FRANCISCO VICENTE AGUILERA:
Bayamo, 23 de junio de 1821-Nueva York 22 de febrrero de 1877
Un pueblo respetuoso de su historia jamás olvida a los hombres y mujeres que construyeron su independencia nacional, utilizando las diversas formas de lucha, incluida la acción bélica para alcanzarla.
Bayamo, 23 de junio de 1821-Nueva York 22 de febrrero de 1877
Un pueblo respetuoso de su historia jamás olvida a los hombres y mujeres que construyeron su independencia nacional, utilizando las diversas formas de lucha, incluida la acción bélica para alcanzarla.
Colocar a esos próceres en el sitio que ganaron en la historia es
responsabilidad de los pueblos que siempre se alimentaran de su ejemplo
para reafirmar los conceptos libertarios esgrimidos en la lucha.
La pasión por esa pléyade que planto las bases para eliminar todo vestigio de coloniaje y explotación es una permanente herramienta que impulsa, como una palanca, a los pueblos a sostener la libertad obtenida.
De uno de esos excepcionales luchadores cubanos hablamos hoy en esta sección, pues cumpliría en esta jornada 193 años desde que el 23 de junio de 1821 viera la luz por vez primera en Bayamo.
Nació en cuna de oro, de familia muy pudiente, con recursos financieros extraordinarios en la época que le toco vivir, no careciendo de nada, lo que podría hacer suponer que no se involucraría en aventura alguna.
Pero hay hombres, seres humanos en general, que son capaces de sobrepasar esa barrera de la comodidad y de las posesiones territoriales porque desde el fondo de su corazón les ha nacido el amor por la justicia.
De modo que nadie pudo suponer que una persona de su alcurnia tuviera la pasión que demostró a lo largo de su peregrinar buscando, a través de la lucha armada, la emancipación de su pueblo.
Los primeros sorprendidos debieron ser esos hacendados, ricos como él, al percatarse de la posición adoptada por este prócer, que al parecer no tenía necesidad de inmiscuirse en tal empresa contra el dominio español.
Pero cuando la sangre bulle, cuando la ignominia provoca irritación, cuando la esclavitud alcanza los más elevados niveles de degradación humana, entonces surgen, como el sol, personas dispuestas a inmolarse.
Y el hecho de preferir la inmolación a una vida preñada de abusos es propio de hombres a los que la ética, el amor patrio, la voluntad de exterminar tal oprobio, los impulsa a alcanzar la redención o vivir de rodillas.
Francisco Vicente Aguilera se decidió por la redención y en su búsqueda lo perdió todo, riquezas, propiedades, menos la dignidad, el honor y la hidalguía, valores que siguen iluminando su trayectoria.
Un pueblo respetuoso de su historia jamás olvida a los hombres y mujeres que construyeron su independencia nacional, utilizando las diversas formas de lucha, incluida la acción bélica para alcanzarla.
Ese fue el camino que prefirió Francisco Vicente Aguilera, la luz que irradia su figura se mantiene, como flor inmarchitable, en la conciencia y el amor de los cubanos por su apego a la lealtad, demostrada hasta su muerte.
La pasión por esa pléyade que planto las bases para eliminar todo vestigio de coloniaje y explotación es una permanente herramienta que impulsa, como una palanca, a los pueblos a sostener la libertad obtenida.
De uno de esos excepcionales luchadores cubanos hablamos hoy en esta sección, pues cumpliría en esta jornada 193 años desde que el 23 de junio de 1821 viera la luz por vez primera en Bayamo.
Nació en cuna de oro, de familia muy pudiente, con recursos financieros extraordinarios en la época que le toco vivir, no careciendo de nada, lo que podría hacer suponer que no se involucraría en aventura alguna.
Pero hay hombres, seres humanos en general, que son capaces de sobrepasar esa barrera de la comodidad y de las posesiones territoriales porque desde el fondo de su corazón les ha nacido el amor por la justicia.
De modo que nadie pudo suponer que una persona de su alcurnia tuviera la pasión que demostró a lo largo de su peregrinar buscando, a través de la lucha armada, la emancipación de su pueblo.
Los primeros sorprendidos debieron ser esos hacendados, ricos como él, al percatarse de la posición adoptada por este prócer, que al parecer no tenía necesidad de inmiscuirse en tal empresa contra el dominio español.
Pero cuando la sangre bulle, cuando la ignominia provoca irritación, cuando la esclavitud alcanza los más elevados niveles de degradación humana, entonces surgen, como el sol, personas dispuestas a inmolarse.
Y el hecho de preferir la inmolación a una vida preñada de abusos es propio de hombres a los que la ética, el amor patrio, la voluntad de exterminar tal oprobio, los impulsa a alcanzar la redención o vivir de rodillas.
Francisco Vicente Aguilera se decidió por la redención y en su búsqueda lo perdió todo, riquezas, propiedades, menos la dignidad, el honor y la hidalguía, valores que siguen iluminando su trayectoria.
Un pueblo respetuoso de su historia jamás olvida a los hombres y mujeres que construyeron su independencia nacional, utilizando las diversas formas de lucha, incluida la acción bélica para alcanzarla.
Ese fue el camino que prefirió Francisco Vicente Aguilera, la luz que irradia su figura se mantiene, como flor inmarchitable, en la conciencia y el amor de los cubanos por su apego a la lealtad, demostrada hasta su muerte.