David Brooks
La Jornada
Aquí millones padecen hambre. No estamos hablando de Haití, ni de países africanos, ni asiáticos, ni de las favelas sudamericanas, sino del extraordinario hecho de que en el país más rico del mundo, con el sector agrario más productivo, millones sufren de lo que se llama inseguridad alimenticia, o lo que en cristiano se traduce como no saber de dónde provendrá la próxima comida.
La Jornada
Aquí millones padecen hambre. No estamos hablando de Haití, ni de países africanos, ni asiáticos, ni de las favelas sudamericanas, sino del extraordinario hecho de que en el país más rico del mundo, con el sector agrario más productivo, millones sufren de lo que se llama inseguridad alimenticia, o lo que en cristiano se traduce como no saber de dónde provendrá la próxima comida.
En Estados Unidos se permite –sin que sea escándalo nacional– que los niños no tengan lo suficiente para comer. El programa nacional de televisión de CBS News 60 Minutes mostró recientemente las caras y las historias de familias sin techo, cuyos hijos hablaron de lo que sienten cuando no comen lo suficiente. Más de 16 millones de menores de edad viven en la pobreza –2 millones más que antes de la crisis económica que estalló en 2007– y se registra que es el desplome de la clase media más rápido ocurrido jamás desde que el gobierno empezó a medirlos hace medio siglo, informa CBS News.
¿Qué se siente tener hambre?, les pregunta el corresponsal a niños de una primaria en Florida. “Es difícil. No puedes dormir. Uno sólo espera, se duerme como por cinco minutos y se despierta de nuevo. Le duele el estómago y piensa: ‘no puedo dormir, voy a intentar dormir, voy a intentar dormir’, pero no puede porque le duele el estómago. Y es porque no tiene alimento en él”, responde un niño.
Muchas familias cuentan a CBS que jamás se imaginaron quedarse sin casa o sin suficiente alimento para sus hijos, ya que gozaban de una vida de clase media.
Con la crisis, todo se esfumó.
Parte del reportaje de CBS se realizó en la misma zona que se proclama el lugar más feliz del mundo, o sea, los condados alrededor de Disney World, en Orlando, Florida. Ahí CBS detectó unos 67 moteles que alojan a más de 500 niños sin techo.
Ahí, cerca en las escuelas del condado de Seminole, mil estudiantes perdieron recientemente han perdido sus viviendas. El gobierno aloja a miles de familias sin techo en moteles por todo el país durante periodos. CBS advierte que la generación del motel en Estados Unidos está creciendo rápidamente.
Un 16.6 por ciento de los estadunidenses –o sea, más de uno de cada seis– sufrieron inseguridad alimenticia en algún momento de 2009, según las cifras más recientes del censo analizadas por Feeding America, la organización más grande del país dedicada a apoyar a los afectados por esta situación, en su informe reciente Map the Meal Gap (http://feedingamerica.org/). De hecho, esta organización informa que hoy día ofrece sus servicios de apoyo a 37 millones de estadunidenses, entre ellos 14 millones de niños, un incremento de 46 por ciento comparado con 2006.
Hasta en la capital del país más poderoso del mundo hay cada vez más hambre. En la zona metropolitana de Washington y condados colindantes más de 400 mil residentes sufrieron periodos de hambre durante la recesión, según el informe reciente de Feeding America y su análisis por el Washington Post. Millones más en cada parte del país, tanto zonas ricas como marginadas, también registraron cifras crecientes de hambre. “La mayoría quedarían sorprendidos al saber las dimensiones del hambre en sus comunidades. La gente tiende a pensar que el hambre se padece ‘allá’ en algún otro lugar pero no aquí mismo, no en mi traspatio. Pero este informe demuestra que no es cierto: el hambre está por todas partes de nuestra nación ahora mismo”, comentó Vicki Escarra, directora de Feeding America, al Washington Post.
“Ha habido momentos en los que no he comido para que mis hijos tengan más que comer. Soy adulta, lo puedo hacer. Puedo beber agua o comerme un pedazo de pan. Pero uno no quiere que sus hijos lleguen a decir ‘mamá, tengo hambre’ una hora después de que han comido”, dijo al Post Anita Emerson, madre soltera de 46 años.
Estas historias se repiten a lo largo del país.
¿Y cuál es la respuesta del gobierno? Proponer reducir la asistencia alimentaria a los necesitados, promover más recortes al gasto social y reducir impuestos a los ingresos de los millonarios.
Mark Bittman, crítico de gastronomía del New York Times, anunció el lunes pasado que se sumaba a un ayuno de una semana con unas 4 mil personas por todo el país, cuyo propósito es llamar la atención pública sobre propuestas del Congreso de reducir severamente los programas de asistencia para los pobres y para los que padecen hambre en este país. “Estos recortes supuestamente para reducir el déficit –apenas serían una ranura– causarán en verdad que más personas mueran de hambre, vayan a la cama con hambre o vivan más miserablemente que ahora.
Y la propuesta de ley incrementará el gasto en defensa”, explicó. Esto, dijo, ante varias ironías: en 2010, las ganancias empresariales crecieron a la tasa más rápida desde 1950, mientras se estableció un récord en el número de personas que dependen de la asistencia federal para comer. Agregó que los 400 estadunidenses más ricos tienen más riqueza que la mitad de los hogares del país combinados, mientras 45 por ciento de los estadunidenses gastan un tercio de sus ingresos en alimento y aun así no les alcanza, y uno de cada cuatro niños duerme con hambre en este país, por lo menos por periodos.
Bittman afirma: necesitamos juntarnos e insistir en que nuestros recursos colectivos sean utilizados para el bienestar colectivo, no para los mil, ni para el millón de estadunidenses más ricos, sino para la vasta mayoría de nosotros en Estados Unidos y, de hecho, para los ciudadanos del mundo que tienen dificultades para satisfacer sus necesidades. O para alimentar a sus hijos.
Pero, al parecer, el hambre no está entre las prioridades de las cúpulas políticas o económicas de este país. Aparentemente, la inseguridad alimentaria no es asunto que se considere de seguridad nacional.
Pero, al parecer, el hambre no está entre las prioridades de las cúpulas políticas o económicas de este país. Aparentemente, la inseguridad alimentaria no es asunto que se considere de seguridad nacional.