Es fuerte como la raíz del cedro. Dulce como el guarapo. Tierna como el beso de un padre. Estremecedora como el terremoto. Única en el panorama musical cubano.
Así
sigue siendo la voz de ese hijo del platanal, del barrio que lo vio nacer en la
pobreza, que un día salió de su entorno sin mirar hacia atrás para convertirse
en el mandamás de la música popular cubana.
No
hace falta pronunciar el apellido porque su nombre lo identifica no solo en
este archipiélago que lo ama, como se quiere a alguien que entregó todo para
dar felicidad a su pueblo.
Benny
no dejó de cantar aquel 19 de febrero de 1963, desde aquel ataúd colmado de
flores desgranó todas sus canciones con la misma belleza con que se presentó en los más diversos
escenarios.
Bayamo
lo vio cantar. Bayamo lo disfrutó en más de una ocasión en aquellos bailables
de pueblo como le gustaba a él actuar en plazas públicas porque sabía que su
voz no cabía en un teatro.
Benny
cosechó no solo los aplausos, el respeto y la consideración de los bayameses,
sembró la semilla de la amistad y de esta germinaron relaciones familiares con
vecinos de esta comarca.
Nunca
se podrá hablar en pasado de este excepcional bardo porque los que como él se adentra
en los sentimientos de la gente más humilde, siempre estarán presentes.
Bayamo
estuvo todo el tiempo en los éxitos alcanzados y que hoy se escuchan con
devoción la música de nuestra patria para no solo disfrutarla, sino promoverla
como uno de los valores de la nación.
Muchos
de sus éxitos fueron escritos por un bayamés que con hermosas inspiraciones
hicieron brillar al ilustre hijo de Santa Isabel de las Lajas, uniendo para
siempre a estos puntos geográficos cubanos.
Uno
de esos temas escrito por Ramón Cabrera, conocido de manera popular como A la
bahía de Manzanillo, tiene la peculiaridad de haberse inspirado por la idea del
periodista Rubén Castillo Ramos.
El
más grande cantor popular cubano comenzó a cantar desde el instante de su
nacimiento, el imaginario popular dice que aquel grito de llegada al mundo fue
emitido con una afinación solo dada a los grandes.
Hoy
el Bárbaro del Ritmo cumpliría 96 años, casi un siglo desde aquel
acontecimiento cuando desde su amada Santa Isabel de las Lajas, las cañas y los
platanales pintaron su verdor con su potente voz.