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jueves, 14 de enero de 2010

UN CAFÉ CON LUCÍA

Fue una tarde para no olvidar.



Tomar Un Café con Lucía siempre será uno de los privilegios que la vida pueda darme, evidentemente, porque estar en compañía de una de las mujeres más hermosas de Bayamo, según mi patrón estético, es como recibir una infusión y no precisamente del aromático producto.

Eso lo percibí en la tarde de este trece de enero, el mes de las lunas llenas más brillantes, cuando como hacedora de lo bueno, Lucía nos entregó un sitio donde la palabra nos llevó hasta los orígenes del café en Cuba con la impronta del doctor Catasús, la música reflejada en una joven concertista guitarra en mano, Dunia Ortíz, y un viejo conocido de esta manifestación: Orlando Quesada Arévalo, Guapachá.

Las nubes pudieron más que el sol, pero no hizo falta su presencia, para qué más luz que la proyectada en ese Café Literario que se estrenó para bien de los sentimientos nobles en esa instalación, nueva también, y que responde al nombre de Guajiro Natural.

Resultó pequeño el sitio, allí estaban los que debían y pudieron estar. Los que no fueron perdieron la ocasión de disfrutar de la poesía de Luis Carlos Suárez y la propia Lucía, todos envueltos en ese aroma tan agradable que irradia una taza de café.

Bayamo debiera darse más espacios como este, porque en la ciudad contamos con excelentes artistas e intelectuales que pudieran presidir acciones semejantes a la del Café Literario, en los que la población interactúe con ellos, construyendo de esa manera puentes de unión entre sus manifestaciones y la ciudadanía.

Cuando pensé que faltaba más en el estreno de Un café con Lucía, me cayó encima, dulcemente aquello de que ‘’los espero en febrero”” y entonces pude despertar del sueño que me había inoculado esa estimulante herramienta creada por La Novia de Bayamo, aunque yo no estaba precisamente dormido.

La tarde, plomiza y con una temperatura agradable, me regaló la posibilidad de quebrantar mi cotidianidad, mi tiempo, para elevarme como ser humano desde la sensibilidad de una mujer, que es un verso de la mejor poesía y que para bien de mi existencia se llama Lucía.