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jueves, 25 de junio de 2009

DE NUEVO EN LA HABANA


Estoy en La Habana.

En enero de 2005 estuve aqui por última vez tras un viaje a Venezuela.

Ahora me trajo el Concurso Nacional de Periodismo 26 de Julio que auspicia la Unión de Periodistas de Cuba, con la sorpresa de haber sido seleccionado para integrar el Jurado en lo concierniente a la radio.

Aprovechando el tiempo libre llamé a algunos amigos, con los que entré en contacto en la propia jornada del martes 23 de junio.

Normita y Antonio me reiteraron el cariño de siempre.

Compartimos conversaciones y hasta algunas cervezas.

Me fui de allí llevándome el aroma del frondoso árbol que cada año regala mangos de una extrema calidad y por supuesto me llevé también la impronta del verbo, cortante y sincero de Adita Santamaría Cuadrado. Ella me enseñó tantas cosas en la vida que ya jamás podré, porque no quiero, desprenderme de su manera de ser, de sus enseñanzas de revolucionaria fiel a los principios de Abel, su hermano.

Allí mismo me buscó Eduardo Ramos, uno de los compositores cubanos mas reconocidos, por lo menos así pienso yo. Uno de sus temas Su Nombre es Pueblo, popularizado por Sara González, es suficiente para eternizar su obra.

En casa de Eduardo su esposa Laura y el hijo de ambos, me hicieron muy felices, en medio de anédcdotas y de historias.

Otro Eduardo, este de apellido Carrasco, me llevó a su casa. Los amigos fieles son así, comparten el techo, el amor, y la alegria. Su señora, Alina, se esmeró en la atención a mi persona. Son ellos hermosos culpables de mi felicidad.

Hay mas.

Miguelito Núñez, pianista y director musical del grupo de Pablo Milanés y su esposa Jenny, me invitaron a su hogar. No pudo realizarse, de momento, ese sueño que me hubiera permitido conocer a sus hijas y a otros integrantes de la familia.

Un viaje a Londres y luego a Lisboa lo hizo marchar al Viejo Continente. Me quedó una satisfacción: iba a encontrarse con Luis Represas, compositor y cantante portugués que algún dia conoceré. Con Miguelito le envié mis saludos.

El viernes está a punto de concluir. La lluvia hizo más hermosa a esta ciudad, denominada capital de todos los cubanos.

En la noche salí a caminar. Bajé por la calle 23 hasta el malecón.

Caminar por la Rampa habanera me recordó mi tiempo de estudiante en la ciudad, cargada de olores, sabores y amores.

Allí, frente al Hotel Nacional el mar abrazaba a los jóvenes, los que al mismo tiempo abrazaban a alguien en medio de ritmos musicales del momento.

Llegué hasta cerca de la Tribuna Antimperialista José Martí.

Vi muy cerca el Monte de las Banderas y detrás, ese edificio que tantos recuerdos trae a la mente de los cubanos por lo que ha significado en el empeño de opacar los sueños de nuestro pueblo.

Volví al Costillar de Rocinante un poco agotado, pero con la alegría de haber saludado a John Lennon en su parque del Vedado. Estaba sentado en su banco. Ahora no recuerdo si tenía las gafas puestas. El parque estaba en penumbras, como lo desean los enamorados.