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lunes, 31 de agosto de 2015

EL PRIMER DIA DE CLASES





Hoy José Miguel, un niño que aún no rebasa los cinco años, pasará el umbral de su escuela para adentrarse en una de sus aulas donde recibirá, por primera vez, las influencias de su maestra y sus amiguitos.

Es un día de mucha tensión en la familia, de nervios a punto de estallar, de lágrimas que brotarán por la emoción, los padres al ver a sus hijos ascendiendo por el saber y estos por ese desprendimiento momentáneo.
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Como José Miguel miles de niños granmenses han comenzado a pintar las calles con  sonrisas, alegrías, dudas, sorpresas y especialmente motivados por los nuevos caminos que andarán.

Los uniformes de la enseñanza primaria le darán a la ciudad un toque muy hermoso cuando en ese ir y venir, los niños vayan de la casa a la escuela y viceversa.

Es un día brillante este del inicio del curso escolar y momento propicio para convertir a cada centro en lo más importante de la ciudad, desde el punto de vista cultural.

Esta es una jornada de estrenos pues muchos maestros se iniciarán laboralmente luego de intensos años de preparación para ejercer una profesión de mucha data pero que no ha perdido su encanto.

También habrá padres que comenzarán a tejer responsabilidades ante la escuela, el maestro, sus hijos y la sociedad, esperando que todos, muy juntos, den a este majestuoso acto el brillo que merece.

Cada maestro sabe lo que le corresponde hacer en el aula, no solo en el ámbito del conocimiento y de la demostración de sus habilidades, basadas en el talento, le toca, también, ser ejemplo para sus alumnos.

Los maestros saben lo que corresponde hacer en cuanto a inculcar a sus alumnos valores como la honestidad, sinceridad, civismo, estudio, amor a la bandera y a la patria.

La familia tiene una especial importancia desde hoy, inicio del curso hasta el final, porque el niño sea conducido por el camino del bien y forjarle desde este momento la necesidad de estudiar todos los días.

Solo de esa manera caminando juntos maestros, padres, alumnos podremos observar, dentro de un año, que todos los esfuerzos habrán sido válidos y que al mismo tiempo celebremos el éxito.

La disciplina, tanto del que enseña, de los padres y los alumnos, es factor primordial en ese empeño de crear todas las condiciones posibles para que la felicidad se convierta en triunfo y entonces seguir adelante.