Han
pasado casi 24 horas de su deceso y aun tengo el pecho apretado por la
trascendencia de la noticia.
La
partida del orfebre de la música bailable cubana deja a un pueblo entero
llorando su inesperado viaje a la eternidad.
Es
como si alguien hubiese arrancado de raíz la más frondosa ceiba, el más hermoso
ejemplar del cedro, ese árbol que se
enfrenta a los huracanes y los vence
Es
como si la naturaleza hubiese decidido silenciar el canto de las aves,
despojarlas de sus bellos colores, condenándolas a una mudez insospechada.
Es
como si las aguas del arroyo hubiesen detenido su andar hacia los ríos, dejando
sobre el lecho de estos toda la cubania que partió siempre de las cuerdas de un
bajo maravilloso.
Que
cruel es la vida que de manera brutal nos arranca un pedazo de nosotros mismos,
que cercena la trayectoria de un rey cuya corona está asentada en las rudas manos del obrero y del
campesino.
Quien
nos contara ahora nuestras propias historias?
Quien
nos hará bailar sonriendo escuchando las expresiones populares que tan
magistralmente asimilo en cualquier esquina, en cualquier teatro?
Sencillamente
estamos en un momento de tristeza que
propicia quien tanto nos alegro los sentimientos, quien hizo disfrutar a toda
Cuba con su ingenio, llevando al pentagrama, con el talento de los dioses,
nuestra manera de caminar, de hablar, de reír, de cantar.
Formell,
quizás no sabes aun lo que has hecho dejándonos como cualquier mortal sin agua
en medio del desierto,
con
la única esperanza de encontrar un oasis, ese oasis que es tu música y es tu
agrupación.
Claro
que mereces mas palabras, pero las musas, consternadas, no dejan que afloren,
quizás porque la mejor manera de homenajearte es escuchar tu música, la que nos
hizo viajar durante 45 años por los senderos de la felicidad, acendrada en la
más autentica cubania.