Aquel
sitio sobrecoge el alma.
La
belleza del sagrado lugar, el intenso color verde que lo inunda, las hojas
caídas de los frondosos árboles y el esplendor que el sol irradia, la agigantan
a la vista de los que viven allí, en medio de la serranía.
Llegar
hasta ese punto a través de un camino difícil, puede dar la medida de la
lejanía a la que fue expuesto un hombre extraordinario, víctima de las
contradicciones y del desamor de sus semejantes.
Como
es posible que hayan permitido sus propios correligionarios tamaña injusticia,
que ya lo era al tratar de despojarlo de la dignidad que había ganado al
levantar a un pueblo y encabezarlo para alcanzar la independencia nacional?
Los
odios, la envidia, el egoísmo de entonces marginaron a un ser humano dotado de
las más hermosas herramientas que alguien pueda poseer, para labrar,
destruyendo mitos y enormes obstáculos el camino hacia la libertad.
San
Lorenzo es un sagrado sitio de la patria cubana, al mismo nivel de aquel otro
lugar, La Demajagua, donde el hombre de mármol, al decir de Martí, ataco la
ignominia con las armas en la mano.
Si
en La Demajagua Carlos Manuel de Céspedes brillo entre los cañaverales como
patriota y hombre de bien, en San Lorenzo, revolver en mano, saco todos los
demonios que le apretaban el corazón, y disparo contra la esclavitud.
No
eran solo los esclavos africanos humillados por aquel régimen implantado por la
Corona Española los únicos que sufrían, todos los habitantes dignos de la Isla
eran
maltratados aunque no llevaran grilletes en sus pies.
Céspedes
tuvo la visión inconmensurable para apreciar las injusticias provocadas por la
presencia colonialista en Cuba, y como adelantado, osado y viril, fue el
iniciador de una gesta que mantiene toda su lozanía y su grandeza espiritual.
El
Padre de la Patria no es solo una referencia para los cubanos, es horcón del
cual nos valemos para sostenernos como nación libre, independiente y soberana,
de él nutrimos nuestros conceptos de lealtad y dignidad.
Hace
140 años cayo combatiendo contra la metrópoli española en aquel lugar tan
hermoso de la Sierra Maestra llamado San Lorenzo, dejándonos el dolor por su pérdida,
pero al mismo tiempo la esperanza libertaria.
Hoy
todos los cubanos debemos reverenciar al abogado justo, al redentor de
esclavos, al Padre de la Patria, que nos enseño que la libertad era posible y
que una vez conquistada, debe ser honrada como él la honro.
San
Lorenzo es un santuario de la patria, allí, el hombre puro, fiel, valiente y
muy cubano, dejo su ejemplo al batirse en solitario con los enemigos de la
Isla, cayendo por aquel foso que lo elevo a la cúspide de la patria.