Amaury. Muy buenas noches. Estamos en “
Con 2 que se quieran“, ahora aquí, en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.
Hoy nos acompaña, me acompaña, uno de los rostros más bellos que ha salido en la televisión de todos los tiempos. Una mujer intensa, pasional, compositora.
Una cantante de las más afinadas, de afinación absoluta, diría yo, con una voz timbrada, siempre timbrada. Líder de cuartetos y una de las grandes solistas. Y a mí me parece que nuestro programa se debe sentir orgulloso y privilegiado de haberla invitado. Y yo quiero agradecer que haya aceptado, porque ella tiene una vida realmente muy ocupada. Mi admiradísima compositora, cantante y escritora, Lourdes Torres.
Lourdes. ¡Ay, mi amor, has dicho tantas cosas bellas!
Amaury. Es que no puedo creer lo bonita que tú eres. Siempre me ha parecido eso.
Lourdes. Es que tu papá, cuando estaba como director de televisión, me hacía unos close up de aquellos, que para qué te cuento.
Amaury. Todavía los aguantas.
Lourdes. No, no, ya no.
Amaury. Espero que nuestro director, Solís, se ocupe de demostrar que no estoy diciendo falsedades.
Lourdes. Vamos a decirle a Solís, si lo quiere hacer. ¡Solís hazlo sin pena de ninguna clase, porque todo el mundo sabe la edad que tengo!
Y le agradezco mucho a la vida, todavía voy a mantenerme, bueno, más o menos, tú sabes.
Amaury. Sí te mantienes, sí te mantienes. Ahora, vamos a hablar con tiempo de este libro de poesía, que has tenido la gentileza de regalarme, y que se llama
Tiempo, Lourdes Torres.
De todas maneras quiero empezar hablando de tu papá y de tu mamá, porque en un poema que se llama
Enseñanza, no lo voy a leer completo, por el tiempo en televisión, y quiero entrevistarte y que la gente se compre el libro y se lo lea.
Pero aquí, dedicado a tu padre, el primer verso es fabuloso, porque dice:
La razón siempre fue tuya y la experiencia. La experiencia está clara, ahora, “la razón siempre fue tuya”. ¿Tú papá tuvo la razón, siempre?
Lourdes. Sí, mira, mi mamá y mi papá. La relación con mi madre era mucho más fuerte. Porque digo donde quiera que me paro, que le agradezco a Dios y a mi madre, lo que he podido hacer, hasta dónde he llegado, porque mi madre me dio un apoyo tremendo. Vamos a empezar porque mi padre, el día que yo fui a casa de Ernesto Lecuona y Lecuona me escuchó y me puso en un concierto y todo, que regresamos a la casa, mima venía como cascabeles, de feliz. Lecuona, imagínate, la niña, que tenía yo 15 años, y se lo dijo a mi papá y mi papá me dijo: ¿Cómo? ¿Artista?, no quiero artistas en mi casa porque son una partida de (…) y la única vez que he visto a mi madre decirle: No, viejo, eso no es así, no le podemos cortar las alas, fue en ese momento. Mi padre era un buen hombre. Un buen hombre, un hombre muy trabajador, creo que mi disciplina como trabajadora se la agradezco a él, porque mi madre era ama de casa. Pero eran dos joyas, dos joyas. Yo internamente me decía: ay, pero para papi todo es oscuro, gris con puntitos prietos. Ay compadre, la vida siguió y pude ver el gris con unos puntos negros así, y me di cuenta que él tenía tanta razón. Lo que pasa es que él quería convencerme a partir de él, y no sabía que era que yo tenía que vivir mi vida yo, porque ahora me pasa. Por ejemplo a veces le digo a mi nieta: ay, hija, no hagas eso porque… y Ay, abuela, pero eso eran otros tiempos. Caemos en lo mismo. Por eso.
Amaury. Ahora, tú eres bajita de estatura, y de un temperamento muy fuerte, y muy alto. ¿Quién en tu familia era alto y quién tenía el temperamento?
Lourdes. Mi papá era bajito ¡Pero tenía un temperamento!.
Amaury. Era concentrado (risas).
Lourdes. Mi mamá era bajita y era dulce, dulce, dulce, pero cuando se ponía brava, piérdete. Entonces alto, era mi abuelo paterno.
Amaury. ¡Ah, tú ves, alguien tenía que ser alto por ahí, yo sabía!.
Lourdes. Que de paso te digo, mi abuelo paterno, porque la gente me dice: ¿tú eres medio achinada? Sí, un cantonés. Y mi bisabuelo también era cantonés.
Vaya, mi hermana y yo, las dos, de milagro no salimos enanas, sí de milagro.
Amaury. Lourdes no digas eso, ¿cómo que enana?, tú eres una mujer bajita, pero eso está perfectamente bien puesto todo donde va.
Lourdes. Tres pulgaditas más.
Amaury. Se resuelven con los tacones.
Lourdes. No, mira, ya no, ya no me pongo tacones.
Amaury. ¿Ya no te los pones?
Lourdes. No, para nada.
Amaury. A ver. Tú eres de ese grupo de artistas célebres, que nacieron en una tierra bendita, Guanabacoa.
Lourdes. Ay, Guanabacoa.
Amaury. Guanabacoa. Y en una época maravillosa, los años 40, en 1940 exactamente.
Lourdes. 29 de abril del 40.
Amaury. ¿Cuántos años estuviste en Guanabacoa?
Lourdes. Un par de años.
Amaury. O sea, ¿no tienes recuerdos de Guanabacoa?
Lourdes. No, los recuerdos que tengo son los que tenía mi madre. Entonces yo aprendí a querer a Guanabacoa, a través de mi madre.
Amaury. Ya después estando en Lawton.
Lourdes. Sí, en Lawton, en la Víbora, y donde quiera digo: mira, de Guanabacoa, ni siquiera para los concursos esos de música, me han llamado nunca. Es como que yo no nací allí.
Amaury. ¿Verdad?
Lourdes. Sí, sí, verdad.
Amaury. ¿Pero lo saben?
Lourdes. Claro, cómo no lo van a saber, si hasta tengo la medalla esa de hija de no sé cuánto de…
Amaury. …Hija ilustre de Guanabacoa.
Lourdes. Menos mal que es ilustre.
Amaury. A ver, ¿cuándo es que tú descubres que cantas, no cuando descubres ala niña que empezó a cantar, sino, cuándo es que descubres que esa es una posibilidad real para ti?
Lourdes. Mira, yo voy a decir algo que es posible que no me lo crean. Viviendo en Arroyo Naranjo, que fuimos a dar allá porque yo padecía de bronquitis.
Amaury. ¿Pero para cuántos lados entonces tu viviste antes de llegar a…?
Lourdes. Bueno, de Guanabacoa vine a Santos Suárez, pero me daban unas bronquitis espantosas y el médico dijo: hay que llevar a la niña a un lugar que tenga…
Amaury. Campestre.
Lourdes. Campestre y allá se fueron, los pobres, una casa buena, pero ya tú sabes, hasta que mi madre dijo: No, pero yo no voy a criar unas hijas campesinas aquí. Había unas matas de esas que eran unas cosas largas así.
Amaury. Sí, con espigas, con las espigas esas…
Lourdes. Sí, como unas espigas.
Amaury. Nunca he sabido cómo se llama la mata esa…
Lourdes. Yo tampoco.
Amaury. En Fontanar también las había.
Lourdes. Y yo iba haciendo así, iba pasando, porque eran los telones.
Amaury. Claro, las cortinas.
Lourdes. Pero además, iba cantando, y yo cantaba en un idioma que lo recuerdo perfectamente. (Canta) ¿Sería un muerto extranjero que tenía al lado? Cantonés.
Amaury. El abuelo cantonés.
Lourdes. A lo mejor. Por eso, pero ya, desde ahí yo sabía que yo era artista y bueno, en la escuela me cogían para todo. Encarámate aquí y recita; encarámate aquí y canta. Encarámate aquí y haz un baile. Yo era la niña estrella de la escuela, con cinco años, seis años.
Amaury. ¿Y el vecino saxofonista ese que?
Lourdes. Ah, eso fue…
Amaury. ¿Dónde fue, en qué barrio? Porque hay que ir situando los barrios…
Lourdes. Eso fue cuando salimos de Arroyo Naranjo. Mami nos matricula a mi hermana y a mí, en el Conservatorio Municipal, el actual Amadeo Roldán, que por cierto, era muy fácil, pasó un día por allí con nosotras y entró, entró con nosotras, fue a la oficina y le dijo a la señora que estaba en la oficina. ¿Cómo puedo hacer para que mis hijas se matriculen aquí? Traiga una foto de carné. Ya. Se acabó, sin más pruebas, sin más nada. Claro, corría el año, si al año nada, pum.
Amaury. Para afuera.
Lourdes. Para la calle. Pero no fue así.
Amaury. ¿Pero eso lo pagabas, lo tenía que pagar tu familia?
Lourdes. No señor, no se pagaba un centavo para nada.
Amaury. Ah, ¿no?
Lourdes. Nada, eso era lo más fácil del mundo entrar en el conservatorio. Mami me inscribió en solfeo, teoría, piano y ballet. Luego tuve que dejar el ballet. Primero porque me convencí de que con estas piernitas tan cortas yo iba a ser una bailarina enana. Pero conjuntamente con eso, ya había matriculado canto. Y mi profesora de canto me dijo: el ballet y el canto no se llevan bien, porque la voz se baja por los ejercicios.
Amaury. Sí, yo he leído en una entrevista tuya que te habían dicho que a las bailarinas les bajaba el tono.
Lourdes. Les bajaba la voz. Sí, entonces yo me sentaba al piano a estudiar mis lecciones de piano. Pero entre col y col, yo me compraba, por ejemplo, María la O.
Amaury. Claro, zarzuelas.
Lourdes. (Canta) Yo misma me acompañaba. Y al lado de mi casa había un saxofonista.
Amaury. Tú no puedes cantar mal ni haciendo estos cuentos. ¡Qué bárbaro!, ¡qué bárbaro! Estoy fascinado.
Lourdes. Entonces el señor le dice a mi mamá -esto fue antes de matricular el canto-…
Amaury. Sí, sí, el saxofonista del que hablamos.
Lourdes. Y el señor le dice a mi mamá: ¿Por qué no matricula a Lourdes en canto? Porque tiene una voz bellísima. ¿Por qué no esto?, qué sé yo. Se matricula el canto con 11 años que incluso, la maestra me preguntó; ¿Ya tú cambiaste de vida, hija? Porque antes no se decía…
Amaury. Ah, se decía, así, claro.
Lourdes. Sí, si no eras señorita no podías estudiar canto y ahí empecé.
Amaury. ¿Qué cosa, qué tendría que ver eso, no?
Lourdes. Ah, yo qué sé, habría que preguntarle a un ginecólogo.
Amaury. Si, a ver si subían los tonos.
Lourdes. Y bueno, nada, de ahí fui, no sé qué cuanto. Un día en mi casa, otro vecino, en otro edificio donde yo vivía, que también me escuchaba tocar y cantar, me llamó y me dijo: Hoy es el cumpleaños de mi esposa. ¿Por qué usted no va y le canta algo?
¡Ay, qué pena!, porque además, déjame decirte algo: tú me dices ahora, cántame algo. ¡Concho, Amaury! Yo soy gente de escenario. Yo si tengo que cantar aquí, posiblemente haga una bazofia, porque me da una pena, siempre he sido así. Pero el escenario no, yo salgo al escenario y cuando veo al público…
Amaury. No, yo sé.
Lourdes. Quiero dar todo, lo mejor, pero aquí no puedo dar nada. Y me dio mucha pena y me fui para allá, entré. Estaba un pedazo de madera aquí, y ahí me recosté, así, como una cucaracha y canté
Alma mía. Cuando terminé el señor viene y me dice: Te quiero presentar a alguien y me presentó a un señor. Resulta ser que se llamaba Roberto Rodríguez. Él era el empresario.
Amaury. Era el manager de la Guillot, de Olga Guillot.
Lourdes. Exacto y de Riolobos.
Amaury. Sí, cuando venía Daniel Riolobos, el cantante argentino.
Lourdes. Y el hombre me dice: ¿usted puede estar mañana por el Teatro Nacional?, se llamaba Nacional, el Gran Teatro. Y cuando llegamos, el señor dice: Usted y su mamá monten aquí. Le digo: ¿Para qué? Dice: Vamos a la casa del maestro Lecuona. ¿Tú nunca has visto una persona que lleve un gato con un arreo y suena un pito o algo y el gato hace: shiiii y no puede correr?
Amaury. Como los dibujos animados que hacen así.
Lourdes. Sentí shiii y le dije a mi mamá: Ni muerta. Dice mi mamá: Usted sí va. Vamos a hacer una cosa: Si el maestro Lecuona dice que usted no canta, salimos del conservatorio, y ya, te quito esa obligación.
Amaury. ¡Qué barbaridad!, qué cosa.
Lourdes. Y salimos para la casa de Lecuona. Entonces fue una cosa terrible. Yo sudaba, estábamos en septiembre y yo sudaba como condenado a muerte. Hasta que me llama y me dice, me mira así y me dice: ¿Qué vas a cantar, comino?
Amaury. ¿Comino?
Lourdes. Comino, yo tenía 15 años.
Amaury. Claro.
Lourdes. Pesaba 80 libras. Estaba fea que partía el alma aquello.
Amaury. No, tú no puedes haber estado fea nunca, pero bueno.
Lourdes. Sí, yo te digo a ti que estaba feísima, hay testimonios fotográficos de entonces. Yo me compuse con los años. Ahorita me descompongo con los años, hasta aquí me compuse. (risas)
Entonces, Amaury, él empezó. Yo, oye esto: le puse el papel del piano así.
Amaury. Ah, no, pero eras osada. Ponerle un papel de piano, acompáñame eso.
Lourdes. Se lo puse, idiota yo. Bueno, y él no me dijo yo me lo sé, no, no. Él miraba y tocaba. Y cuando terminé, él tenía un empleado al que él le decía Tita Rufo. Entonces se vira y le dice: Tita -esto no lo había dicho con ninguno- inclúyeme al comino en el concierto del 9 de octubre. Y nada, llega el día del concierto. Amaury, no te lo quiero contar, si hubiera sido un muelle, no hubiera temblado tanto. Llegó el momento, salí (canta) con un vestidito de diez pesos que era lo que mi mamá había podido comprar, mis pelitos sueltos. Lecuona no me dejó ponerme ni polvos, porque él quería aprovechar la cosa de la muchachita.
Amaury. Claro, sí.
Lourdes. Esto fue el 9 de octubre del 55. Cuando yo terminé de cantar, cogí el vestidito (hace gesto de saludar al público tirando besos), la gente decía (imita murmullos) era lo que yo oía y yo en medio del escenario fui y le dije a Lecuona -porque eran dos números, uno para la primera parte y otro para la segunda-: Maestro, ¿qué canto ahora? Lo mismo, Comino, lo mismo y volví de nuevo. Esa es una anécdota hermosísima para mí.
Amaury. Bueno. Eso fue el gran, tu gran momento en el teatro con Lecuona. Pero, ¿cuándo conoces entonces a Paquito Godino y te vas al Coro y descubres la música popular?
Lourdes. Bueno, lo de Paquito Godino me cayó en las manos como me cayó lo de Lecuona. Porque no sé, yo…
Amaury. ¿Pero quién te lo presentó?, él es del coro.
Lourdes. Yo había hecho algún que otro programita de televisión cantando canciones líricas, no justamente la cosa lírica, lírica, sino canciones líricas. Y un día me llaman y me dicen que Paquito, el Coro de Paquito Godino, de la CMQ…
Amaury. Sí, Claro, era el coro Nacional de Cuba.
Lourdes. Un renombre tremendo, que tenía una contrata en Tropicana, pero habían dos compañeras cuyos esposos no les permitían hacer cabaret.
Amaury. ¡Qué cosa, qué cosa!
Lourdes. Bueno, yo fui, por supuesto, por supuesto que fui. Todo esto se lo debo a Alberto Pujols, que dice que me vio cantar en un estudio.
Amaury. Sí, pero bueno, seguro que si lo dice es porque lo vio.
Lourdes. Paquito ensayaba, él con 14 personas, en el Estudio 14, el chiquitico, chiquitico.
Amaury. El más chiquito.
Lourdes. Bien, yo llegué y Alberto le dijo: Mire, Paquito, ella es la muchacha de la que le hablé. Paquito estaba así, en el piano, yo entré por aquí, por esta puerta, y me dice él: ¿Usted sabe música? Dígole: Sí, maestro. Me dio un pedacito de papel así, con una voz escrita y me dijo: yo la necesito en la cuerda de las mezzo. Siéntese ahí, vamos a ensayar (tararea). Se queda. Y me quedé y estuve año y medio en Tropicana, con el coro de Paquito, que ese fue otro lugar maravilloso. Era aquel Tropicana que no tiene comparación con nada que yo haya podido ver ni en Cuba, ni fuera de Cuba, después de eso. Pero allí conocí, por ejemplo a Nat King Cole. Allí trabajé con Celia Cruz y con la Emperatriz del Danzonete…
Amaury. …Ah, con Paulina.
Lourdes. Con Paulina Álvarez, pero además la orquesta era de primera, dirigida por Armando Romeu.
Amaury. Claro, Armando Romeu.
Lourdes. Y los músicos eran, para qué te cuento y al piano, Paquito Godino… entonces, después de eso, salí y entré en un trío, pero no para hacer voces con el trío, el trío me acompañaba.
Amaury. Ah ¿pero entonces ya tú eras solista antes de lo que la gente creía que tú eras solista?
Lourdes. Sí, claro, antes. Fue más o menos en esa etapa que se hizo un espectáculo en Tropicana y se conformó un cuarteto. El cuarteto en primera instancia estaba conformado por Lourdes Gil, Chamaco García, Héctor Rodríguez, del Coro de la CMQ, y yo.
Y conjuntamente con eso, ya yo venía haciendo mi carrera de solista, en cabaret, como por ejemplo: estuve en el Alí Bar, en los tiempos de Fernando Álvarez, del Benny y de los grandes que pasaban por allí.
Amaury. Pero muy jovencita, Lourdes.
Lourdes. Muy jovencita. Estuve trabajando en el Flamingo, estuve en el cabaret Las Vegas, también y en otros que ni me acuerdo los nombres, la verdad, porque ya son muchos años para que uno se acuerde de tantas cosas.
Amaury. Sí, claro. ¿Y cuándo se forman los Modernistas?
Lourdes. Los Modernistas se forman en abril del 60. Estaba, Miguel de la Uz, mi esposo.
Amaury. Miguelito, después.
Lourdes. Que fue después mi esposo, Eugenio Fernández y Gilberto Aldanás.
Amaury. Ahora, Lourdes ¿y por qué tú, que ya tenías una incipiente carrera como solista, por qué decides abandonar la carrera como solista y convertirte en la voz principal de un cuarteto, pero formando parte de un cuarteto?
Lourdes. Porque es que la cosa armónica me fascina.
Amaury. Ah, porque te gusta el mundo armónico.
Lourdes. Y le agradezco mucho al cuarteto Los Modernistas, a Fernando Mulens, a mis compañeros, todo lo que aprendí dentro del cuarteto. Porque era un cuarteto, además de ser un buen cuarteto, está feo que lo diga…
Amaury. No, no, era un gran cuarteto.
Lourdes. Éramos cinco personas con una seriedad tan grande para hacer lo que hacíamos. Aprendí muchísimas cosas, muchísimas cosas aprendí.
Bueno, y me mantuve en Los Modernistas, por ejemplo, en el año 80 y algo, mira si yo estaba aferrada a ellos, y lo voy a decir porque así sucedió, que Chucho Valdés un día me encontró en la calle -yo siempre he admirado a Chucho con todo lo que se puede admirar-…
Amaury. El que no admire a Chucho está loco.
Lourdes. Bien, no, no, pero yo lo conozco desde que estaba en la orquesta de Tropicana. Es un ser maravilloso. Y Chucho me propone hacerme un disco a mí, que él me iba a hacer los arreglos, que iba a tocar el piano, que iba a hacer la producción, no sé qué.
Amaury. ¿Y qué pasó que no lo hiciste?
Lourdes. No, yo le dije: Ay, Chucho, ¿eso no puede ser con el cuarteto? Y me dice: No, a mí el cuarteto no me interesa. Y yo dije: no, entonces no me interesa. Porque me dio una vergüenza llegar y decirle a mis compañeros, voy a hacer un disco como solista.
Amaury. Y seguramente te hubieran dicho que sí, te hubieran aplaudido después.
Lourdes. Eso me dijo Miguel, pero yo soy Tauro, mi amor. Y dicen que el Tauro, una de las cosas malas que tiene, es que es muy fiel. Digo, buena, buena. Que es muy fiel.
Amaury. Puede ser mala, según el Tauro que sea.
Lourdes. Y no lo hice y hace muy poco, hace un par de años, me encontré con Chucho y me dijo: ¿Te acuerdas aquella vez, aquello que te propuse y me dijiste que no? y yo dije: Tú no sabes cuántos años vengo lamentándome de aquello. Y me dijo: Vamos a hacerlo ahora.
Amaury. Claro, ahora.
Lourdes. No, estoy a la espera porque tú sabes que Chucho…
Amaury. Está muy ocupado, pero…
Lourdes. Ocupadísimo, pero mira, solamente que todavía me haya dicho que él me lo quiere hacer, ya es una maravilla. Además, sería mi ópera prima. Yo no tengo discos, ni uno.
Amaury. Ay, Lourdes.
Lourdes. A ninguna disquera cubana le ha interesado nunca la voz de Lourdes Torres.
Amaury. Yo te considero la profe, pero como colega, vaya, esa revelación de que tú no tienes discos…
Lourdes. …No, yo no tengo discos…
Amaury. …Ha sido para mí, como una…
Lourdes. Y Los Modernistas, a Los Modernistas le hicieron uno que se grabó en el año 62 y vino a salir en el 65, un long playing, ¿te acuerdas de aquellos duros?
Amaury. ¡Cómo no, claro que sí!
Lourdes. En el 62 grabamos dos, que (canta un mozambique) ¿Te acuerdas? Dos, que estaban de moda, ya en el año 65 eran fiambre. Entonces aquel disco…
Amaury. A ver, ¿y por qué? Dos preguntas: la primera, ¿por qué se acabaron Los Modernistas?
Lourdes. Por culpa mía.
Amaury. ¿Porque tú dijiste voy a ser solista?
Lourdes. No.
Amaury. No ¿por qué?
Lourdes. No señor.
Amaury. Entonces, cuéntame.
Lourdes. Yo no hubiera querido ser solista nunca más. Y el desastre de Los Modernistas fue como si se me hubiera muerto un familiar muy querido. Fue como que nos cogieron por el cuello y nos fueron apretando para atrás, para atrás. Y de ahí entonces vino la cosa de los otros dos compañeros. Mira, me voy para un trío porque mi familia, la chiquita mía, y no tengo, ya no tengo salario. No tengo con qué ir, no tengo con qué venir. Y yo le dije a Miguel, mira Miguel, no más. En ese momento yo tengo ya, en ese momento yo le dije: tengo 53 años, y le dije así a mí marido. Posiblemente me estrelle, si quiero seguir como solista ahora. Bendito Dios que no pasó.
Amaury. Sí, volver a ser solista, volver a serlo, ya lo habías sido.
Lourdes. Pero yo pensé que la gente no me iba a aceptar sin el cuarteto, fíjate. Y hoy por hoy, doy gracias a todo lo que existe, porque yo debía haberlo hecho muchos años antes.
Amaury. A ver, Lourdes, pero no solo se acabaron Los Modernistas, se acabó todo aquel gran movimiento de cuartetos que había, que después Miguelito, que en paz descanse, luchó tanto por tratar de recuperar. Porque era la época de Los Meme, los Bucaneros, Voces Latinas, Los Zafiros…
Lourdes. Si llego a saber te traigo una lista que hizo mi marido de cuartetos y quintetos cubanos, desde Matusalén para acá, para que tú veas lo que tenía, para que tú veas lo que tenía Cuba.
Amaury. ¿Por qué tú crees que eso pasó de moda, a ver? Si la palabra fuera pasar de moda, que no estoy tan seguro.
Lourdes. Mira, una de las cosas que hizo un daño espeluznante, fue cuando nos pusieron las famosas normas. Si en ese tiempo no hacías, no sé, veinte y tantas actuaciones en el mes, ya tú sabes…, lo que cobrabas eran dos kilos. Pero si la empresa no te los programaba, ¿cómo tú ibas a buscar las veinte y tantas actuaciones?
Amaury. Eran como 26 ¿verdad? Yo me acuerdo que eran 26 actuaciones en el mes.
Lourdes. Sí, eran 26, pero además, se ha entronizado la cosa de que los jóvenes, los jóvenes, los viejos, los viejos. Y me digo yo: ¿Qué programa tiene la televisión cubana, para las personas que ya son mayoritarias en el país, mayores de 60 años? ¿Cuál?
Amaury. Bueno, a ver, a ver ¿Por qué?… Todo el mundo que te ha visto, te ha visto bien histriónica. Tú eres una persona muy histriónica…
Lourdes. …Sí, yo soy…
Amaury. Una cantidad de expresiones maravillosas, ¿por qué no actriz? Cuando salimos te encontraste con Luis Alberto García allá afuera, y acabas de hacer algo que no se ha estrenado, como actriz.
Lourdes. Me aterra que se me olvide un libreto. A mí la actuación me gustó mucho siempre. Por ejemplo, en los años 60, principios de la televisión, yo trabajé con Vázquez Gallo, en un espacio que quizás tú recuerdes, que se llamaba
Horizontes.
Amaury. ¡Claro, cómo no lo voy a recordar
Horizontes!
Lourdes. En una novela.
Amaury. Y mucha gente recuerda
Horizontes.
Lourdes. Y empezaron a hacer un casting de esos, pero yo ni siquiera conocía personalmente a Vázquez Gallo. Lo veía entrar y cerrar, buenas tardes, cómo está, pero no. Y allá voy yo, pero tan fresca como una lechuga, porque total, no me iba a poner nerviosa para eso ni nada. Entré al estudio y Vázquez, con aquellos espejuelos por acá abajo, hizo así, me mira -no me dio libreto ni me dio nada- y me dice: Si yo le digo que se ría, ¿usted se puede reír? Este está loco. Entonces yo le dije: ¿Bueno, pero de qué me río? Dice, una risa muy sarcástica. Digo yo: ah, sí. (se ríe con risa sarcástica) Dice: el papel es suyo, Amaury, por poco hay que recogerme del piso, antes de cada programa, que eran en vivo.
Amaury. Pero te…
Lourdes. …Tuve que subir cada vez a tomar antidiarreico, porque el estómago me hacía…
Amaury. …Pero ¿lo hiciste bien?, porque yo recuerdo, que varias veces en la vida oí a mi mamá…
Lourdes. ¡No, pero si tu madre me dio una opinión divina de lo que hice en la novela!
Amaury. Ah, porque ella siempre decía: Mira a Lourdes, canta muy bien, canta maravilloso, pero podía haber sido una gran actriz también y lo abandonó.
Lourdes. Por mucho susto, mucho susto. Y ahora, esto de la película, es una película cubana, de bajo costo, y me llaman por teléfono y era de casa de Enrique Molina. Yo lo admiro muchísimo.
Amaury. Hombre, como todo el mundo.
Lourdes. Como no estamos en la misma rama pues ni nos vemos. Sí, dígame. Lourdes, mire, hay un director de cine, que si una película, que no sé cuánto, entonces yo le dije que usted. Sí, sí, pero yo no soy actriz. Cómo no, en la forma en que tú cantas.
Amaury. Ya, todo el mundo con lo mismo.
Lourdes. Me dio tanta pena, bueno, dígale que venga, porque no le voy a cerrar las puertas de mi casa, y cuando me da el libreto, que yo hago así, digo… Porque es una cantante, que ya está, que tiene más de 60 años, que por cierto, hubo que hacerme una cosa, porque dice que no lo daba.
Amaury. No lo das, esa cara no es de 60 años.
Lourdes. Y una peluca que me parezco a Cristóbal Colón, ¡qué fea me veo! Es una cantante vieja, vieja, que en los años 60 y 70 fue, pero ahora ha sido arrastrada por el regueton y la juventud ¿te das cuenta? y logra trabajar, porque el marido de ella, que es Enrique Molina, tiene un negocito, que… yo no voy a contar la película.
Amaury. No la cuentes. No la cuentes para cuando la pongan vayan a verla.
Lourdes. Y mira, la vieja soy yo, y lo hice, porque lo primero que me vino, por edad, fue Rosa Fornés. Y con la misma me dije: y yo, estoy en lo mismo. Y bueno, lo hice y lo hice a partir de eso que tengo dentro. Ah, y se llama Club Habana.
Amaury. ¿Club Habana, se llama?
Lourdes.
Club Habana.
Amaury. Ah, bueno, la seguiremos. Ahora, tu primera canción, la primera canción que se conoció fue
Fue así que te olvidé, una canción de mucho éxito y que todavía tú sigues cantando, es decir, dice mucho.
Lourdes. Media Cuba la canta.
Amaury. Por eso, una canción. Todo el mundo dijo: espérate, y esa canción y la gente empezó a preguntar, quién es el autor.
Lourdes. No, no, esa canción es mía.
Amaury. Ahora, la idea que yo tengo, es que todas tus canciones, y tú me desmentirás, lo que yo pienso, es que todas tus canciones están hechas para un solo hombre.
Lourdes. Hasta un momento.
Amaury. Hasta un momento ¿hasta cuál momento?
Lourdes. Yo te puedo expresar. Cuando yo escribí
Fue así que te olvidé, ya mi matrimonio estaba deshecho.
Amaury. ¿Con Germán Barrios (actor)?
Lourdes. Sí. Un matrimonio que… Germán fue para mí como el príncipe en el caballo azul, o el príncipe azul con el caballo blanco.
Amaury. Además, era un hombre bello.
Lourdes. Sí, muy bello, bello, pero las cosas no salieron como uno esperaba y llegó un momento en que ya… pero ya mi hija estaba nacida.
Amaury. Claro, Lourdita.
Lourdes. Eso es lo más terrible…
Amaury. Una cantante, también maravillosa.
Lourdes. …lo más terrible de todo…
Amaury. Y que anda por aquí, ¿no? Lourdita, ven, acércate un poquito. Ven, yo sé que no estás para salir en televisión, pero ven, ven, acércate un segundo aquí.
Lourdes. Ven acá, mamita.
Amaury. Esto nunca lo hacemos aquí.
Lourdes. No, chiquita me vino a acompañar, porque yo estoy con unos mareítos y unas cosas de la cervical.
Amaury. Siéntate un momentico ahí, porque estamos hablando de ti y ella es una gran artista y una gran cantante, y esto en la vida lo hemos hecho, ni lo vamos a repetir. Esto es diferente.
Lourdes. Ya. Entonces, Amaury, entonces yo puse el divorcio. Y en ese ínterin hice el
Fue así que te olvidé: “ya ves, fue así que te olvidé, ya nunca más me acordaré de ti…”
Pero cuando la presenté en un concurso, yo estaba ya recién divorciada y empecé a cantar aquello con un farol que era diez veces ese (señala un lámpara del estudio), que me dejó ciega y empecé a cantar y empecé a llorar y llora y llora. Entonces allí empecé a pensar que mi madre había dicho que el matrimonio debía ser para toda la vida, que mi hija chiquitica, no se iba a criar con su papá y… fue horroroso, la mejor actuación de cualquier actriz hubiera sido esa. Y fue duro, fue muy duro. Después de eso, otra que sonó mucho,
Tendría que ser contigo más que amante. ¿Por qué la hago? Él va un día allá, esta estaba, ¿qué edad tú tendrías?
Lourdita. Yo, yo tendría… ya era adolescente.
Lourdes. Ya era adolescente y él va a la casa con una mujer que tenía. A mí qué me importa. Ya yo estaba con Miguel, y tuve que bajar porque él estaba con la moto y cuando bajo, la moto está parada ahí, él está adelante y la mujer atrás. La mujer se sobresale de él, y cuando yo salgo del edificio, hace así (una mueca de amargura) digo: Pero a esta mujer le dio una parálisis facial, ¿qué le pasa a ella? Además ya ahí no había quedado nada. Entonces le hice esta (canta)
Tendría que ser contigo más que amante. Años después hice (canta)
Señora, usted se conformó a estar con él.
Lourdita. Entonces esa fue a otra mujer que él tuvo.
Amaury. ¿A otra?
Lourdita. Entonces él se dedicó a tener muchas mujeres y todas miraban a mi madre con esa parálisis facial, todas.
Amaury. Ah, ya.
Lourdita. Ella era como una gran amenaza…
Lourdes. Y algunas me quisieron ver con la parálisis facial a ella (señala a su hija) y dije: las mato, porque esta niña no tiene nada que ver con nada. Es la verdad. Y entonces después vino mi matrimonio con Miguel.
Amaury. Con Miguel de la Uz.
Lourdes. Que Miguel -ella está aquí- en honor a la verdad, ha sido el verdadero padre de mi hija y el verdadero abuelo de mis nietos. Un hombre espectacular. Todo el mundo sabe quién era mi marido, para qué yo voy a hablar de eso. Un hombre extraordinario en todos los sentidos. Hasta en la cosa cultural.
Amaury. Lourdes, a mí no me gusta machacar sobre las heridas de nadie. No lo hago, regularmente no lo hago, pero yo sentí también un profundo respeto toda la vida por tu marido, por Miguelito. ¿Y qué significó para ti el hecho de que muriera?
Lourdes. Mira. El golpe fue terrible. Pero entre las cosas terribles, fue que yo hice así y me amarré y no derramé una lágrima. Porque la hija y la nieta se me desbarataron. Estaban tan desbaratas como yo, pero incontrolables. Y yo dije: no, yo tengo que aguantar. A los cuatro meses exploté con una presión altísima, diabetes, no sé cuánto, qué se yo, millones de cosas, millones de cosas. O sea, consecuencia del golpetazo. Y ¿cómo me siento? Bueno.
Amaury. ¿Cómo se reedifica uno después de una cosa así?
Lourdes. Bueno, mira…
Amaury. ¿Cómo se hace?, ¿uno se recicla?
Lourdes. Mi hija, mi nieta, me están dando mucho apoyo, y yo me estoy apoyando en mí y en él, en mí y en él. Y hablo con él todos los días, y he logrado pasarlo así…, Miguel era mi cerebro, mis brazos y Miguel, él me cubría todas las expectativas, o sea…
Lourdita. …Es que yo creo que hay que hablar de eso, del hombre que era él.
Lourdes. Sí, por eso.
Lourdita. Yo siempre decía: Dios en el cielo y mi padre en la tierra. Porque yo no he conocido una persona más íntegra que ese hombre. Ese hombre era buen hijo, buen marido, buen padre, buen hermano, buen de todo. Buen compañero, entonces no es solo que se te murió tu papá, o tu esposo, es la persona, lo que significaba para cada uno de nosotros esa persona ¿entiendes?
Lourdes. Bueno, ya, ya hablamos, ya hablamos.
Amaury. Bueno, ustedes son religiosas y.
Lourdes. No, yo, yo, religiosa ¿a qué tú le llamas religiosa?
Amaury. Creer en Dios.
Lourdes. Oh, no, yo creo en Dios, con todo lo que tengo, no voy a culto de nada.
Amaury. No, no, a eso me refiero, a eso me refiero.
Lourdes. Ya. A lo que me enseñaron a mí en mi casa.
Amaury. Yo, este programa empezó siendo Con 2 que se quieran, y ha terminado siendo con tres que se quieran.
Lourdes. Tres.
Amaury. Con tres que se quieran y con cuatro, porque vamos a incluir también a Miguelito, que tiene que estar por aquí. Tiene que estar feliz de que nos hayamos reencontrado.
Lourdes. Seguro que sí.
Amaury. Hace tiempo que tú y yo no nos veíamos y tenemos que seguir chachareando por teléfono, que me encanta como hablas por teléfono. Tú sabes que hay gente que me agobia por el teléfono.
Pero tú y Eva (Rodríguez), por ejemplo, son personas que me llenan el día de alegría cuando les hablo por teléfono.
Lourdes. Porque estamos medio locas las dos (risas).
Amaury. ¿Y cómo tú crees que estoy yo? Yo, yo quiero terminar…, Lourdes habló de su pertenencia a Cuba.
Lourdes. Sí.
Amaury. De su pertenencia a nuestro país, y hay un poema en el libro, empecé con un poema de tu libro, que me voy a leer. Espero que me lo hayas regalado. ¿No me lo has regalado?
Lourdes. No, no te he puesto nada, porque no creí que lo quisieras.
Amaury. No, pero ¿por qué?
Lourdes. Porque tú sabes que yo no creo en eso.
Amaury. Tampoco me pongo a estar leyendo poemas en la televisión, si no me gustan. Hay un poema con el que te voy a despedir. Un poema tuyo aquí, es increíble, dice:
Voy y vengo, y al final espero,
Cuán raído el espejo de mirarme todos los días
y de pronto la luz como alga marina.
El recuerdo se escurre por la abierta ventana,
Ciérrole los caminos de andar, me quedo.
Lourdes. Me quedo.
Amaury. Me quedo. Me parece que ese poema…
Lourdes. Me quedo, me quedo, porque ¿estamos hablando de Cuba?
Amaury. Ajá.
Lourdes. He estado en tantos lugares, y es como ese, no sé, es como que afuera, ni los zapaticos me aprietan. No puedo, no puedo. Es una cosa que no me siento en mi salsa, en mi aceite.
Una vez leí, en una revista
Selecciones, que tener el nombrecito de extranjero, era lo peor que le podía pasar a alguien. Y fuera de aquí soy extranjera dondequiera. El último plato de comida que haya, no es para mí, es para ellos. Como el último plato de comida que yo tenga aquí, es para los míos, no es para los de afuera, te lo digo con toda honestidad. Entonces, he visto países que tienen cosas hermosísimas, pero esos atardeceres en el Malecón, vaya, no tienen precio. Ese, bajas la escalera de tu casa, y que la gente de enfrente te diga: “Lourdes, cómo sigues”. “Aquí, mi santo, bien gracias.” Bárbaro ¿Dónde? Aquí.
Amaury. Mira, gracias.
Lourdes. No, mi amor.
Amaury. Gracias, porque tampoco tiene precio para mí que tú hayas aceptado venir al programa. Y que esté Lourdita aquí. Qué lástima que no vino la nieta, porque la hubiéramos colocado aquí, un tumulto.
Lourdes. Sí, señor.
Amaury. Yo te agradezco que hayas venido, los televidentes tienen que haberse quedado como yo, que he estado como apantallado, con tu presencia, con tu impronta, con tu fuerza.
Sigue cantando, haremos el disco. Lo harás con Chucho o con quién sea. Que tu voz se mantenga.
Lourdes. No hay tanto interés ya, la verdad.
Amaury. Que tu voz se mantenga fresca y lozana.
Lourdes. Eso sí, para poderle decir al público: todavía estoy aquí y voy y hago
Las peligrosamente juntas, que tenemos un público de fábula, de fábula. Nos aplauden hasta por gusto.
Amaury. Y cuídate.
Lourdes. No, ya lo estoy haciendo.
Amaury. Para que tengamos esa voz maravillosa y esa Lourdes para siempre.
Lourdes. Sí ya lo estoy haciendo.
Amaury. Te quiero mucho, mamá.
Lourdes. Y yo a ti también.
Amaury. Te quiero, mi vida.
Lourdes. Y aquí abrazo a tu mamá y a tu papá también.
Amaury. ¡Cómo no!
Lourdes. Con los que pude trabajar muchísimo tiempo.
Amaury. Todos estamos juntos aquí.
Lourdes. ¡Todos!.
Amaury. Gracias mi vida.