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viernes, 17 de abril de 2015

A 196 AÑOS DEL NACIMIENTO DE CARLOS MANUEL DE CESPEDES





A casi doscientos años de su primer grito el 18 de abril de 1819, Carlos Manuel de Céspedes continúa acompañándonos desde la montura de su caballo con su revólver envuelto en la poesía del independentismo.

Qué honra para los bayameses contar con el privilegio de haber  acogido en su seno a tan altísima figura de nuestra historia, Padre de la Nación Cubana, arquitecto de la libertad y el anti esclavismo.

En su ser no cabían los egoísmos pues una persona con esos negativos sentimientos sería incapaz de echarse al hombro a un pueblo para llevarlo a la gloria que significa alcanzar la soberanía y la independencia.

A pesar de que las contradicciones lo llevaron al martirologio, Céspedes cayó en combate aquel nefasto día en San Lorenzo con el corazón destrozado, pero carente de odios.

Tan grande fue el Padre de la Patria que aceptó sin reclamo lo que algunos le exigieron en ese instante supremo de su vida, y marchó hacia el lejano, agreste pero hermoso sitio donde el sol le vio perder la vida.

Lo recordamos con alegría y dolor, al parecer algo contradictorio, porque para cualquier pueblo tener a un hombre de su estatura moral es motivo para la satisfacción, pero la circunstancia de su partida hiere aún.

Aquel que brilló en la Demajagua, que convocó a los esclavos, ya hombres libres, para que se sumaran a los esfuerzos de la nación, cansada de tanta opresión y ultraje por la presencia peninsular.

El gallardo hijo de Bayamo, el viril cubano, luz en la oscuridad de aquellos tiempos y extraordinario político, anda aún por todos los senderos, por los cañaverales, por las calles, montado en un verso cargado de amor.

Nunca estará en el olvido, los bayameses, los cubanos, jamás borrarán su nombre de las montañas, de las playas, de los montes, mucho menos de ese sentimiento que hoy se enarbola como bandera inclaudicable.

Carlos Manuel de Céspedes cumpliría 196 años este sábado 18 de abril de 2015, a cuatro años de su bicentenario, recibe merecidamente el homenaje de su pueblo.

El Padre de la Patria cabalga con los cubanos, atraviesa ríos y arroyos, sube montañas, disemina optimismo, pasión, compromiso, justicia, por lo que sigue siendo paradigma para nuestro país, libre y soberano.

Aquel grito que al nacer dejó escuchar fue la premonición de aquel otro, 49 años después que de manera definitiva lo encumbró en lo más alto del sagrado sitio de la patria.