Editado desde la ciudad de Bayamo, Cuba, por el periodista David Rodríguez Rodríguez.
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miércoles, 11 de octubre de 2017
HOY SE CUMPLEN 60 AÑOS DE UN CRIMEN ABOMINABLE EN LA SIERRA MAESTRA, CUBA
Huellas del Terrorismo. La familia Argote, asesinada el día 11 de octubre de 1957 por los esbirros de la tiranía batistiana, encabezados por el sátrapa Jesús Sosa Blanco. Este hecho vandálico quedará por siempre como un acto de terrorismo.
Acontecimientos del 11 de octubre de 1957
Cuando Andrés oye hablar del terrorismo, la ira lo embarga y en sus recuerdos aparece diáfano el sangriento suceso en que pereció casi toda su familia. De los varones, por suerte, el fue el único sobreviviente. Aquellos causantes del terror vestían uniformes y habían sido bien entrenados por el régimen. Un día llegaron al Oro de Guisa para cometer contra la población civil de la Sierra Maestra, uno de los hechos más horrendos de la historia.
Todos vivían en Virama, Las Tunas, donde sembraban arroz. Como su papá consiguió una finquita, llegó allí en el año 1947. Tenían 14 mulos y sus hermanos eran los arrieros.
“Cuando uno no va a morir, no muere”, dice Andrés, en aquella época él vivía en la finca San Martín, colindante con Buey Arriba y ese día debía venir con su cuñado Lorenzo Céspedes a comprar una leche condensada a la bodega de El Oro. Pero él se arrepintió y mataron a Lorenzo.
Él presintió algo, pero nunca creyó que fuera con mis propios familiares. El 12 de octubre se fueron para San Pablo de Yao y allí cogieron un yipi hasta Bueycito. En ese lugar, su prima Ana Estrada Argote le dijo la novedad: habían asesinado a casi todos los suyos.
Este hombre ahora con 82 años de edad, no ha podido reponerse de lo acaecido. Se llama Andrés Argote Estrada y aunque el tiempo deja huellas en lo físico, las más grandes las conserva en lo íntimo.
El día del suceso en horas de la noche sintió un fuerte tiroteo en dirección a la casa de sus padres, pensó recorrer el camino para conocer lo que ocurría, pero algunos le hicieron abandonar la idea.
Solo quedó un sobreviviente
León Martín Argote Pita, el padre de Andrés, acostumbraba a realizar grandes compras para abastecer de comestibles a los de su hogar y demás parientes. El 10 de octubre trasladó hasta El Oro, una carga de mercancías adquirida en la bodega El Escudo Cubano, de la ciudad de Bayamo. A la entrada del caserío lo detuvieron con el camión y la mercancía. El sanguinario Sosa Blanco y sus fuerzas de la tiranía batistiana lo entrevistaron y le permitieron marcharse sin el carro ni las pertenencias. Alrededor de las cuatro de la tarde los soldados sacaban a punta de fusil a los hombres de sus hogares, los concentraban y les advertían:
“El que intente salir no cuenta el cuento”. A Martín lo condujeron nuevamente ante el matón para maltratarlo, arrebatarle mil pesos y horas mas tardes asesinarlo.
A las cinco de la madrugada del 11 de octubre de 1957 fueron acribillados a balazos cerca del río a su padre Martín, a tres hermanos, cuatro primos, y a su cuñado Lorenzo. Nueve indefensos campesinos que nada habían hecho. Entre ellos su hermano Juan, un niño de solo 14 años… después dijeron que eran rebeldes caídos y utilizaron a los vecinos de allí para enterrarlos.
Solo logró salvar la vida Miguel Lorente López, trabajador de la finca de los Argote, quien cayó como desmayado al sentir los primeros disparos del pelotón de fusilamiento y cuando pudo huyó. Este sobreviviente, fallecido hace poco, contaba cómo algunos de los cadáveres le cayeron encima y con ellos, y la protección de una piedra, se hizo el muerto durante unas dos horas y luego abandonó el mortal sitio. En la fuga lo asedió la aviación. Esa noche mataron al viejo Pedro Suárez y a su caballo. El buen hombre había cabalgado desde Pino del Agua en busca de medicina, en ese término lo ultimaron sicarios de la tiranía.
Testimonio de las hermanas
En casa de los Argotes fueron testigos de la detención, Juana Estrada Barbán, esposa de Martín y madre de Andrés, sus dos hijas Emilia y Melba, el niño de 9 años: Argelio (hijo de Aracelio, una de las víctimas), Olga Cisneros y la maestra Nancy Milanés.
Emilia Argote Estrada tenia 12 años de edad cuando el crimen de El Oro. Lo acontecido afectó su psiquis, y aún a 53 años del repudiable crimen, las palabras surgen cargadas de dolor.
Esa noche los guardias dispararon mucho hacia los montes cercanos. Al otro día los aniquilaron. Su papá fue un hombre muy trabajador y humanitario, preocupado por todos los familiares, la mercancía que traía en el carro la iba a repartir entre hijos y hermanos.
Su hermanito Juan era alto, delgado, respetuoso e inteligente. En la escuela primaria ganó un diploma que se llamaba el beso de La Patria, por su comportamiento.
El golpe también resultó sumamente estremecedor para María Argote Estrada, en la masacre perecieron sus familiares y el esposo Lorenzo Céspedes Ferrales. Cuenta en la actualidad con 79 años y no ha podido restablecerse del espantoso acontecimiento.
Ellos vivían en el Jucaral en una finca de café de su suegro Leopoldo Céspedes. Lorenzo salió el día 10 a comprar leche condensada para la casa, lo apresaron y mataron. Aquello fue terrible.
Testimonio de Nancy Milanés
La Maestra, Nancy Milanés rememora con tristeza el pasado pues el mes anterior había sido el primer combate de Pino del Agua, relativamente cercano, se suspendieron las clases en la escuela y fue para Bayamo. Unos días antes del crimen había regresado a El Oro y estaba presente cuando los detuvieron.
Se escucharon ráfagas sin saber de que se trataba. No dejaron que salieran, así estuvieron todo el día 11. En la mañana fue a averiguar al barrio y vio a Sosa Blanco. Le preguntó si podían estar fuera de las casa, y él le habló de un combate donde habían muertos, que venía la aviación a ametrallar. Entonces le dio la dura noticia a la familia.
Apunta que partió a pie con los Argote que quedaron y próximo a La Plata abordaron un camión hasta Guisa. La madre Juana y las tres hijas se refugiaron en Bayamo para siempre, dañadas muy en lo profundo por lo sucedido. Dos de aquellas muchachas están vivas aún en esta ciudad.
Lugar Histórico
A la entrada del barrio, un obelisco señala el abominable hecho. Una lápida recoge los nombres:
León Martín Argote Pita
Primitivo Argote Martínez
Antonio Argote Estrada
Juan Argote Estrada
Aracelio Argote Brizuela
Víctor Argote Núñez
Gerardo Maceo Argote
Lorenzo Céspedes Ferrales
Cirilo Cisneros Licea.
Actualmente existe en El Oro una escuela primaria que lleva el nombre de Juan Argote Estrada; una cooperativa de Créditos y Servicios fortalecida, una Cooperativa de Producción Agropecuaria y una escuela primaria que lleva el nombre de Martín Argote Pita, además de una calle en el poblado de Guisa y un CDR en la Ciudad de Bayamo, como digno tributo a estas víctimas de la tiranía y el terrorismo.
Andrés echó raíces en El Oro, entre melancólicos recuerdos y las nuevas alegrías por la nueva vida para el campesinado, allí le han caído muchos años. El amor por el recóndito paraje tiene justificación… todos rinden tributo a los suyos, con la entrega diaria y los positivos cambios: el asentamiento ahora posee biblioteca, escuela electrificada y habilitada con medios audiovisuales, médico, panadería, bodega y ya no existen bandidos para implantar el terror. Actualmente vive en la Ciudad de Bayamo.
Por eso muchas veces cuando frente a la radio o al televisor recibe información sobre el terrorismo de otras partes del mundo, posee definición adecuada para ese flagelo. Más, aunque se revuelve interiormente sabe a donde fueron a parar los especialistas de la muerte que ejecutaron a los suyos.
(TOMADO DE ECURED)
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