Cada pueblo tiene sus tradiciones y sus personajes, elementos indispensables en el camino que lleva a conformar una historia, que con el paso del tiempo, crece en profundidad e importancia.
Bayamo, como pueblo fundador, ha contado siempre con personas que le han dado brillo a la ciudad con sus contribuciones en diversas esferas de la vida.
Esas personas están en la memoria de los que con ellas compartieron y de los que han ido conociéndolas, de manera oral, escrita o visual.
Entre ellas, tenemos a un hombre que nos enseñó una de las granjerías favoritas de los bayameses de antaño, y que no debiera perderse en el laberinto de la desidia y el tiempo.
Me refiero, sencillamente a Tati, un hombre querido por su pueblo y quien contribuyó a la historia cultural bayamesa con las famosas rosquitas, conocidas nacional e internacionalmente.
Hombre afable, siempre sonriente, dejó una estela de cariño en la población de Bayamo, cultivando las amistades verdaderas que él se quiso dar.
Hoy las rosquitas siguen estando cerca de la Plaza de la Revolución, donde tenía Tati su punto de venta. Unas veces las ofrece su hijo, heredero de ese arte ancestral bayamés de la elaboración de ese producto.
Dicen que hay misterios en los ingredientes de las rosquitas, dicen que Tati se llevó la receta más exacta para su elaboración, pero lo cierto es que siguen aquí, en Bayamo, como una muestra de una granjería, que no siquiera el paso del tiempo ha podido eliminar.
Entonces aboguemos para que se eternice su presencia y que otros Tati, con amor y delicadeza, tengan la posibilidad de ofrecer las rosquitas bayamesas, tan apreciadas por los hijos de la Ciudad Monumento.
Autor: David Rodriguez Rodríguez
Editado desde la ciudad de Bayamo, Cuba, por el periodista David Rodríguez Rodríguez.
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viernes, 16 de mayo de 2008
LUIS CARLOS SUÁREZ. NARRADOR Y POETA
Desde La Loma de los Gatos, leo Las Mentiras del Rey Arturo, quien, además de llevar en sus manos El Anillo de la Condesa, pronuncia Las Palabras del Otro, que afirman: Las Cigüeñas no Vienen de Paris y que sí esperan El Regreso del Guerrero.
En sus Papeles Nevados plasma el poeta encumbradas y sencillas metáforas, recorriendo su propia piel, buscando en ella motivaciones repetidas en los semejantes que lo rodean, y que le ofrecen las musas que pueblan su inmenso bosque intelectual.
No es de los que anda por las ramas de los árboles, sabe de la debilidad de éstas, por eso se aferra al tronco, Padre de todas las fuerzas, espirituales y del pensamiento.
En sus ojos guarda la imagen del viejo pescador que conoció en el litoral, haciendo realidad la máxima: Todo el Mar es Mío, y esa expresión es muy cierta, pues con él cabalga el salitre que en su ciudad natal pulula.
Manzanillero, santiaguero, bayamés, muy cubano, su poesía navega en el Golfo, en el arroyo, y vuela en los colores patrios del Tocororo, dueño de la Palma Real.
Del amor que ha forjado han surgido sus más hermosas poesías, que crecen inevitablemente en el seno familiar, compartiendo con la flor de su vida, el fruto de esa unión.
Nuestro idioma, tan bello y original, quizás guarde las palabras que mejor pueden fotografiar su alma, pero estas son las mías, sería muy difícil hablar de Luis Carlos Suárez, algo así Como el Cuento de Nunca Acabar.
Autor: David Rodríguez Rodríguez
NOTA: En este homenaje que dedico a Luis Carlos Suárez, me he valido, esencialmente, de los títulos de sus libros, para armar el texto que está mas arriba
En sus Papeles Nevados plasma el poeta encumbradas y sencillas metáforas, recorriendo su propia piel, buscando en ella motivaciones repetidas en los semejantes que lo rodean, y que le ofrecen las musas que pueblan su inmenso bosque intelectual.
No es de los que anda por las ramas de los árboles, sabe de la debilidad de éstas, por eso se aferra al tronco, Padre de todas las fuerzas, espirituales y del pensamiento.
En sus ojos guarda la imagen del viejo pescador que conoció en el litoral, haciendo realidad la máxima: Todo el Mar es Mío, y esa expresión es muy cierta, pues con él cabalga el salitre que en su ciudad natal pulula.
Manzanillero, santiaguero, bayamés, muy cubano, su poesía navega en el Golfo, en el arroyo, y vuela en los colores patrios del Tocororo, dueño de la Palma Real.
Del amor que ha forjado han surgido sus más hermosas poesías, que crecen inevitablemente en el seno familiar, compartiendo con la flor de su vida, el fruto de esa unión.
Nuestro idioma, tan bello y original, quizás guarde las palabras que mejor pueden fotografiar su alma, pero estas son las mías, sería muy difícil hablar de Luis Carlos Suárez, algo así Como el Cuento de Nunca Acabar.
Autor: David Rodríguez Rodríguez
NOTA: En este homenaje que dedico a Luis Carlos Suárez, me he valido, esencialmente, de los títulos de sus libros, para armar el texto que está mas arriba
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