Uno de los momentos más difíciles para los jóvenes emigrantes es la
muerte de un familiar querido en Cuba, y por problemas de tiempo y otras
cuestiones no poder asistir al funeral.
Mayra García Cardentey |
Salir del país, aun cuando lo hayan hecho en diferentes edades, es para
los jóvenes encuestados uno de los cambios más grandes de sus vidas
Lunes, 08 de Agosto de 2011 12:34
Algunos partieron en busca de sus sueños; muchos levantaron anclas tras
el amor alejado por océanos y continentes; no pocos porque les esperaban
seres queridos, entrañables, tanto como para dejar hogar y país detrás;
otros, por cosas del destino, simples decisiones que se toman en
momentos determinados de la vida, eligieron residir en parajes
diferentes a los que le vieron nacer.
Todos, pinareños, cubanos, jóvenes... emigrantes dialogan con
Guerrillero sobre el cómo dejar la Isla ha sido una de las
determinaciones más difíciles de sus vidas, y cuánto aman a Cuba, a
pesar de hacerlo desde distintas partes del mundo.
Emigrar: ¿ganar o perder?
El tema de las migraciones humanas es tan viejo como la propia
civilización; siempre ha existido y no se circunscribe solo al
continente americano, como muchos intentan ver, y menos como fenómeno
particular de Cuba, Isla sitiada y solo definida, en ocasiones, por los
emigrados hacia los Estados Unidos.
Mas la migración de cubanos a disímiles regiones del mundo, sigue siendo
un tópico muy polémico, con diferencias de acuerdos y actitudes
referentes a la política a seguir por las naciones receptoras y Cuba
como país emisor.
En la Isla, durante décadas no era bien visto el ser emigrado, situación
cambiante en la actualidad, cuando se define la decisión más por
factores económicos y familiares, especialmente en los jóvenes.
Con el objetivo de mostrar otra imagen del emigrado, Guerrillero
conversó con 15 jóvenes pinareños de diferentes sexos y razas, con un
rango de edad entre 22 y 30 años, que decidieron residir de forma
temporal o permanente en países como Italia, Chile, Canadá, Ecuador,
España, México y Estados Unidos.
Para todos, aquellos que emigraron por reunificación familiar, carta de
invitación, cuestiones de trabajo, compromisos matrimoniales, búsqueda
de mejoras económicas... la postura asumida constituye una de las más
controvertidas de su existencia.
"Ha sido difícil, para unos más que para otros, en dependencia de las
metas y objetivos individuales, refiere Alicia. La mejor forma de
describirlo es compararlo con volver a nacer.
Tienes de nuevo que aprender a hablar, escribir, leer..., alfabetizarte completamente.
Empiezas con ojos de adulto a mirar como niño. Todo es novedoso, enorme, e incluso, un poco temerario".
Aun cuando algunos perciban la emigración como la puerta de salida a
problemas de la sociedad cubana contemporánea, no es la solución
perfecta que muchos intentan ver; en la Isla hay personas que no los
consideran cubanos y en sus países actuales de residencia, no pasan de
ser "simples inmigrantes", la capa social "más baja".
"Vivir lejos de Cuba es una tristeza permanente. Aunque poseo todas las
comodidades materiales, me hubiera gustado tenerlas al lado de mi
familia, en mi país, comenta Cristina. Un auto BMW y una casa con
jacuzzi no da felicidad, aunque tengo un marido que me ama y lo amo, y
dos niños que son mi vida, y que ahora pertenecen a otro país y no a
Cuba".
"Quizás por ser joven a veces se piensa que no es difícil, dice Karla,
pero cuando ha pasado el tiempo, se siente una paranoia que te da deseos
de regresar, solo que ya te has adaptado a otra vida, aunque no del
todo".
Otros de los encuestados por el semanario definen vivir fuera de Cuba
como "un desafío para el espíritu", "una gran nostalgia", "una paz
intranquila", "un reto".
Diálogos de encuentro...
Todos confiesan pensar en Cuba siempre o frecuentemente, y con asiduidad
buscan informaciones sobre la Isla, o sobre amigos y familiares, desde
correos electrónicos, llamadas telefónicas, medios de prensas nacionales
e internacionales, y redes sociales.
"Pienso en las calles de Pinar, en la bulla de mi barrio (reparto 10 de
Octubre), conversa Ariadna. Se extraña la forma de ser de las personas,
la familiaridad que existe entre los amigos".
"Añoro a la gente de mi pueblo, la camaradería de los mantuanos, las
noches en que nos sentábamos un grupo de vecinos en el portal a cantar
con una guitarra, algo que nunca más he hecho en Italia", dice Luz
María.
Aunque se ha estigmatizado a las personas emigrantes de la Isla, como
"desertores", lo cierto es que muchos de estos jóvenes sienten este país
tan suyo como los de adentro. La gran mayoría palpita por Cuba, desde
los que llevan dos años hasta 15 fuera de la nación, los que vienen una o
dos veces por temporada, e incluso, quienes no han regresado nunca
desde que salieron la primera vez.
"Nadie puede decir que no extraña. Desde mi propia experiencia en la
cual el hecho de salir de Cuba fue una oportunidad de momento, algo que
nunca había pensado ni planeado; hasta ese que estuvo años esperando
poder irse. Se extraña mucho, se extraña todo, inclusive, hasta las
dificultades de las que una vez nos quejamos".
Siempre andan en busca de diálogos de encuentro que los acerque más a
esta tierra, suya por derecho de nacimiento y sentir. "Cuba es la tierra
de mis sueños inconclusos", decía Tamara, a lo que otros le suman,
`esta Isla es mi país de nacimiento´, `es esencia´, `Patria´.
"Hermosa, solidaria, revolucionaria, martiana, caliente, rumbera, verde,
hogareña, llana, húmeda, frondosa, mestiza, heterogénea, hospitalaria,
valiente, misteriosa, musical... única", la caracterizan en sus aspectos
positivos. Mientras en los negativos, resaltaron temas de índole
económico y social, y algunas disyuntivas políticas.
Pero en todos los casos, persiste el interés de fórmulas de
reconciliación entre quienes por diversas razones decidieron echar
suerte en otros rincones del mundo y los que permanecen en la nación. A
fin de cuentas, cubanos son todos, "sociables, pachangueros, humanos,
ingeniosos, carismáticos, extrovertidos, inteligentes, bailadores...",
como ellos mismos definen.
Hasta los huesos, cubana...
¿A quién catalogar como cubano o no?, siempre ha sido el dilema en el
complejo entramado de las migraciones. "Me siento cubana, y siempre lo
seré, nadie que nace en Cuba puede desarraigarse para siempre", plantea
Tamara.
"Ese es el problema de la diáspora, se piensa que ya no somos cubanos
porque no estamos pasando los mismos trabajos que los que viven en la
Isla, pero no es así. Se sufre mucho, y creo que cuando envío las
remesas estoy ayudando no solo a mi familia, sino a la economía que
recibe ese beneficio también. Cuba es el lugar al que siempre quiero
regresar, es la paz que necesito para ser feliz, para sentirme yo y
bajarme de los tacones. Cuba, es mi amor".
Para Luz María, todo es más simple, "hasta los huesos me siento cubana,
como dice la canción `me muero siendo cubana´, viva donde viva, esté
donde esté".
Todos concuerdan en que vivir fuera del país no les hace menos hijos de
la Isla. "¿Cubanos?, hasta la sepultura, plantea Carlos, siempre lo
seremos y no creo que nadie reniegue de ello".
Roberto se siente igual, aun cuando viva en Chile, "todos los aspectos
que conforman mi persona pertenecen a Cuba, y eso es muy difícil de
cambiar".
"No se puede nacer y vivir en un lugar y de pronto sentir que perteneces
a otra parte. Cuba es y siempre será nuestra madre", agrega Ariadna.
Mientras que Cristina hace un análisis más profundo. "Sentirse o no
cubano, luego de decidir vivir fuera del país, depende y varía de
persona a persona. Para aquellos que salieron de niños es más fácil
borrar los pocos recuerdos y asumir la nueva nacionalidad. Es la forma
más cómoda de adaptarse. Ellos te responderán al oír de Cuba "mis papás
son de ahí", refiere.
"Para el joven iluso que está deslumbrado con la nueva vida, un tanto
peligrosa, es `el lugar donde nació pero que ya quedó atrás´, continúa.
Para otros, jóvenes y personas maduras, es no solo el lugar de los
recuerdos, es `donde me hice lo que soy hoy´. Para un adulto mayor `Cuba
lo sigue siendo todo´; es el tema de conversación y de discusión, es el
motivo de algo y para hacer algo. Y aunque lo nieguen, significa dolor
por la decisión tomada".
Cuba somos todos...
Ser cubano no admite fronteras físicas ni psicológicas. Amar a Cuba,
tenerla como Patria no necesita de un espacio geográfico. El hogar, la
nación se lleva con uno, aun cuando no se esté en ella. Prueba de esto,
son nuestros entrevistados.
Son cubanos cuando les enseñan a sus hijos a hablar español, cuando les
muestran las tradiciones de su país, cuando realizan ese eterno periplo
de regreso de vez en vez. Son cubanos, y mucho, cuando sienten de cerca
la nación y desean el encuentro.
La emigración no es un viaje de partida, cuando la veamos como de ida y
vuelta, como refería el intelectual cubano Eusebio Leal, podremos
reconciliar relaciones por décadas tensas y en beneficio de la propia
nación. Vamos en contra de esencias martianas, cuando segregamos por la
elección de residir fuera de la Isla. "Patria es humanidad", diría el
Apóstol.
En nosotros, principalmente los jóvenes, como constructores actuales de
la Revolución, está la oportunidad de comenzar el proceso de
normalización de las relaciones entre el pueblo cubano que vive dentro y
fuera de Cuba... después de todo, es el mismo pueblo.
No se puede limitar la identidad porque se han escogido caminos
diferentes y se ama a Cuba desde variadas maneras... y desde todos los
rincones del mundo. Lo resume Carlos... "nadie me puede quitar a Cuba,
Cuba es mi vida. Yo soy Cuba. Cuba soy yo".
Nota: Los nombres empleados no son reales por decisión de los entrevistados.
Fuente:
http://www.guerrillero.cu/index.php?option=com_content&view=art...: