunfo, los bayameses, además de ser protagonistas de la fundación de la nación cubana, también, en otro gesto de altruismo de altura, exigieron la letra de lo que sería La Marsellesa del Caribe.
Allí en la plaza contigua a la iglesia, se arremolinaron los triunfadores y cuenta la historia que Perucho Figueredo, quien ya había concebido la música, fue desgranando los versos del hermoso canto patrio, conocido hoy como nuestro Himno Nacional.
Aquí nació la Patria. Aquí surgió la Nacionalidad Cubana. Bayamo como Ciudad Madre, abrazó a todos los hijos de la Isla y con su manto de esperanza, diseminó por los cuatro puntos cardinales, las ansias de libertad de un país que contra viento y marea, es Libre, Independiente y Soberano.
El 20 de Octubre marca un antes y un después. El 20 de Octubre es una fecha grande de un pueblo grande, de una patria grande. Ese día, entre las palmeras y las alegrías, nació también la cultura cubana.
El 20 de Octubre de 1868 el mundo asistió al nacimiento de una nación, que desde entonces luchó a brazo partido por alcanzar los nobles objetivos de la libertad, definitivamente alcanzada noventa y un años después.
David Rodríguez
Editado desde la ciudad de Bayamo, Cuba, por el periodista David Rodríguez Rodríguez.
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domingo, 19 de octubre de 2008
LOS 15 DE CÁNDIDO FABRÉ
Cuando la música noblemente envuelve los buenos sentimientos, estamos en presencia de lo auténtico.
Cuando la música se convierte en bálsamo que alivia los dolores, estamos en presencia de lo valedero del arte para el ser humano.
Cuando la música provoca alegría, sosiego, estímulo, entonces ya hay que asumirla como lo que es: herramienta bienhechora para la ascensión de la espiritualidad, es decir, transformadora, para bien, de las personas que la disfrutan.
En su tiempo aquellos grandes como Chopin, Debusyy, Beethoven, Vivaldi, estremecieron las conciencias de sus seguidores por la belleza, la profundidad y el aporte que hicieron a la música conmoviendo al mundo, conmoción que para felicidad de todos sigue recorriendo los más distantes parajes.
De aquellos tiempos a estos ha llovido mucho y hoy son otros, músicos también, los que estremecen, los que nos hacen mejores personas, transitando por el pentagrama esgrimiendo cualquier género de esta manifestación del arte.
Si en Europa la música se abrió paso con los ahora considerados clásicos, América también aporta lo suyo y en esta área Cuba sienta sus reales y proyecta hacia el mundo sus disímiles manifestaciones.
Y si en Cuba tenemos ese semillero de buenos artistas de la música el Oriente de la Isla ha sido pródigo, generando personalidades que han hecho lo suyo, dejando la huella indeleble de su calidad por todos lados.
Es aquí donde tenemos la ocasión de contar con una agrupación musical que este diecinueve de octubre, está celebrando tres lustros de exitoso paso por el difícil mundo de la música, haciendo lo que le corresponde en estos momentos de definiciones desde el campo de la cultura, que en el caso nuestro, conlleva también definiciones políticas.
Cándido Fabré debe andar henchido de gozo, también sus músicos, pues han escrito una historia, quizás breve para algunos, pero intensa en éxitos y reconocimientos que sin duda será enriquecida por el talento que demuestran en sus presentaciones.
Enhorabuena para Cándido, enhorabuena para La Banda, enhorabuena para los cubanos, que tenemos en alta estima su labor, que sabemos además, que la estrella que lo guía es la misma estrella que él defiende, tanto en nuestra Patria como en el extranjero.
Por su cubanía, Fabré camina con los mismos sentimientos del más grande de todos los que en Cuba han dejado su amor en el pentagrama: Benny Moré.
Autor: David Rodríguez
Cuando la música se convierte en bálsamo que alivia los dolores, estamos en presencia de lo valedero del arte para el ser humano.
Cuando la música provoca alegría, sosiego, estímulo, entonces ya hay que asumirla como lo que es: herramienta bienhechora para la ascensión de la espiritualidad, es decir, transformadora, para bien, de las personas que la disfrutan.
En su tiempo aquellos grandes como Chopin, Debusyy, Beethoven, Vivaldi, estremecieron las conciencias de sus seguidores por la belleza, la profundidad y el aporte que hicieron a la música conmoviendo al mundo, conmoción que para felicidad de todos sigue recorriendo los más distantes parajes.
De aquellos tiempos a estos ha llovido mucho y hoy son otros, músicos también, los que estremecen, los que nos hacen mejores personas, transitando por el pentagrama esgrimiendo cualquier género de esta manifestación del arte.
Si en Europa la música se abrió paso con los ahora considerados clásicos, América también aporta lo suyo y en esta área Cuba sienta sus reales y proyecta hacia el mundo sus disímiles manifestaciones.
Y si en Cuba tenemos ese semillero de buenos artistas de la música el Oriente de la Isla ha sido pródigo, generando personalidades que han hecho lo suyo, dejando la huella indeleble de su calidad por todos lados.
Es aquí donde tenemos la ocasión de contar con una agrupación musical que este diecinueve de octubre, está celebrando tres lustros de exitoso paso por el difícil mundo de la música, haciendo lo que le corresponde en estos momentos de definiciones desde el campo de la cultura, que en el caso nuestro, conlleva también definiciones políticas.
Cándido Fabré debe andar henchido de gozo, también sus músicos, pues han escrito una historia, quizás breve para algunos, pero intensa en éxitos y reconocimientos que sin duda será enriquecida por el talento que demuestran en sus presentaciones.
Enhorabuena para Cándido, enhorabuena para La Banda, enhorabuena para los cubanos, que tenemos en alta estima su labor, que sabemos además, que la estrella que lo guía es la misma estrella que él defiende, tanto en nuestra Patria como en el extranjero.
Por su cubanía, Fabré camina con los mismos sentimientos del más grande de todos los que en Cuba han dejado su amor en el pentagrama: Benny Moré.
Autor: David Rodríguez
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