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lunes, 9 de octubre de 2017

CÉSPEDES, EL INMORTAL


El año 68 del siglo 19 cubano nos permitió conocer con la profundidad necesaria, la impronta de un hombre que puede considerarse un adelantado por las circunstancias en las que le tocó vivir.

Aquel 1868 reafirmaría sus convicciones aquel bayamés acerca de la horrible situación por la que atravesaba el país, invadido por una potencia extranjera y que asfixiaba a todo un pueblo.

La paciencia llegó al límite en una jornada que quedaría fijada en la memoria del pueblo cubano en un día luminoso y fecundo, cuando los nacidos en esta Isla arreciaron la lucha en aras de la independencia.

El 10 de octubre de 1868 Carlos Manuel de Céspedes hizo lo que le correspondía de acuerdo con su pensamiento lanzándose al campo de batalla con más valor que armas, con hidalguía, con principios.

Cuando en la historia de las naciones surgen patricios como el bayamés, los pueblos se suman a la lucha quizás sin la debida preparación bélica, pero llevando la valentía dibujada con sangre en la frente.

Ya la Isla no aguantaba tanto escarnio, la esclavitud, el atropello, la sujeción forzada a una metrópoli que no tenía la dignidad de respetar a los cubanos, por eso surgió, entre cañaverales la luz de la libertad.

Céspedes fue grande al tomar la decisión de adelantar el levantamiento, a sabiendas de que no era el presidente del Comité Revolucionario de Bayamo que tenía una fecha para comenzar las acciones.

Sólo un hombre, acaudalado y comprometido con la Revolución y sin afán de protagonismos, Francisco Vicente Aguilera, podía aceptar aquel hecho de La Demajagua sin oponerse a la decisión.

Por eso Aguilera fue y sigue siendo grande ante los ojos de su pueblo que lo venera y proclama como uno de los fundadores de la patria, que a partir de aquel instante tendría un jefe: Carlos Manuel de Céspedes.

Brilló Aguilera con su desprendimiento moral y activo, brilló Carlos Manuel al empinarse en aquel sitio desde el cual proclamó el inicio de una contienda a la que sumó a sus esclavos, ya libres aquella madrugada.

Los cubanos debemos sentirnos orgullosos de nuestra historia porque los patriotas la escribieron, machete en mano, no cediendo jamás en sus posiciones y unidos con el noble propósito de la libertad.

Nos queda honrar a los fundadores, a esos patriotas que lo dieron todo a cambio de nada porque cuando la patria urge de sus hijos todo lo que se haga por ella constituye el mayor premio.

Ante la fecha del 10 de octubre, la emoción hace crecer los sentimientos de amor a la tierra amada, se afianza el espíritu de la libertad y se canta el Himno Nacional, abrazando con ternura la bandera de la Estrella solitaria.