Llegó el día que poseerá una noche en la que estrellas de todos los tamaños se rendirán ante la cautivante poesía que se expandirá no solo en la Plaza de la Patria , pues llegará a todos los confines de Granma, con el mensaje que solo el amor puede infundir en el ser humano.
Y es que en este caso las buenas intenciones están poseídas por el deseo de hacer feliz a las personas que se han propuesto no perderse de la ocasión de lujo que el cantante Pablo Milanés regala como un premio a la ciudad que lo vio nacer.
Es demasiado temprano para los pronósticos, pero estoy seguro que no faltarán a esa cita diferentes generaciones, las que antes han gozado de su repertorio y de las más nuevas que pretenden adueñarse de esas composiciones que alguna vez han escuchado.
De lo que no hay duda es que será un acontecimiento, de esos que solo protagonizan los que hacen del arte, de la cultura, de la música, una herramienta para engrandecer los corazones que palpitarán al compás de los ritmos de sus canciones.
Si bien toda la luz recaerá en el protagonista principal de esta aventura, que traspasará los límites de la Plaza de la Patria , también llegarán los reflejos de esa luz hacia los músicos que lo acompañan en esta gira, verdaderos artistas de sus instrumentos.
Hoy la Plaza se estremecerá con los temas de siempre, pero aflorarán también los nuevos, esos que llevan en sus notas las vivencias, la contemporaneidad que rodea al intérprete, como una especie de crónica de la vida escrita con el pasar de los años.
Al final quedará ese halo de impotencia. Por un lado el público insatisfecho porque siempre quiere más. Del otro, Pablo, que aun queriendo no desea agotar todas las posibilidades, dejando en todos los presentes otra opción: la de volver pronto para sentir el calor de su pueblo en otra memorable actuación.