Esta mañana en uno de mis recorridos
por la Plaza de
la Revolución
de Bayamo, escuché la voz extraordinaria de Olga Tañón, la célebre cantante de
Puerto Rico.
Eso me llamó la atención y me
encaminé hacia la Casa
de la Cultura
20 de Octubre y me encontré con muchos jóvenes en el patio de la institución
cultural.
En el escenario, una niña bailaba y
cantaba sobre la voz de la Tañón
y bailaba imitando a la excelente intérprete boricua con tantos seguidores en
nuestro país.
Ya el espectáculo estaba en las postrimerías
y los aplausos dedicados a la niña marcaban el final de su presentación y de su
escuela.
Se trataba de una clase demostrativa
dirigida a los instructores de arte, quienes convertidos en público apreciaban
lo que se hace en la escuela especial Graciela Bustillos de Bayamo.
Ese centro forma parte de la red de
escuelas cubanas con educación especial y a ella, en este caso, asisten niños y
adolescentes, en su mayoría, con síndrome de dawn.
Quizás para un cubano, habituado a
convivir con estas realidades, el hecho pase inadvertido, pero lastimosamente
esa posibilidad no esta como regla en el mundo, solo como excepción. Y Cuba lo
es.
Esos pequeños y adolescentes reciben
una enseñanza que los prepara para la vida, en una independencia personal, con
el objetivo de llegar a socializarlos y ser útiles a la sociedad en la medida
de lo posible.
La enseñanza especial tiene otras
dependencias en la ciudad de Bayamo, como las escuelas para niños con
deficiencias auditivas y de sordos e hipoacúsicos Che Guevara.
También existe, de reciente apertura
la escuela para niños autistas, que como los demás reciben el cariño de un
personal especializado y sensible.