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Los grandes hombres no deben ser olvidados por sus pueblos a los que
hayan dedicado la vida en pos de alcanzar la felicidad humana a través
de la independencia nacional.
La ciudad de Bayamo tiene la honra de haber sido cuna de valiosos
hombres y mujeres que a lo largo de su historia han aportado esfuerzos
extraordinarios en el azaroso camino de la redención patria.
Uno de esos patriotas que con dignidad contribuyo a la lucha contra la
presencia colonialista en el archipiélago cubano tiene un nombre
imborrable en la historia cubana: Francisco Vicente Aguilera.
El ilustre abogado y acaudalado bayamés, que bien pudo disfrutar de sus
riquezas y vivir una vida sin sobresaltos, prefirió entregarse por
completo a una idea que cristalizo el 10 de octubre de 1868.
Aguilera tomo conciencia de la situación imperante en la Isla con la
presencia del colonialismo español y tomo partida por un cambio radical
que comenzó precisamente con la alborada de La Demajagua.
Siendo el Presidente del Comité Revolucionario en el que se conspiraba
contra España no reclamo para sí la posición principal de la lucha, todo
lo contrario, apoyo a Céspedes de inmediato cuando se alzo aquel día
glorioso.
Se sumo como un soldado mas en esa legión de hombres y mujeres bayameses
que prefirieron morir luchando que soportando la ignominia de la
explotación colonialista española en la tierra que los vio nacer.
Sin duda estamos ante un coloso de la historia cubana, que para gloria
de esta ciudad, dio aquí su primer grito el 23 de junio de 1821, siendo
sus padres el coronel Antonio María Aguilera y su mamá Juana Tamayo
Infante.
De ese matrimonio nacieron él y su hermano Antonio María quien murió en
La Habana siendo muy joven, por lo que heredo toda la fortuna que habían
alcanzado sus progenitores.
Francisco Vicente Aquilera era muy querido por las personas más humildes
cercanas pues las trataba como iguales con respeto y consideración, lo
que hacía más fácil sus relaciones con estas.
Tuvo participación activa durante la Toma de la Ciudad de Bayamo el 20
de octubre de 1868 y colaboro activamente durante los tres meses que
gobernó el mambisado cespediano.
Cuando la ciudad se convirtió en pavesa, él y su familia partieron a la
manigua, sufriendo los rigores de la decisión tomada, hasta que Céspedes
lo envió al extranjero como representante especial.
Llego a Nueva York para reunir recursos con el objetivo de enviarlos
para la lucha en la Isla, murió solo y enfermo en esa fría ciudad en la
que no encontró la ayuda del gobierno de ese país en su empeño.
Murió el 22 de febrero de 1877, aquejado de cáncer de laringe.
Hoy sabado recordaremos el aniversario 137 de su muerte por lo que Bayamo le
rendirá homenaje por su condición de Mayor General del Ejército
Libertador y Vicepresidente de la República en Armas.