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martes, 23 de marzo de 2010

ALDEA EN REVOLUCIÓN

Cuba es una Aldea en Revolución desde los tiempos inolvidables del Levantamiento en el ingenio La Demajagua.


No alcanzó esa condición por azahar.

Las circunstancias sociales obligaron a una pléyade de hombres acaudalados a tomar una decisión heroica, pero necesaria para el alumbramiento de una nación independiente y soberana.

Aquel hecho acaecido en el sagrado sitio de la patria que es La Demajagua, donde tenía una fábrica de azúcar Carlos Manuel de Céspedes, el iniciador de las gestas libertarias en Cuba el 10 de octubre de 1868, marcó de manera definitiva el actuar de una generación que lo entregó todo a la causa.

Céspedes, en acto humanista, le dio la libertad a su dotación de esclavos, tenía muchos, los que se dedicaban al agotador trabajo del corte de la caña en horribles condiciones.

Ese solo gesto ya lo enaltecería para siempre, pero pensó siempre en los demás, que sin ser esclavos, eran sometidos a la tiranía española en la Isla.

Y es una Aldea en Revolución, porque a pesar de las contradicciones de aquellos tiempos entre las fuerzas de la independencia, la ruta hacia la obtención de una libertad plena no se detuvo y con el uso de las armas, machetes, fusiles y una voluntad comprobada por el poderío colonial de la península, continuó el afán de expulsarlo de estas tierras.

José Martí, el más universal de los cubanos, señaló la necesidad de la unidad entre las fuerzas mambisas y dio el ejemplo supremo al desembarcar por Playitas de Cajobabo, con el interés de seguir levantando la bandera de la lucha armada.

Su caída en combate aquel nefasto día 19 de mayo de 1895, constituyó una contribución a la lucha, un acicate para que los cubanos no dejaran nunca la tarea de hacer de este suelo una nación libre.

Ya fuera de la escena Carlos Manuel de Céspedes, José Martí y Antonio Maceo, los cubanos, fieles y respetuosos de la historia recogida en páginas heroicas, sustentadas por los combates en la manigua, se propusieron honrarlos y la única manera de hacerlo fue mantener los principios de la Protesta de Baraguá.

Ya Estados Unidos preparaba sus acciones para inmiscuirse en el conflicto hispano-cubano y a la larga intervino, como nuevo imperio, aún naciente, en este archipiélago, no para ayudarnos a ser libres, sino para maniatarnos con el objetivo de sojuzgarnos eternamente.

La historia vivida en la falsa república, corroboró esas preocupaciones pues el gobierno de Washington, tan voraz como ahora, pretendía adueñarse de la Isla y crear un territorio al estilo del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

Aquella republiqueta colapsó de manera irreversible el primer día de Enero de 1959, cuando el tirano de turno voló hasta su madriguera en el norte de Cuba, buscando el amparo de sus amos, bajo el cual murieron veinte mil cubanos.

Hoy las circunstancias son otras, pero el enemigo sigue siendo el mismo. Y ese enemigo, sigue acariciando el sueño de apoderarse de esta Isla y para lograr ese empeño utilizan sin ocultarlo a nacidos en este país que le sirven de herramienta para la propaganda contra la Revolución Cubana.

Para alcanzar sus objetivos compran a todo el que se deja comprar, sean economistas, músicos de poca monta o simplemente delincuentes ascendidos al grado de héroes, cuando participan solo en las batallas contra el pueblo digno que los vio nacer.

Todo cubano honesto, respetuoso de su historia, amante de la independencia y la soberanía, debe rechazar de forma tajante las pretensiones de los que desde el exterior, o desde la propia Isla, quieren la destrucción de una sociedad que es ciertamente imperfecta, aunque es perfectible.

Todo lo que vaya en contra de esta Aldea Revolucionaria huele a anexionismo, a entrega de la patria a una potencia extranjera.

Todo ciudadano de la Isla que contribuya a la destrucción de la obra de la Revolución está ofendiendo a los tres mil cubanos asesinados por actos terroristas cometidos por asesinos provenientes de Estados Unidos.

Todo ciudadano de la Isla que se venda a los intereses del gobierno de Estados Unidos, está ofendiendo a aquellos hermanos asesinados el 6 de octubre de 1976, cuando la contrarrevolución cubana hizo estallar el avión de Barbados.

El principal culpable, Luís Posada Carriles, vive tranquilamente en la ciudad del terrorismo que es Miami.

Ante las calumnias del presente, que son las mismas del pasado, esta Aldea en Revolución, sigue brillando en el Caribe, para bien de los pobres del mundo, que sí saben donde está la verdad, el honor y la dignidad.

UNA NOCHE DE GLORIA

La voz de Pablo Milanés inundaba con toda la fuerza de su lirismo, el jardín de la Unión de Escritores y Artistas en la ciudad de Bayamo.


Iba a producirse un intercambio fructífero entre el Ministro de Cultura, Abel Prieto y una representación de los intelectuales de la provincia de Granma.

Al entrar en el recinto, Abel escuchó, como todos los presentes esa canción hermosa que Pablo tituló Días de Gloria, buen preámbulo para que los responsables de las diversas asociaciones que integran la prestigiosa institución cultural, explicaran la manera en que desarrollan sus actividades.

Había alegría en ese hermoso sitio, presidido por una palma real, mangos y hasta un aguacate, ambos pugnando por parir sus frutos. Así en ese ambiente de luces y de sombras comenzó una velada en la que la cultura volvió a demostrar que es el alma de la nación cubana.

La música inundó nuevamente todos los espacios. En el escenario, una agrupación muy joven de la ciudad de Bayamo: el grupo de música antigua Exsulten con la gracia de sus temas y la de sus integrantes.

Hubo reconocimientos para agrupaciones de diversas manifestaciones que cumplen importantes aniversarios, las que recibieron de manos del Ministro de Cultura los diplomas correspondientes.

Luego Ronald Suárez, un atrevido y talentoso joven de Bayamo, cultor del jazz, entregó una pieza musical que puso de manifiesto todo el caudal que lleva por dentro, para alegría de los presentes.

Abel habló de la importancia de estos tiempos de la cultura como bastión de la sociedad cubana. Dijo que en medio de la perversa campaña que contra Cuba orquestan los grandes medios de comunicación, nuestra nación se apoya en ese factor imprescindible para seguir adelante.

Casi en la medianoche pudimos disfrutar de la granjería bayamesa. Esos productos propios de la ciudad y que llenan una época de la historia de la ciudad.

Mientras, la voz de Pablo Milanés despedía la velada con uno de esos temas que en una de sus partes dice: “”Donde yo nací, donde me crié…

Fue, sencillamente, una noche de gloria.

¨¨Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz¨¨

¨Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz¨¨

Cualquier acción en contra de este pensamiento martiano indica mala fe, distorsión y maldad.

Cuba está en la hora de los hornos, por eso las diatribas, mentiras y manipulaciones de los enemigos de siempre, los de afuera y los de adentro.

No hay parangón en la historia de estos tiempos para comparar el la insidia que contra Cuba escriben hoy los grandes medios de comunicación con el insano interés de crear una opinión contraria al sistema social, que contra viento y marea los cubanos llevamos adelante.

Mentiras flagrantes, verdades a medias, manipulaciones de todo tipo se emplean para distorsionar la verdad que desde esta Isla de la Rebeldía se escribe todos los días, a pesar del criminal bloqueo del gobierno de Estados Unidos contra el pueblo cubano.

Hoy el pretexto es la muerte de un delincuente común al que voceros del imperio, medios de prensa y asalariados de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, quieren convertir en héroe.

El Gobierno de Obama condenando a Cuba por la muerte voluntaria del reo, sin embargo la administración norteamericana asesina casi todos los días a civiles en Afganistán y de eso no se lamenta la ¨¨purísima¨¨ Unión Europea.

Los gobiernos de la Vieja Europa condenan a Cuba, responsabilizándola por la muerte de un preso común, mientras sobre las cabezas de los afganos caen las bombas lanzadas por aviones norteamericanos asesinando a inocentes, pero de allí ni una sola voz para recriminar esos abusos.

La Casa Blanca hablando de derechos humanos mientras en la frontera con México se levanta un muro para evitar la entrada de inmigrantes a los que cazan como animales salvajes en la nación que se ufana de paladín en el mundo de todos los derechos.

Mientras el imperio y sus seguidores, los de aquí y los de más allá acusan a esta nación de hombres libres, en las paredes de Abu Ghraib guardan las escenas de los suplicios a los que sometieron a los presos iraquíes.

Dónde estaban los gobiernos europeos que no vieron, no condenaron esos desmanes?

A qué se dedican los gobiernos europeos que no se han enterado de las cárceles secretas que tienen en sus territorios, donde la tortura, las desapariciones y los asesinatos están autorizados porque así lo ha exigido el gendarme internacional que responde al nombre de Estados Unidos de Norteamérica?

Por qué ese ensañamiento contra un pequeño país como Cuba, que jamás ha ocasionado daños ni a población norteamericana ni a la población europea?

Cómo se puede tratar de justificar una guerra mediática como la que nos ocupa generada por la muerte de un delincuente elevado a la categoría, bien remunerada, de “”disidente”” por los medios de comunicación que responde a los intereses de los ricos de este mundo?

Hay respuestas que son tan evidentes como el tiempo que dura un día. Se trata de la “”amenaza”” que Cuba significa en un tema como el de la solidaridad, puesta de manifiesto en todos los momentos, incluso en los más difíciles de nuestra nación.

Cuba ha estado siempre al lado de los pobres. Cuba ha derramado sangre ayudando a los pueblos a alcanzar la libertad. Africa es un ejemplo. De allí los cubanos se llevaron solo los restos de los caídos. Sucede eso en Irak? Qué se llevan los yanquis de esa sufrida nación, aparte de los caídos en esa guerra inmoral?

Eso se sabe. Se llevan los recursos del pueblo iraquí.

Esta guerra no es nueva, tiene sus antecedentes, siempre dirigidos a destruir a la Revolución Cubana.

Contra Cuba todas las armas están justificadas porque la Isla marca la diferencia a favor de los pobres de Nuestra América o en cualquier lugar del mundo que necesite del talento y la solidaridad de la Mayor de las Antillas.

Cuba no pide nada a cambio se la solidaridad. Cuba no traiciona el espíritu de hermandad que ha fomentado salvando vidas, dando luz a las pupilas oscuras, llevando la cartilla de la alfabetización para que los pueblos lean y después crean.

En nombre de los caídos en defensa de la nación cubana, jamás permitiremos que nuestra patria vuelva a ser propiedad norteamericana. Aquí solo podrá ondear, como ahora, una sola bandera, la de la Estrella Solitaria.

´´Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz¨¨, José Martí