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jueves, 15 de agosto de 2013

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Despaigne, el de Granma, habla de su paso por los Piratas de Campeche




Antonio Díaz
foto: Ricardo lópez hevia
Alfredo Despaigne, el máximo jonronero de la pelota cubana en la actualidad, acaba de pasar por una experiencia, que él mismo califica de inigualable. A los 26 años se estrenó en una Liga Profesional, la mexicana, en la cual logró la nominación a la contratación del año, además de igualar uno de los récords más difíciles del béisbol.
Con verbo ameno, en diálogo con la revista digital JIT, reveló detalles de lo vivido durante poco más de mes y medio como "toletero" del equipo Piratas de Campeche.
¿Qué hacías cuando fuiste llamado para insertarte en ese equipo?
Tenía dos o tres partidos de la serie provincial en Granma. Me llamaron por teléfono de la Comisión Nacional para asistir a una reunión en La Habana y de ahí salió todo.
¿Estabas entrenado para enfrentar los rigores de la Liga?
No. No es lo mismo prepararte para jugar una provincial, que era la fase en que nos encontrábamos, que irnos a una Liga Profesional, desconocida.
Entonces, ¿cómo lograste ser nominado a la contratación del año?
Los primeros turnos al bate me sirvieron de ajuste y casi todos los jonrones que di fueron sobre rectas. Aunque conecté varios hits con curvas y otros envíos, me preparaba esperando un error del lanzador en recta. Pero en general, me sirvió de mucho ese pitcheo.
¿Solo el pitcheo?
En realidad es lo que más sobresale, pero en general tiene aspectos muy distintos a los nuestros. Algo que me impresionó es cómo exigen disciplina, especialmente a la hora de estar en el estadio. Con eso son exigentes, y lógicamente con el juego. Entrenan menos que nosotros y no se trasladan en guaguas juntos, excepto cuando son visitantes.
¿Cómo era tu rutina diaria?
Me despertaba a eso de las 12 del día o una de la tarde, almorzaba y a las cuatro ya estaba en el estadio. Sucede que terminábamos alrededor de las 12 de la noche y después de cenar todo era cama para recuperar fuerzas. Cuando no era fecha de juego, caminaba con amigos y veía mucha televisión.
¿Y los entrenamientos?
Teníamos entrenador de bateo y preparador físico, pero no es como aquí. Ellos te indican lo que debes hacer y tú tienes que perfeccionarlo en dependencia de lo que consideres. En cuanto a lo técnico, aquí hay mucha más exigencia.
¿Cómo te trasladabas al terreno?
Los extranjeros, que éramos cinco, lo hacíamos en taxi, y en unos cinco minutos ya estábamos allí. De regreso era igual. Vivíamos en la misma casa, alquilada por los Piratas.
Es de suponer que te sentiste mal cuando le cancelaron el contrato a tu coterráneo Yordanis Samón.
Muy mal. Pude salir del "bache" gracias a la ayuda de los amigos del equipo, especialmente de los que estaban conmigo en la casa, y del manager, el señor Roque Sánchez, al que le estoy muy agradecido, pero no es lo mismo andar con gente de tu país, que conoces más que bien, y de pronto quedarte sin ellos. Sin embargo, después todo marchó y ahí están los resultados.
La franquicia se vio obligada a emitir una nota dirigida a los scouts de Grandes Ligas mostrando la determinación de cumplir lo acordado con la Federación Cubana respecto a tu contratación. ¿A qué se debió ello?
Es que a diario se reunían a hacer ofrecimientos multimillonarios. Los había de distintos equipos de Grandes Ligas, todos importantes, además de los traficantes por todos conocidos. Veían los entrenamientos de bateo, valoraban los tiros que hacía desde los jardines. Te hablaban de cómo estuviste y venían las proposiciones, todas con cifras astronómicas para tratar de convencerme.
Pero después que salió la nota del presidente de Piratas de Campeche, señor Enrique Rosado Campeche, no volvieron a decirme nada. Eso me tranquilizó.
Igualaste un récord especial para todo cubano, el de seis inatrapables en un juego del inmenso Martín Dihigo. ¿Cómo lo disfrutaste?
Todavía lo disfruto, y en grande. Imagínate que es un cubano el que iguala a otro, y el que igualo es nada más y nada menos que Martín Dihigo, queridísimo allí y en otros lugares. Y en mi debut en Ligas Profesionales. ¿Cómo no disfrutarlo entonces?
¿Recibiste alguna bonificación especial por ello?
Si te refieres a dinero, nada. La mayor gratificación es el orgullo de poner mi nombre al lado de un pelotero historia como Martín Dihigo. Ya te dije que todavía lo disfruto.
Hablando de dinero, ¿cuánto incluía el contrato? ¿Había premios?
Fue un muy buen contrato, del cual recibí el 80 %, lo que me correspondía. Pero hay otras posibilidades, como si generas publicidad, pero yo llegué tarde y solo jugué 33 partidos, y además nuestro interés era clasificar al equipo para la postemporada. No pensábamos nada más que en eso, en jugar bien a la pelota para ayudar a los Piratas, aunque claro está que con el dinero ganado ayudo un poco a la familia, que es la que más sufre con nuestra lejanía.
¿Dejaste amigos?
Varios y muy buenos. Del equipo y fuera de este. Espero volver a verlos si los Piratas me contratan en la próxima temporada.
¿Cómo ves lo de la inserción de atletas en lides como esa?
Muy bueno. Al margen del dinero que se gane, poder medirnos en ese otro béisbol y aprender de ello es beneficioso. Conozco que lo que hicieron con nosotros tres (Samón y Michel Enríquez) fue algo experimental y pienso que salió bien, pero eso no lo debo evaluar yo. Solo espero que se repita y amplíe.
¿Qué tienes de inmediato en mente?
Prepararme para jugar con mi equipo, Granma, con los deseos de que clasifique para la postemporada, si seguimos con el mismo sistema, y cumplir con lo que venga después.
¿Qué viene después?

Competir en cuanto evento sea convocado para representar a Cuba. Y también espero volver a jugar con los Piratas.