La radio en Bayamo ha tejido una historia digna de todos los elogios por el papel que ha desempeñado en su función de informar, entretener y contribuir al gusto estético de la población.
Para lograr esos objetivos la radio ha contado en su historia local con decenas de trabajadores de diferentes especialidades que les dan vida a la programación concebida con tan nobles fines.
No hay duda de que para lograr un buen producto radial se necesita de un equipo de apoye desde sus posiciones, como el caso del locutor y el realizador de sonidos.
Esta especialidad es de suma importancia, pudiéramos decir, imprescindible en la realización radial por todo lo que aporta en ese propósito de entregar al oyente una obra, un programa.
Bayamo contó entre los realizadores de sonido con trabajadores de una alta calidad como Eduardo Figueredo Rondón, un maestro en aquella época donde los discos de acetato eran los utilizados para la música.
Y era uno de los que con maestría, trabajando en vivo, ponía la aguja en el surco exacto del tema de ese disco que el locutor había anunciado por petición de los oyentes.
Aquello era un espectáculo porque un programa en vivo requiere de atención, suma seriedad y por encima de todo de mucho talento, pues en ese sentido se ponía de manifiesto la calidad de la emisora.
Eduardo dejó una estela de simpatía entre los trabajadores de Radio Bayamo por su prolongada permanencia en esa interesante faena del realizador de sonidos.
Otro destacado en ese oficio fue Zenén Labaut Pérez, quien por cierto sigue acompañándonos y que al igual que Eduardo mostraba mucha calidad en su labor en los programas en vivo.
Franco Fonseca fue otro de los que marcó a la radio bayamesa, trabajando de manera abnegada en la labor que realizó durante su paso por este medio radial.
Cabe destacar además a dos mujeres que desempeñaron tales funciones en la radio bayamesa, una de ellas fallecida, Ramona Martínez Infante y Siria Infante y Rosita Santiesteban, aún entre nosotros.
Ellas dieron no solo su capacidad a la radio, sino belleza a esas cabinas de transmisión, donde predominaba en ese trabajo la fuerza masculina desde la irrupción de la radio en la Ciudad Monumento Nacional.
Hoy una pléyade de jóvenes, mejor preparados académicamente teniendo a su disposición las modernas tecnologías digitales, marca territorio, siguiendo la huella de aquellos que les precedieron.
Editado desde la ciudad de Bayamo, Cuba, por el periodista David Rodríguez Rodríguez.
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viernes, 29 de enero de 2016
TOMASITO, SIEMPRE CON LA SONRISA A FLOR DE LABIOS
Una de las esquinas más concurridas de Bayamo está ubicada en las intersecciones de las calles Canducha Figueredo y el Paseo General García en la que un hombre se crece cada día ante los obstáculos de la vida.
En su trayectoria ha realizado los trabajos más disimiles, pero siempre con la sonrisa a flor de labios, como símbolo de vida y de deseos de corresponder a los saludos y al cariño de su pueblo.
Desde niño fue olfateando los olores que emanaban de los dulces elaborados en su casa y poco a poco se fue adueñando de los conocimientos necesarios para continuar la tradición familiar.
¿Cómo entender entonces que este bayamés se haya entregado a esta labor habiendo sido trabajador agrícola y de la construcción?
La respuesta es sencilla: nunca olvido aquellos momentos en los que veía y hasta colaboraba en la confección de esas granjerías bayamesas, que se mantienen en la memoria popular que no las dejara morir.
Tomasito, ese es el hombre al que estamos dedicando esta sección de Andares Bayameses por todo lo aportado, por todo lo vivido en función de sostener esos productos que tanto se anhelan.
Las celebres rosquitas, matahambres, rosca blanda, maní, se mantienen en su puesto de venta, donde recibe el cariño del pueblo que sabe de sus esfuerzos, aun con su salud quebrantada, que no se deja vencer.
Y he ahí uno de los ejemplos que Eliberto Tomas Miniet Zamora, Tomasito, ofrece diariamente a los bayameses, sembrando en ellos su manera de ser, de actuar y de compartir.
En cada ciudad hay un gladiador que defiende el terruño, que es defender a la nación y a su cultura por lo que Tomasito desde la cúspide de su trabajo se empeña en preservar esa joya que son las granjerías bayameses.
Para él es insignificante el humo que le castiga sus ojos, sacándole lagrimas preparando todo lo necesario para elaborar las demandadas rosquitas que también son un símbolo de la Ciudad Monumento Nacional.
En la esquina de Tomasito reina la alegría, ese sitio es como el bálsamo que necesitamos los bayameses para impregnarnos cada mañana y salir a la calle a hacer lo necesario para que no mueran nuestras tradiciones.
En su trayectoria ha realizado los trabajos más disimiles, pero siempre con la sonrisa a flor de labios, como símbolo de vida y de deseos de corresponder a los saludos y al cariño de su pueblo.
Desde niño fue olfateando los olores que emanaban de los dulces elaborados en su casa y poco a poco se fue adueñando de los conocimientos necesarios para continuar la tradición familiar.
¿Cómo entender entonces que este bayamés se haya entregado a esta labor habiendo sido trabajador agrícola y de la construcción?
La respuesta es sencilla: nunca olvido aquellos momentos en los que veía y hasta colaboraba en la confección de esas granjerías bayamesas, que se mantienen en la memoria popular que no las dejara morir.
Tomasito, ese es el hombre al que estamos dedicando esta sección de Andares Bayameses por todo lo aportado, por todo lo vivido en función de sostener esos productos que tanto se anhelan.
Las celebres rosquitas, matahambres, rosca blanda, maní, se mantienen en su puesto de venta, donde recibe el cariño del pueblo que sabe de sus esfuerzos, aun con su salud quebrantada, que no se deja vencer.
Y he ahí uno de los ejemplos que Eliberto Tomas Miniet Zamora, Tomasito, ofrece diariamente a los bayameses, sembrando en ellos su manera de ser, de actuar y de compartir.
En cada ciudad hay un gladiador que defiende el terruño, que es defender a la nación y a su cultura por lo que Tomasito desde la cúspide de su trabajo se empeña en preservar esa joya que son las granjerías bayameses.
Para él es insignificante el humo que le castiga sus ojos, sacándole lagrimas preparando todo lo necesario para elaborar las demandadas rosquitas que también son un símbolo de la Ciudad Monumento Nacional.
En la esquina de Tomasito reina la alegría, ese sitio es como el bálsamo que necesitamos los bayameses para impregnarnos cada mañana y salir a la calle a hacer lo necesario para que no mueran nuestras tradiciones.
CARLOS MARTI: BAYAMES POR DERECHO PROPIO
Bayamo tiene un capital humano extraordinario por ello es común encontrarnos con médicos, ingenieros, arquitectos, informáticos y licenciados en educación, historia del arte y en el deporte.
Ese conglomerado de especialistas le aporta a la ciudad sus conocimientos, experiencias, todo el talento que posee en función de hacer brillar sus respectivas ramas.
Es una suerte poder contar con esas personas que de manera cotidiana se esfuerzan desde sus posiciones de trabajo en alcanzar la excelencia en la calidad de sus labores.
Resulta una fortaleza para la ciudad esa pléyade de ciudadanos tan preparados y que aman profundamente lo que hacen y gozan cuando sus conocimientos son tenidos en cuenta.
En el deporte contamos con jóvenes que se afanan en encontrar esos diamantes en bruto que están entre nosotros para proyectarlos en las diferentes disciplinas de esa rama…
De manera particular hay uno de ellos que ha dejado, como se ha dicho, la piel en el terreno, en este caso de pelota, nuestro deporte nacional, tan urgido hoy de buscar las formulas para seguir brillando.
La persona de la que hablamos hoy ha sido consecuente con su tiempo, es un abanderado de la disciplina, la entrega, el tesón, elementos indispensables para lograr el triunfo.
Se trata de Carlos Marti Santos, quien nació el 16 de febrero de 1949 en Buey Arriba, uno de los directores de pelota de mayor experiencia e historia en nuestras series nacionales.
Su primer deporte, el futbol, lo desarrollo en edades tempranas y luego se entrego por completo al beisbol, deporte nacional que él defiende con la pasión que lo caracteriza.
Goza del respeto de los integrantes de su equipo y cuenta con una legión de seguidores que lo admiran por todo lo que ha logrado con el equipo Granma en los torneos nacionales.
Carlos Marti hoy se encuentra en una etapa de recuperación de su salud, quebrantada en pleno apogeo de la segunda fase de la 55 serie nacional de pelota que él sigue como apasionado de esa disciplina deportiva.
Le deseamos un pronto regreso al timón de los Alazanes, quienes desde el terreno de juego se esfuerzan para llevarle alegrías al director de tantas campañas y de tantas victorias.
Ese conglomerado de especialistas le aporta a la ciudad sus conocimientos, experiencias, todo el talento que posee en función de hacer brillar sus respectivas ramas.
Es una suerte poder contar con esas personas que de manera cotidiana se esfuerzan desde sus posiciones de trabajo en alcanzar la excelencia en la calidad de sus labores.
Resulta una fortaleza para la ciudad esa pléyade de ciudadanos tan preparados y que aman profundamente lo que hacen y gozan cuando sus conocimientos son tenidos en cuenta.
En el deporte contamos con jóvenes que se afanan en encontrar esos diamantes en bruto que están entre nosotros para proyectarlos en las diferentes disciplinas de esa rama…
De manera particular hay uno de ellos que ha dejado, como se ha dicho, la piel en el terreno, en este caso de pelota, nuestro deporte nacional, tan urgido hoy de buscar las formulas para seguir brillando.
La persona de la que hablamos hoy ha sido consecuente con su tiempo, es un abanderado de la disciplina, la entrega, el tesón, elementos indispensables para lograr el triunfo.
Se trata de Carlos Marti Santos, quien nació el 16 de febrero de 1949 en Buey Arriba, uno de los directores de pelota de mayor experiencia e historia en nuestras series nacionales.
Su primer deporte, el futbol, lo desarrollo en edades tempranas y luego se entrego por completo al beisbol, deporte nacional que él defiende con la pasión que lo caracteriza.
Goza del respeto de los integrantes de su equipo y cuenta con una legión de seguidores que lo admiran por todo lo que ha logrado con el equipo Granma en los torneos nacionales.
Carlos Marti hoy se encuentra en una etapa de recuperación de su salud, quebrantada en pleno apogeo de la segunda fase de la 55 serie nacional de pelota que él sigue como apasionado de esa disciplina deportiva.
Le deseamos un pronto regreso al timón de los Alazanes, quienes desde el terreno de juego se esfuerzan para llevarle alegrías al director de tantas campañas y de tantas victorias.
EL RESPETO AL DERECHO AJENO
Andar por las calles bayamesas permite observar buenas acciones de la ciudadanía que hacen de la vida en esta villa un elemento que la distingue porque muestra el lado bueno, el que queremos, para la ciudad.
Los buenos ejemplos deben multiplicarse porque nos hacen mejores personas desde todo punto de vista, arraigándose los conceptos asociados a la vecindad deseada y que logra armonía para nuestras vidas.
Hablar de estos asuntos no es ocioso porque lo que hacemos hoy, bien o mal, repercute en las generaciones más jóvenes, proveyéndolas de buenas o malas costumbres que se convierten en hábito.
La perfección no existe aunque el ser humano siga empeñado en alcanzarla para la felicidad de todos, porque el solo hecho de querer amasarla hace que los individuos de cualquier sociedad, sean mejores.
Lamentablemente también, en ese camino, nos acompañan sombras que tratan de envolvernos para que surjan conflictos entre las personas y eso es totalmente criticable porque empañan nuestro cotidiano andar.
Lograr superar aquello que nos pueda separar, hacer el esfuerzo para que la armonía este por encima de las contradicciones, trabajar para lograr, desde la intimidad de la familia, tocar las sensibilidades humanas es muy bueno.
Las calles bayamesas nos muestran cada día la necesidad de borrar esas sombras que embrutecen a algunos que no se comportan debidamente lastrando las buenas actitudes en los espacios públicos,.
Son las sombras que se ciernen, por ejemplo, sobre aquel conductor de un vehículo que despoja del derecho en la vía a otro chofer que si cumple con lo dispuesto en las reglamentaciones del tránsito.
Son las mismas sombras que acompañan a un conductor de un vehículo que a las cuatro, cinco o seis de la mañana se empeña en llamar la atención de aquella persona a la que busca tocando el claxon inmisericordemente.
Esas mismas tinieblas mentales son las que impulsan a un chofer a circular por las calles bayamesas pobladas de seres humanos a una velocidad que excede lo dispuesto en el Código del Transito.
Cuando el conductor de un vehículo se cree infalible, asumiendo que posee todas las habilidades para conducir quizás llegue, en ese momento lo fatal que es un accidente que puede segarla vida a él y otros ciudadanos.
Lo mejor que se puede hacer es demostrar respeto por los demás, no vulnerar el derecho del prójimo a dormir en paz, a caminar sin el temor de la presencia en la vía de un chofer irresponsable. Eso es armonía.
Los buenos ejemplos deben multiplicarse porque nos hacen mejores personas desde todo punto de vista, arraigándose los conceptos asociados a la vecindad deseada y que logra armonía para nuestras vidas.
Hablar de estos asuntos no es ocioso porque lo que hacemos hoy, bien o mal, repercute en las generaciones más jóvenes, proveyéndolas de buenas o malas costumbres que se convierten en hábito.
La perfección no existe aunque el ser humano siga empeñado en alcanzarla para la felicidad de todos, porque el solo hecho de querer amasarla hace que los individuos de cualquier sociedad, sean mejores.
Lamentablemente también, en ese camino, nos acompañan sombras que tratan de envolvernos para que surjan conflictos entre las personas y eso es totalmente criticable porque empañan nuestro cotidiano andar.
Lograr superar aquello que nos pueda separar, hacer el esfuerzo para que la armonía este por encima de las contradicciones, trabajar para lograr, desde la intimidad de la familia, tocar las sensibilidades humanas es muy bueno.
Las calles bayamesas nos muestran cada día la necesidad de borrar esas sombras que embrutecen a algunos que no se comportan debidamente lastrando las buenas actitudes en los espacios públicos,.
Son las sombras que se ciernen, por ejemplo, sobre aquel conductor de un vehículo que despoja del derecho en la vía a otro chofer que si cumple con lo dispuesto en las reglamentaciones del tránsito.
Son las mismas sombras que acompañan a un conductor de un vehículo que a las cuatro, cinco o seis de la mañana se empeña en llamar la atención de aquella persona a la que busca tocando el claxon inmisericordemente.
Esas mismas tinieblas mentales son las que impulsan a un chofer a circular por las calles bayamesas pobladas de seres humanos a una velocidad que excede lo dispuesto en el Código del Transito.
Cuando el conductor de un vehículo se cree infalible, asumiendo que posee todas las habilidades para conducir quizás llegue, en ese momento lo fatal que es un accidente que puede segarla vida a él y otros ciudadanos.
Lo mejor que se puede hacer es demostrar respeto por los demás, no vulnerar el derecho del prójimo a dormir en paz, a caminar sin el temor de la presencia en la vía de un chofer irresponsable. Eso es armonía.
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