Seguidores

sábado, 10 de diciembre de 2016

CINCO PALMAS: SESENTA AÑOS DESPUES

Era el comienzo del siglo 20 y entre la agreste geografía surgía un barrio gracias al tesón y necesidad de un grupo de campesinos, entre ellos Román Anaya, en cuya finca nació una palma que parió desde su tronco otras cuatro.

Ya no era una sino cinco las palmas que dieron nombre a ese lugar que jamás apareció en los mapas hasta que un día un hombre grande pronosticó que con siete fusiles ya ganaba la guerra contra un ejército bien armado y entrenado.

Son las veleidades de una historia que se inició en la ruta por la que navegaba una pequeña embarcación atestada de jóvenes que por más armas surcaban el mar llevaban en el pecho el sufrimiento de la patria.

Con esos sentimientos a cuestas se arriesgaron en una travesía difícil que fue mucho mayor al desembarcar por aquel punto donde el manglar se les presentaba como un rudo rompecabezas.

Lo atravesaron temiendo ser descubiertos por la aviación batistiana que ya los buscaba por cielo, mar y tierra.
Agotados pero no vencidos escribieron una página llamada Alegría de Pío en la que los bisoños combatientes fueron diezmados, algunos capturados y asesinados para matar la idea, pero el adversario no logró ese propósito.

Fueron momentos muy tensos, complicados aun mas por la dispersión del grupo que trataba por todos los medios de reorganizarse para seguir cumpliendo el mandato de la patria sojuzgada.

Diecisiete días después del épico desembarco ocurría un hecho inédito en la historia cubana al reencontrarse Fidel y Raúl, precisamente en Cinco Palmas, un sitio que desde entonces aparece en las enciclopedias universales.

Aquel 18 de diciembre de 1956 el jefe de aquellos expedicionarios lanzó una profecía, que en aquel instante no era más que una quimera, con la diferencia de que la quimera quedó hecha trizas convirtiéndose en profética expresión.

Desde entonces, como dijo en Guisa el Comandante en Jefe, ¨¨nada es imposible¨¨, porque cuando la razón se levanta no hay fuerza capaz de destruirla pues se erige en voluntad, moral y principios.

Seis décadas han pasado de aquel pasaje de la guerra revolucionaria y no ha habido, ni habrá posibilidad de desmontar el valor de unas palabras dichas en el fragor de la lucha y que señalaron el camino de la victoria.

Hoy
Cuba entera, abrazada a una hermosa piedra, muy cerca de Céspedes y Martí, asume aquel principio que nos hizo vibrar de emoción aquel primero de enero de 1959: AHORA SI GANAMOS LA GUERRA!!!.