José Steinleger
Entre
las observaciones que las derechas señalan a las izquierdas, figuran
las recurrentes y fatigosas repeticiones acerca del rol del imperialismo
yanqui en América Latina. En efecto: algunas izquierdas llevan cerca de
200 años diciendo lo mismo, y parecería que es hora de cambiar el
discurso.
De hecho,
las izquierdas que se rigen por sus chamanes ideológicos de Europa y
Estados Unidos lo han cambiado. ¿Para decir qué? No está claro. Pero
cuando cometen el desliz de ser objetivas, les cuesta admitir que su
discurso es funcional a las injusticias que denuncian.
Sugerencia: conviene insistir. Porque el imperialismo yanqui también repite lo mismo desde hace 200 años: Los
problemas de América Latina no pueden ser resueltos sin Estados Unidos:
democracia, desarrollo y un amplio diálogo entre socios son los ejes de
nuestra política exterior
(Hillary Clinton, 2009). La secretaria de Estado agregó: Nos
preocupan líderes que son electos imparcial, libre y legítimamente,
pero que después empiezan a minar el orden constitucional y democrático,
el sector privado, los derechos de los pueblos de ser libres del
hostigamiento, represión y participar plenamente en sus sociedades
.
Ya lo ve: desde 1776, los gringos no mueven el dedo del renglón. Y organismos como la Agencia Internacional para el Desarrollo (
USAID, por sus siglas en inglés) está entre los muchos mecanismos de que disponen para plagar
la América de miserias en nombre de la libertad
.
Afortunadamente, periodistas incansables,
como el canadiense Jean Guy Allard o la estadunidense Eva Golinger, se
han volcado a desmenuzar y explicarnos cómo funciona la USAID en 80
países, y los que en América Latina forman el eje del mal
porque se niegan a ser socios del bien
, tal como le gustaría a Washington.
Con base en archivos desclasificados del
Departamento de Estado y la CIA, la copiosa información procesada
durante años por Allard y Golinger deja pocas dudas: de Irak a
Venezuela, la USAID es uno de los mecanismos de inteligencia y
desestabilización más activos del mundo.
La USAID tomó forma en la llamada Oficina
de Seguridad Pública (OPS), establecida en 1957 por el presidente
Dwight Eisenhower con el propósito de entrenar y formar fuerzas
policiales en otros países. En 1961 fue creada como una entidad dedicada
a la ayuda humanitaria
, y se convirtió en agencia oficial con el fin de operar en los países con inclinaciones antidemocráticas
.
De fachada, la USAID subsidia una densa
red de instituciones y grupos políticos cuyos objetivos apuntan a
reforzar la política exterior, cooperando con los gobiernos receptores
en las áreas económica, agrícola, sanitaria, política y humanitaria
.
Sin embargo, documentos desclasificados de la CIA demuestran que
millones de dólares de su presupuesto son manejados en operaciones
coordinadas por agencias clandestinas.
En realidad, la relación entre la USAID y
la CIA no es nueva. En 1974, por ejemplo, el gobierno clausuró una
división de la USAID utilizada para entrenar, financiar y armar a más de
un millón de policías en América Latina, Asia y Medio Oriente. Pero en
2009, la incorporó a la llamada Iniciativa Interferencia de Contrainsurgencia
, junto al Departamento de Estado y el Pentágono.
Según Golinger, la USAID cuenta con
oficinas de campo en 100 países en desarrollo, y trabaja de manera
cercana con organizaciones privadas, grupos indígenas, asociaciones de
profesionales, religiosas y otras agencias gubernamentales.
La USAID mantiene relaciones a través de
convenios y contratos con más de 3 mil 500 empresas y 300 organizaciones
privadas de Estados Unidos, y otorga subsidios a organizaciones
internacionales vinculadas a la CIA, tales como
Reporteros sin Fronteras y la checa People in Need.
En diciembre 2009, un alto funcionario de la USAID confirmó a The New York Times que la CIA utiliza el nombre de la USAID, sin que la agencia aparezca involucrada directamente en la donación
de fondos y contratos.
En el caso de Cuba, los programas de la USAID han costado a los contribuyentes 150 millones de dólares en
inversiones
con grupos antigubernamentales y en programas de inteligencia, desde la década de 1990. Con tales antecedentes, el senador
John Kerry
se preguntó en junio 2010 acerca de la utilidad de estos fondos. Kerry
manifestó que el dinero era usado en Cuba para movilizar artificialmente
protestas con grupos disidentes
profundamente penetrados, hasta el
punto de que el dinero estadunidense está, de hecho, ayudando a
financiar los órganos de seguridad del estado cubano
.
El senador denunció entonces el uso de
comunicaciones en clave, códigos secretos y seudónimos, y ordenó que se
investiguen los numerosos fraudes detectados en los programas. No hay evidencias de que esos programas ayuden al pueblo cubano
, dijo.
En respuesta, la administración Obama confesó que los programas por la democracia
han sido utilizados para llamar la atención internacional hacia los
activistas que recluta, financia y promociona fuera de Cuba. En la
próxima entrega seguimos.