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viernes, 8 de octubre de 2010

COINCIDENCIAS, TERRORISTAS Y CORTINAS DE HUMO

La pupila insomne/Rebelión

Hay coincidencias raras, demasiado raras…Cuando el Papa Juan Pablo II arribaba a La Habana, en enero de 1998, en una visita que se convertiría en un triunfo de opinión pública para la Revolución Cubana, estalló el affaire de Mónica Lewinsky para enlodar al presidente Bill Clinton. “Buenas noches, estamos en La Habana pero la noticia está en Washington”, diría entonces uno de los conductores estelares de la televisión norteamericana, desplazado a la capital cubana para cubrir la visita del sumo pontífice. De allí en adelante, todos sabemos lo que pasó, e incluso el propio Clinton trató de repetir el método -bombardeando una supuesta fábrica de armas químicas en Sudán y “bases terroristas” en Afganistán- para a su vez desviar la atención del escándalo que lo envolvía.

Si se quiere disminuir el impacto de una noticia inconveniente, se debe crear otra que tenga el atractivo que los medios buscan, no importa que luego se demuestre que su origen era dudoso o nimio, ya el daño está hecho. Así operaron las agencias de prensa este 6 de octubre, fecha en que se cumplieron 34 años del atentado terrorista contra un avión civil cubano que costara la vida a 73 personas.
Una carta de los familiares de las víctimas a Barack Obama, solicitándole el juicio o la extradición de uno de los culpables – Luis Posada Carriles, que permanece impune en teritorio norteamericano- y un decreto del Consejo de Estado de Cuba declarando la fecha “Día de las víctimas del terrorismo de estado” amanecieron en la prensa cubana. En la tarde, el tributo realizado por el presidente cubano Raúl Castro a los “3 mil 478 cubanos que han muerto y 2 mil 99 que han quedado incapacitados para siempre por actos terroristas”, en el que emplazó enérgicamente al gobierno norteamericano a que “sea consecuente con su compromiso en la lucha antiterrorista y actúe con firmeza, sin dobles raseros contra quienes desde el territorio norteamericano han perpetrado y persisten en realizar actos terroristas contra Cuba”. Desde hacía poco más de una semana se habían publicado las comprometedoras revelaciones del terrorista salvadoreño Chávez Abarca, que demuestran que las acciones terroristas contra la isla no son cosa del pasado.
Sin embargo, la resonancia en los medios durante la jornada fue para una “denuncia” –echada a rodar desde la víspera- de que Cuba bloqueaba los mensajes a la red social Twitter vía celular. En pocas horas, tanto Twitter como el gobierno cubano desmintieron la noticia y uno de los impulsores de la campaña terminó reconociendo que “fui demasiado rápido en la sospecha de la participación del gobierno cubano en la interrupción del servicio, en lugar de seguir otra alternativa, que en retrospectiva fue la verdadera culpable”, pero ya el objetivo se había cumplido y el crimen verdadero y monstruoso había sido silenciado una vez más. Los censores inventaron un falso acto de censura para ocultar una verdad incómoda. Coincidentemente, quien proporcionó la materia prima para la caricatura -una “ciberdisidente “que vive de vender a los medios una Cuba a la medida de sus deseos- había dicho antes sobre Posada Carriles: “Es un tema político que no interesa a la gente. Es una cortina de humo.”
Y hablando de coincidencias, fue George W. Bush -creador mediante el “Plan para una cuba libre” de los llamados ciberdisidentes- quien afirmó: “cualquier persona, organización o gobierno que apoye, proteja o ampare a terroristas, es cómplice en el asesinato de inocentes e igualmente culpable de delitos de terrorismo”…

""NO PUEDO EVITAR QUE ME INVADA LA RABIA Y EL DOLOR""

AIN


“No puedo evitar que me invada la rabia y el dolor, cada octubre, cada año que pasa, ante la impunidad de los criminales cuyos nombres me cuesta trabajo pronunciar; y cuyo accionar terrorista ha continuado, gracias a la protección que le brinda la millonaria derecha cubanoamericana y las agencias de seguridad de Estados Unidos”.

Con estas palabras, a modo de de presentación, accedió a una entrevista exclusiva con la AIN la periodista venezolana Alicia Herrera, autora del libro “Pusimos la bomba,… ¿Y qué?”, que escribió a principios de los años de 1980 y tiene ya cuatro ediciones (la última en 2006).

"Han transcurrido 34 años del sabotaje al avión cubano, cerca de las costas de Barbados, y aun se mantiene vivo el recuerdo de aquellos inocentes, vilmente asesinados, muchos, la mayoría de ellos, jóvenes llenos de alegría y con un futuro promisorio", subraya.

"Desde entonces sus familiares y me incluyo, hemos luchado por hacer justicia en su nombre. Hemos tocado puertas, conciencias y corazones para denunciar el crimen y que se castigue a los culpables, y hasta hoy, poco o nada hemos logrado".

“Hay que recordarle sobre todo a los más jóvenes, -contínúa Alicia-, que el terrorismo y los terroristas existen, están activos y muchos, como los autores intelectuales del crimen de Barbados, continúan fraguando planes criminales ya no sólo contra Cuba, sino también contra Venezuela y todos los países donde se lucha por construir una sociedad nueva, justa, que nos incluya a todos, y que todos participemos en su construcción y tengamos la gratificación que nos corresponde".

El seis de octubre de 1976 la noticia sobre la caída del vuelo 455 de Cubana de Aviación frente a las costas de la isla caribeña de Barbados conmocionó a Cuba y al mundo.

Al dolor provocado por la catástrofe se sumó horas más tarde la indignación, luego de confirmarse la sospecha inicial de que la nave, en la que viajaban 73 personas, había sido saboteada.

Tras la captura de los venezolanos Freddy Lugo y Hernán Ricardo, ejecutores del atentado, fueron identificados y apresados en Venezuela sus autores intelectuales y financistas directos: los terroristas de origen cubano y activos miembros de la Agencia Central de Inteligencia yanqui (CIA), Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles.

Hasta la prisión del Cuartel de San Carlos, en Caracas, llegó hace 34 años la periodista venezolana Alicia Herrera para indagar sobre los hechos y, horrorizada, escuchó de los propios responsables la confesión que luego plasmó en su libro de denuncia “Pusimos la bomba… ¿Y qué?”

Aunque Alicia no puede evitar que le invada la rabia y el dolor cada octubre, afirma que no cejará en su compromiso de denunciar a los culpables de ese hecho atroz, quienes, como otros muchos, continúan fraguando impunemente planes criminales contra Cuba, Venezuela, y los países que luchan por construir una sociedad nueva.

“Los terroristas Luís Posada Carriles y Orlando Bosch, fueron protegidos por el gobierno socialcristiano del presidente Luis Herrera Campins, y especialmente por la policía política venezolana (DISIP), de la cual Posada Carriles fue comisario", recuerda.

“El director de la DISIP, Remberto Uzcátegui, además de colega, era padrino de una hija de Posada Carriles. De manera que los terroristas estaban presos en celdas espaciosas donde podían recibir visitas y hacer “comelatas” con sus cómplices que llegaban de Miami y Puerto Rico.

“Tenían todas las facilidades para comunicarse por teléfono a cualquier hora; permisos para recibir familiares y amigos y se llegó a comentar que, incluso, salían por las noches de la cárcel con la complicidad de los carceleros", subraya.

“Además, Posada y Bosch, así como Hernán Ricardo y Freddy Lugo, recibían un salario mensual de la DISIP. Por supuesto, el monto para los dos primeros era mayor y esto constituía un motivo de riñas permanentes entre ellos.

“El mayor y más desvergonzado privilegio de que gozaban los terroristas era la asistencia de una secretaria, pagada por la propia policía política, que se encargaba de pasar en limpio el nuevo expediente con todas las manipulaciones necesarias para librarlos de responsabilidades. “Cuando Orlando Bosch confesó en mi presencia que había participado, junto a Posada Carriles, en el sabotaje al avión cubano, no me asombró pues conocía muchas de sus acciones terroristas por confesiones indirectas de sus esposas, y del propio Bosch y Freddy Lugo. “Ésos actos incluían asesinatos a diplomáticos cubanos; colocación de bombas en consulados y embajadas de la isla caribeña en diferentes países, las que ocasionaron muertos y heridos, así como la destrucción de oficinas de la Ínsula y otros países en varias naciones de América Latina. “Los terroristas se mostraron en todo momento confiados de que serían liberados, debido a sus contactos con la CIA, y porque el gobierno de Herrera Campins y en particular la DISIP, sustraían evidencias comprometedoras, y elaboraban un “nuevo” expediente.

“Posada –acota- era una prioridad para la CIA, la cual tuvo siempre vasos comunicantes con la DISIP, desde los años de 1960, cuando el terrorista representaba a esa agencia norteamericana en el órgano policial venezolano”.

Conocer la verdad sobre el crimen de Barbados, y tener confesiones detalladas de los propios terroristas le planteó a Alicia la urgencia moral de denunciarlos, y para ello tuvo que enfrentar persecución y amenazas que la obligaron a salir de su país.

“En realidad, afirma, mi mayor temor era que fueran liberados y continuaran, como muchas veces les oí decir, preparando acciones terroristas”.

La cuarta y más reciente edición de “Pusimos la bomba…?Y qué?”, publicada en 2006, incluye una serie de documentos que fueron sustraídos del expediente para absolver de culpa a los autores de la voladura el avión cubano.

Esos papeles, rescatados de manera fortuita después de 25 años de denuncias, junto a otros desclasificados por el gobierno de EE.UU. corroboran la versión mantenida por Alicia Herrera durante tres décadas, y prueban la implicación de la CIA en el atentado contra el avión cubano en Barbados.

En 2005, Venezuela solicitó al gobierno de Estados Unidos la extradición de Luis Posada Carrilles para que éste sea ese juzgado por tribunales venezolanos y, en mayo de 2010, reiteró ese pedido en el Consejo de Seguridad de ONU; sin embargo, no ha obtenido respuestas, afirma Alicia.

“El sistema judicial norteamericano usa tácticas dilatorias en el proceso que le sigue a Posada Carriles, quien espera ser juzgado por mentir a las autoridades de inmigración y no por terrorismo.

“La impresión que uno se lleva es que el gobierno estadounidense protege a este delincuente, oculta sus crímenes quizás para evitar que revele las acciones terroristas que planificó y ejecutó durante años como agente de la CIA.

“Venezuela tiene todo el derecho legal y moral, de exigir la extradición de Luis Posada Carriles, el cerebro principal del atentado al avión de Cubana, y Estados Unidos tiene la obligación de entregarlo a Venezuela”, enfatiza.

“Es indignante saber que terroristas como Bosch y Posada Carriles están libres y continúan con sus planes de destrucción y muerte, mientras cinco cubanos permanecen en prisión desde hace 12 años, precisamente, por proteger a Cuba y a su pueblo de ataques criminales. “Debemos movilizarnos permanentemente para exigir justicia para estos cinco patriotas que son presos políticos en cárceles de Estados Unidos.”

LA OTRA CARA DE LA “LIBERTAD DE PRENSA” EN ESTADOS UNIDO. EL TEMOR IMPIDE DEBATIR ASPECTOS OSCUROS DEL 11-S

Examiner/Raw Story/Daily Mail

Numerosos problemas dignos de discusión pública todavía infectan la versión gubernamental estadounidense sobre los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. El poder político, junto con las élites de los grandes medios, quisieran ver desaparecer las discrepancias y preguntas sin contestar a los ya cercados debates autónomos todavía activos respecto a lo ocurrido el 11-S, a pesar de montañas de evidencias indicadoras de que a los ciudadanos norteamericanos se les dijo una pequeña parte de la verdad sobre el ataque más grande contra su patria en un solo día en toda la historia. Casi diez años después de los hechos, todavía existen muchas preguntas sin contestar, entre otras: ¿cómo cayó el edificio Nº 7?, ¿qué causó la destrucción de las torres gemelas?, ¿dónde está Osama Bin Laden? y ¿son realmente peligrosos “teóricos de la conspiración” quienes cuestionan la historia oficial del 11-S?
Académicos e intelectuales que intentaron responder a estas preguntas fueron ignorados o ridiculizados por los grandes medios corporativos (e incluso progresistas de izquierda), gurús políticos y funcionarios del gobierno que claramente se proponen silenciar el llamado “Movimiento por la Verdad del 11-S” o a cualquier persona que dude de la postura oficialmente proclamada por el gobierno sobre este asunto. Sin embargo, las preguntas no dejarán de aparecer y cada vez se pedirán más respuestas.
Desde la primavera 2010 [del hemisferio norte], más de 1.200 arquitectos e ingenieros están pidiendo una nueva investigación sobre lo ocurrido el 11-S. Estos académicos y constructores profesionales de edificios están motivados por el hecho de que han resultado probadamente erróneas múltiples explicaciones del Informe de la Comisión 11-S, las aclaraciones científicas fueron defectuosas y contradictorias y la gente estadounidense merece una explicación basada en hechos.
Al mismo tiempo, se han encontrado nuevas evidencias de explosivos que pudieron ser utilizados en una demolición controlada en trazas de polvo de las torres del World Trade Center y del Edificio Nº 7. Después de un cuidadoso examen de la versión oficial sobre el 11-S (donde la Comisión incluso nunca mencionó al Edificio 7), junto con datos forenses omitidos en los informes oficiales, estos profesionales concluyeron que se requiere una nueva investigación independiente y transparente ante estos grandiosos y misteriosos colapsos estructurales.
Richard Gage, un arquitecto de San Francisco y fundador de Arquitectos & Ingenieros por la Verdad del 11-S, dijo: “Los informes oficiales de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, por su sigla en inglés) y del Instituto Nacional de Estándares y Tecnologías (NIST, sigla en inglés) proporcionan explicaciones insuficientes y fraudulentas de las circunstancias de la destrucción de las torres”. Gage, junto con otros arquitectos e ingenieros, atacaron al primer informe del NIST porque ese organismo cambió ligeramente sus conclusiones diseccionadas por nuevas evidencias y en 2008 emitió un nuevo reporte. En los 30 días posteriores al lanzamiento del informe 2008, el NIST abordó algunos cuestionamientos públicos del informe. El grupo de Gage envió una carta que describió múltiples inconsistencias y omisiones del informe 2008. Sin embargo, el reporte final de 2008 no se refirió a casi ninguna de esas inquietudes planteadas. El método científico no estuvo presente en ese estudio.
Las acciones de Gage y de Arquitectos & Ingenieros empujaron al NIST a reconocer que el rascacielos metálico de 47 pisos llamado Edificio Nº 7 del World Trade Center –que se desplomó 7 horas después del ataque a las Torres Gemelas–, no fue golpeado por un avión y se desmoronó con una aceleración de caída libre superior a 30 metros por segundo. El NIST no proporcionó explicación de cómo o por qué se desmoronó a la velocidad de caída libre, pero continuó indicando que la observación de los materiales hallados en el Punto Cero, y “temáticos” para la teoría de la demolición, “no habría sido necesariamente concluyente”. A pesar de su propia afirmación de que las pruebas de la demolición son poco concluyentes, en el NIST decidieron no testearlas o no considerarlas en absoluto, como si esto no pudiera suceder (para más detalles, véase el capítulo 7 de Censored 2011). Una vez más las agencias gubernamentales eludieron completamente el método científico.
En otros temas relacionados con el 11-S sigue manteniéndose vivo el misterio respecto al paradero del sindicado autor Osama Bin Laden. Aunque éste no asumió el crédito del incidente (de hecho demandó lo contrario; tampoco el FBI lo tiene como sospechoso en esos crímenes por falta de pruebas), funcionarios gubernamentales de ambos partidos [republicanos y demócratas] se refieren regularmente a Bin Laden como responsable de los ataques del 11-S (véase la historia número 16 en Censored 2008).
Además, el Dr. David Ray Griffin, ex profesor de la Escuela de Teología de Claremont, California, y autor de numerosos libros sobre las incógnitas del 11-S, sugiere que Osama Bin Laden pudo haber muerto hace casi nueve años, exactamente el 13 de diciembre de 2001, a causa de insuficiencia renal o una enfermedad del riñón. Existen fichas de tratamientos médicos proporcionados a Bin Laden en un hospital norteamericano de Dubai por una infección urinaria, ligada a menudo a enfermedades del riñón, y también documentación sobre un pedido de una máquina portátil de diálisis, esencial para su supervivencia, que fue despachada a Afganistán. Griffin, junto con los médicos que cita, dice que sería imposible que Bin Laden sobreviviera en una cueva con esa máquina durante cualquier periodo sustancial de tiempo. Griffin observó que EEUU y el gobierno británico tienen conocimiento de la muerte de Bin Laden, pero la han ocultado para continuar la guerra antiterrorista (véase el libro de Griffin sobre el tema, Osama Bin Laden: Dead of Alive? [Osama Bin Laden: ¿Muerto o vivo?]). En otra tensión referente al 11-S, y en pleno desarrollo en el frente interno, el profesor de derecho de Harvard Cass Sunstein, nombrado por el presidente Obama al frente de la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios de la Casa Blanca (OIRA, por su sigla en inglés), propuso que el gobierno de EEUU debe infiltrar y desacreditar los grupos de activistas.
El llamado de Sunstein para desacreditar grupos incluye a quienes desafían la versión oficial de los ataques del 11-S, llamados “Verdaderistas 11-S” (Truthers 9/11). Sunstein incluso reconoce que en el pasado el gobierno de EEUU ha estado implicado en conspiraciones, no obstante cree confiadamente que esto no es más un problema (para abundar sobre este tema, véase la sección Emergencia por la Verdad en Censored 2011, incluyendo el capítulo 6). Sunstein asegura que esos grupos que cuestionan la versión oficial de los acontecimientos del 11 de septiembre son peligrosos y podrían conducir a alguna gente a la violencia, pero no presenta ninguna prueba concreta para corroborar su afirmación).
Sunstein asegura que no resulta productivo refutar a estos grupos en público y, en cambio, sugiere que es más eficaz infiltrarlos y desacreditar premeditadamente sus fuentes internas. Esencialmente, Sunstein está pidiendo un regreso del COINTELPRO (Counter Intelligence Program o Programa de Contrainteligencia del FBI, 1956-1971), de los días de la Guerra Fría, cuando agentes encubiertos del gobierno de EEUU infiltraban secretamente los grupos anti-guerra y de derechos civiles para intentar destruirlos desde adentro y desacreditar su actividad, provocando violencia o planeando ellos mismos actos ilegales que condujeran a formalizar cargos criminales contra esos grupos.

El llamado de Sunstein a infiltrar grupos privados de ciudadanos concierne fundamentalmente a muchos activistas 11-S y es preocupante que puedan ser objeto de infiltración destinada a fraguarles acusaciones de terrorismo, o justificar cargos criminales, y así impedir que puedan conseguir una audiencia pública justa. (Véase la historia número 6 en Censored 2009 y la historia 20 en 2008).

Tal clima de miedo e intimidación no es un buen presagio para los derechos de la Primera Enmienda, ni para la libertad de cátedra en EEUU, menos aún para la posibilidad de descubrir la verdad sobre qué sucedió realmente el 11 de septiembre.
Actualización de Shawn Hamilton (Examiner.com)
Más de 1.000 arquitectos e ingenieros han firmado la petición para reinvestigar la destrucción del 11-S. Cuando fui a San Francisco a cubrir la rueda de prensa de “Architectural & Engineers 911Truth” (AE911, Arquitectos e Ingenieros por la Verdad 11-S), no informé al medio de noticias con el que frecuentemente más colaboro: Tenía miedo que me dijeran que no relatara la historia. Esto no puede sorprender a ninguna persona consciente del silencio ensordecedor de los principales medios respecto a los problemas 11-S, pero éste no era un órgano de los grandes medios: era una estación de radio alternativa fundada en los principios que animan la cobertura de historias no reporteadas. Para ser justo, ningún director de noticias me dijo que no podría cubrir la historia, y la historia salió ese fin de semana. El punto es que me sentí forzado a poner un velo por la atmósfera predominante de sospecha y miedo que generalmente subyace cuando los medios reciben tópicos del 11-S, incluyendo a esta estación “progresista”, donde dividen agudamente a la gente sobre este tema. Excepto en el asesinato de Kennedy, nunca he visto tal peculiaridad general subyacente en los medios ante la cobertura de un asunto conflictivo. La gente de los años 70 se mofaba de los pocos que sugirieron que Oswald no había actuado solo, calificándolos de “nueces conspirativas” (conspiracy nuts), tal como ahora etiquetan a los activistas 11-S de “verdaderistas” (truthers), que suena como flat earthers (literalmente, “terrestres planos”). Algunos de estos activistas han acogido la etiqueta de “truther”, pero sugiero que se refrenen. El término no significa un cumplido. Le pregunté al teólogo David Ray Griffin –quien habló en la conferencia– ¿por qué piensa que los medios han actuado tan estrambóticamente frente a los problemas 11-S? Griffin precisó que las expresiones “teoría de la conspiración” y “teórico de la conspiración” se manipulan para hacer que los reporteros teman perder su reputación y trabajo. “Usted sabe cómo trabajar. Todos en los medios conocen cómo trabaja”, dijo. “Nadie tiene que ser amenazado explícitamente; ellos justamente conocen las reglas”.
La conferencia de prensa de AE911Truth fue un acontecimiento de interés general, independientemente de que sea verdad cualquiera de las cosas que demanda el grupo. Es una historia válida porque muchos ciudadanos están cuestionando las explicaciones oficiales de la tragedia del 11 de septiembre de 2001. Esa importancia aumenta por el hecho que más de mil arquitectos e ingenieros autorizados están exigiendo una nueva investigación. Incluso, si lo que dicen es en parte verdad, las implicaciones son profundas, pero de cualquier manera hay una legítima historia periodística. No espero que las agencias de noticias acojan las audiencias de grupos como AE911Truth; ése no es su rol apropiado. Espero que no corran a cubrir cuando oyen esas dos palabras inquietantes: “Once-Nueve” (Nine-Eleven). La democracia no es servida por periodistas que temen cubrir historias sensibles.
A partir del verano de 2010 [del hemisferio norte], AE911Truth (http://cms.ae911truth.org/index.php/home.html) ha conseguido que más de 1.200 profesionales de la construcción firmen su petición al Congreso demandando una investigación verdaderamente independiente, y otro nuevo grupo recién formado, denominado “Bomberos por la Verdad 11-S” (http://firefightersfor911truth.org/), desafía informes oficiales y conceptos públicos equivocados sobre qué ocurrió el 11 de septiembre. Otro grupo llamado “New York City Coalition for Accountability Now”, NYC CAN (“Coalición de la Ciudad de Nueva York para la Responsabilidad Ahora”, http://www.nyccan.org/, intenta convencer al Concejo de la Ciudad de Nueva York para que se investiguen las circunstancias anómalas que rodean el hundimiento del Edificio Nº 7 del World Trade Center (http://cms.ae911truth.org/index.php/news/41-articles/286-nyccan-ae911truth-ask-ny-city-council.html). Todos los vínculos que he mencionado conducen a algunos de los sitios web más creíbles sobre el 11-S. La página de AE911Truth es un buen lugar para comenzar: http://www.ae911truth.org/links.php. Para seguir temas relacionados también: http://www.examiner.com/x-36199-Conspiracy-Examiner). Mi dirección electrónica es: lesseroftwoevils@rocketmail.com.
Actualización de Daniel Tencer (Raw Story)
En mayo de 2010, la revista del New York Times (NYT) desarrolló un perfil completo de Cass Sunstein, el primero que se encontrará en los grandes medios principales desde que el profesor de derecho asumió el control como jefe de la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios (OIRA) de la Casa Blanca. El título del artículo –“Cass Sunstein quiere darnos un pequeño codazo”– es una subestimación, dadas las opiniones que Sunstein ha expresado a través de años, pero por lo menos dirige la atención en la dirección correcta: Y es que mucha escritura académica de Sunstein se ha centrado en el control social y el control gubernamental de la información.
No es sorprendente que el artículo tratara a Sunstein con guantes de niño y haya glosado extensamente los elementos más polémicos de sus ideas. Se refirió a él como uno de los principales autores del concepto “paternalismo libertario”, un floreciente nuevo campo de estudio que mezcla psicología del comportamiento con economía de libre mercado y postula que a la gente se le puede “dar un pequeño codazo” para que adopte decisiones correctas. Es decir, aquellas opciones deseadas por el gobierno, no por leyes ni regulaciones, sino eligiendo tomar la decisión “correcta”, lo que parece psicológicamente más atractivo.
Escribiendo en el Huffington Post, Russ Baker criticó al NYT por “enterrar” las aserciones más polémicas de Sunstein en 35 párrafos de la historia, donde finalmente nos dicen que él abogó por la “infiltración cognoscitiva” de los grupos de teoría de la conspiración. NYT cita entonces a Sunstein, sugiriendo que, como funcionario del gobierno, él no ejecutaría los aspectos más radicales o más experimentales de sus ideas académicas. Pero –como señala Baker–, ese comentario se hizo a fianles de 2009, antes que saliera a luz en los medios el documento de Sunstein sobre teorías de la conspiración. Que en el NYT parezca que Sunstein retrocede en sus ideas más polémicas, actualmente no es ninguna gran cosa.
Comprender a Cass Sunstein y su efecto sobre el gobierno y la sociedad es un hecho difícil por dos razones. La primera es que él es una quimera política que tiene partidarios y detractores en ambos lados del espectro político [republicanos y demócratas]. Entre críticos conservadores, los populistas han salido contra él, mientras los intelectuales parecen haber lanzado su peso detrás de él. Incluso Glenn Beck [comentarista conservador de radio y TV] declaró que Sunstein es “más potente que la FED” [la Reserva Federal] y deseoso de “controlar cada movimiento suyo”, en tanto el columnista George F. Hill dijo que sus ideas tenderían a mejorar un gobierno pequeño y “tendrían la virtud adicional de fastidiar a esos molestos entrometidos, liberales niñeras de estado”. En el Reino Unido, los trabajos de Sunstein son “lectura obligatoria para las aspiraciones de MP [miembros del parlamento] conservadores”, reportó el Daily Telegraph.
El segundo elemento que dificulta entender a Sunstein es que su posición dentro del gobierno se ocupa sobre todo de negociar en principio problemas ríspidos, burocráticos, que no pueden capturar la imaginación de cualquiera prensa principal o de los medios alternativos. Como jefe de la OIRA, Sunstein es responsable de revisar todas las nuevas disposiciones gubernamentales. Con todo, hasta el momento sus decisiones –aquéllas que conocemos– han estado en una pequeña escala y en gran parte técnica, por ejemplo su llamada para aerodinamizar los procesos de nombramientos y escribir regulaciones de manera que los ciudadanos tengan mejor acceso a ellas.
Sunstein, sin embargo, recientemente concitó el enojo de los ecologistas cuando bloqueó una nueva regulación de EPA [sigla en inglés de la Agencia de Protección del Ambiente] que declararía la ceniza de carbón como peligroso agente carcinógeno. Los ecologistas lo acusaron de blindar a la industria hullera, que no quiere considerar el aumento de costos de la disposición sobre cenizas de carbón bajo nuevas reglas.
¿Hacía dónde se dirige Sunstein? ¿Es probable que intente el tipo de programas de control de la información por los que abogó en el pasado? Incluso si lo hace, es probable que los grandes medios principales apoyen por lo menos algunos de sus esfuerzos para empujar el debate político hacia un centro “aceptable”. La revista New Yorker, revisando en 2009 su libro On Rumors [Sobre Rumores], dijo que Sunstein se da el crédito de predecir las circunstancias que llevarían la subida de rumores a Internet, tales como la afirmación birther [orientación racista] de que el presidente Obama no nació en EEUU y “el alegato del panel de la muerte” contra la reforma de la atención sanitaria. Entonces lo levantan como el héroe que lucha contra estas tendencias. Dado el precedente existente, es factible que cualquier tentativa de Sunstein por moldear el contenido de la información pública probablemente encuentre una respuesta positiva en los grandes medios de la vieja guardia.
Fuentes:
– PR News Wire, “1,000 Architects & Engineers Call for New 9/11 Investigation: Cite Evidence of Explosive Demolition at Three World Trade Center Towers,” February 19, 2009, http://www.prnewswire.com/news-releases/1000-architects--engineers-call-for-new-911-investigation-84768402.html
– Shawn Hamilton, “Over 1,000 architects and engineers have signed petition to reinvestigate 9-11 destruction,” Examiner.com, February 23, 2010, http://www.examiner.com/x-36199-Conspiracy-Examiner
– Architects & Engineers for 911 Truth, “1,000+ Architects & Engineers officially demand new 9/11 investigation,” Infowars.com, January 18, 2010, http://www.infowars.com/1000-architects-engineers-officially-demand-new-911-investigation/
– “1,000 Architects & Engineers Call for a Real 9/11 Investigation,” Global Research, January 25, 2010, http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=17507
– Sue Reid, “Has Osama Bin Laden been dead for seven years--- and are the U.S. and Britain covering it up to continue war on Terror?” Daily Mail, UK, September 1, 2009, http://www.dailymail.co.uk/news/article-1212851/Has-Osama-Bin-Laden-dead-seven-years--U-S-Britain-covering-continue-war-terror.html – Daniel Tencer, “Obama staffer wants ‘cognitive infiltration’ of 9/11 conspiracy groups,” Raw Story, January 13, 2010, http://rawstory.com/2010/01/obama-staffer-infiltration-911-groups/
Estudiantes investigadores: Mike Smith, Nolan Higdon, Sy Cowie, Diablo Valley College; Mikey Hemkens, Ryan Huffman y Colin Doran, DePauw University; y Greg Bernardi, Sonoma State University.
Evaluadores académicos: Mickey Huff, Diablo Valley College; Andrea Sununu, Kevin Howley, DePauw University; Rick Luttmann y Peter Phillips, Sonoma State University.

Traducción: Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)
Fuente: http://www.argenpress.info/2010/10/proyecto-censurado-2011-14-la-otra-cara.html