La mafia es por esencia la anticultura. Sus reacciones siempre concluyen con una expresión de desprecio hacia la cultura. No hay acto más incultural que cercenar la vida de una persona.
En eso las mafias, sean de donde sean, enfilan los cañones contra todo lo que representa la identidad de los pueblos, y lo demuestran de mil maneras, utililizando el fuego o una bomba, una pistola y hasta un martillo.
“”Los martillos con mango aparecieron a mediados de la Edad de Piedra, hacia el 8000 a.J.C. La cabeza de piedra se ataba al mango con tiras de cuero.
En el año 4000 a.J.C. con el descubrimiento del cobre, los egipcios fabricaron las cabezas de los martillos de ese metal, y a partir del 3500 a.J.C. de bronce. Posteriormente las cabezas dispusieron de orificio para encajar los mangos.
El martillo actual de carpintero llamado también de orejas por la pieza en forma de V utilizada para extraer clavos, comenzó a usarse en tiempos de los romanos””.
Nadie se imaginó que el martillo se convertiría en el siglo 21, por obra y gracia de desconsolados individuos, en instrumento para sembrar de sombras los hermosos caminos de la cultura, del saber, del disfrute al que tienen derecho todos los seres humanos.
La caja de Pandora estalló, cuando un cantante latinoamericano, de fama extraordinaria, anunció que ofrecería un concierto de Paz en Cuba, la Isla bloqueada, asediada, amenazada por el imperio de Estados Unidos.
Contradictoriamente, la secretaria de Estado de ese Gobierno, ha visto con buenos ojos la presentación del cantante en la Plaza de la Revolución José Martí en La Habana, con el que se reunió recientemente en Washington.
La reacción de la mafia cubano-americana, inculta desde la raíz, no se hizo esperar y ha orquestado una campaña para desacreditar al artista, ante la insistencia de presentarse en Cuba.
No podía esperarse otra reacción de esos grupúsculos, que no representan el criterio de la inmensa mayoría de los inmigrantes de origen cubano y que están asentados en la ciudad de Miami.
Estos elementos están actuando como lo que son: mafiosos, terroristas e intolerantes. Acusan al Gobierno de Cuba de intolerancia y ellos mismos la practican. El tiempo ha demostrado que ante una situación que cataloguen de urgencia, están dispuestos a quemar banderas norteamericanas. No olvidar el caso Elián González, cuando mordieron la mano de quien les daba de comer.
Juanes, que no ha cometido pecado alguno, se siente amedrentado, amenazado y cuando esta gentuza amenaza, no se puede descartar la comisión de hechos violentos pues la larga lista de acciones terroristas contra Cuba, avala esa actitud, con un saldo de más de tres mil personas asesinadas.
Hay voces desde el mal llamado exilio, que se han escuchado apoyando el boicot a Juanes, pero de las palabras a los hechos no ha quedado margen pues ya discos del cantante han sido destruidos con martillos en la calle 8, número que en la cábala significa la muerte.
Las autoridades policiales de Miami han tenido que establecer protección a la familia de Juanes y este hecho pone al desnudo a los desalmados que se han adueñado de esa ciudad, convirtiéndola, aunque no lo digan, en la capital de la intolerancia.
Han llegado al delirio de expresar que están dispuestos a llegar hasta donde sea necesario para tratar de evitar el concierto programado para el 20 de septiembre en La Habana, y esa intención proclamada desde esa ciudad, habrá que tenerla en cuenta. Allí, en tiempos no muy lejanos, las bombas han cercenado las piernas y la vida de algunos que optaron por hablar otro lenguaje diferente al de la confrontación respecto a Cuba.
No han faltado en esta cruzada antiJuanes, los que le han solicitado expresiones durante el concierto, enfiladas contra la Revolución Cubana. Él ha dicho que será una velada apolítica donde el color blanco de la paz sea el que presida esa manifestación de amor que él desea compartir con artistas cubanos y de otras naciones.
Los enemigos de la cultura han atacado a Silvio Rodríguez, a Amaury Pérez y a Los Van Van, acusándolos de representar al Gobierno Cubano, cuando en realidad estarán allí en nombre de once millones de ciudadanos de esta Isla irreductible.
Yo no puedo asegurar que ese concierto se dará el 20 de septiembre. Aún falta tiempo para su organización y para la ratificación por parte de Juanes de presentarse en Cuba, pero se dé o no, ya hay un bando perdedor: el de los que odian y destruyen, esos son los recalcitrantes de Miami, quienes en su lucha contra la Revolución Cubana no se han anotado, en medio siglo ni un tanto a su favor. Ni siquiera utilizando el martillo de la ignominia.
Editado desde la ciudad de Bayamo, Cuba, por el periodista David Rodríguez Rodríguez.
Posicionamiento
Web
<a href="https://twitter.com/share" class="twitter-share-button" data-url="www.fidel-elcedro.blogspot.com" data-count="vertical" data-via="WILBERDAVID"
Seguidores
sábado, 22 de agosto de 2009
LAS DEMOCRACIAS POPULARES LATINOAMERICANAS EN LA MIRA DEL IMPERIO
José Martí, hombre revolucionario y excepcional dijo que el mundo se dividía en dos bandos: los que aman y construyen y los que odian y destruyen.
Cada hombre de este planeta tiene la posibilidad, única, de ubicarse en cualquiera de las dos posiciones. Sea para hacer el bien o para hacer el mal.
Cuando la América Latina y el Caribe se sacuden de siglos de explotación, de discriminación y de abuso, las fuerzas que representan el odio y la destrucción, no toleran los movimientos populares que han decidido fundar lo que el presidente ecuatoriano Rafael Correa llamó, con toda justeza, ¨¨época de cambios¨¨.
Es realmente una contradicción que desde los llamados centros mundiales de poder, lleguen voces ¨¨preocupadas¨¨ por el rumbo independentista que se observa en algunas naciones de lo que se ha considerado el patio trasero de Washington.
La Revolución Cubana, consolidada como proyecto social, se erigió en luz para las oscuras situaciones de los pueblos latinoamericanos, sojuzgados por las oligarquías nacionales, tan dadas a defender los intereses del Gobierno de Estados Unidos.
Un luminoso día de 1971, el pueblo de Chile eligió a Salvador Allende como presidente de ese país. Lo hizo a sabiendas de que Allende representaba a las fuerzas de izquierda de la nación austral.
Los chilenos fueron a las urnas conscientes del papel que tendría el presidente elegido en el afán de transformaciones sociales que necesitaban para mejorar la vida de todos.
Estados Unidos, que tanto habla de elecciones democráticas, del derecho de los pueblos a elegir a través de las urnas a sus gobernantes, se sintió incómodo con Allende en el poder y desde la misma asunción al cargo, preparó la manera de abortar al Gobierno de la Unidad Popular.
Para lograr sus objetivos no se detuvo ante nada. Abiertamente organizó actos criminales y los paros de los camioneros, sustentados por el empresariado de esa nación, temerosa de perder sus grandes riquezas.
Y el fascismo tomó las calles chilenas. El Presidente Allende murió defendiendo su puesto y sus ideas. Después llegarían las imágenes de la represión, de las torturas de los asesinatos, de las desapariciones, del exilio.
Esas mismas voces enmudecieron durante el período de dictaduras militares en este continente. Realmente las voces de esos gobiernos, ¨¨puros¨¨, ¨¨democráticos¨¨ y ¨¨defensores de los derechos humanos¨¨, jamás movieron un dedo para evitar las torturas, los asesinatos y las desapariciones de cientos de miles de jóvenes que desde la altura de sus pocos años se enfrentaban, casi desarmados, a los ejércitos represores.
Esta es una parte de la historia de Nuestra América, hoy esa historia se está escribiendo con luces nuevas, pero con las mismas ansias de independencia en procesos populares que han colocado a hombres como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega, al frente de sus pueblos.
Estos presidentes han sido elegidos democráticamente por sus pueblos en comicios donde la única promesa de ellos ha sido luchar por las reivindicaciones sociales de sus ciudadanos, por recuperar las riquezas nacionales, por mejorar la educación y la atención de salud.
Son estos los delitos que Washington quiere juzgarles, porque no están en línea con los principios que sustentan el capitalismo salvaje, el neoliberalismo arrasador y la entrega de los recursos naturales para que siga la danza del consumismo en Estados Unidos.
Si en 1973 la oreja peluda del fascismo cercenó el programa de Gobierno de la Unidad Popular, con la anuencia pública de Washington, existen hoy sobradas razones para sustentar que ese mismo fascismo prepara sus garras para emerger, desde las siete bases militares que instalará Estados Unidos en Colombia.
Los que sustentan la validez de ese proyecto, casi una realidad, saben que no está dirigido contra el narcotráfico o las FARC.
La presencia de estas bases fundamenta un programa dirigido a amedrentar, a atemorizar a los pueblos latinoamericanos con el ¨¨fantasma del comunismo¨¨, cuando en realidad las desgracias de los pobres de esta región del mundo no se debe a una ideología´¨invisible¨¨, sino a la cruda realidad que la impuesto el modelo económico dictado desde Washington.
Son bases militares norteamericanas para estrangular las ansias de independencia de los pueblos, para hacer prevalecer la injusticia sobre la justicia, para hacer prevalecer el odio y la destrucción.
Honduras, a la luz de los tiempos que corren, es el balón de ensayo del Imperio en el camino de alcanzar sus objetivos.
Cada hombre de este planeta tiene la posibilidad, única, de ubicarse en cualquiera de las dos posiciones. Sea para hacer el bien o para hacer el mal.
Cuando la América Latina y el Caribe se sacuden de siglos de explotación, de discriminación y de abuso, las fuerzas que representan el odio y la destrucción, no toleran los movimientos populares que han decidido fundar lo que el presidente ecuatoriano Rafael Correa llamó, con toda justeza, ¨¨época de cambios¨¨.
Es realmente una contradicción que desde los llamados centros mundiales de poder, lleguen voces ¨¨preocupadas¨¨ por el rumbo independentista que se observa en algunas naciones de lo que se ha considerado el patio trasero de Washington.
La Revolución Cubana, consolidada como proyecto social, se erigió en luz para las oscuras situaciones de los pueblos latinoamericanos, sojuzgados por las oligarquías nacionales, tan dadas a defender los intereses del Gobierno de Estados Unidos.
Un luminoso día de 1971, el pueblo de Chile eligió a Salvador Allende como presidente de ese país. Lo hizo a sabiendas de que Allende representaba a las fuerzas de izquierda de la nación austral.
Los chilenos fueron a las urnas conscientes del papel que tendría el presidente elegido en el afán de transformaciones sociales que necesitaban para mejorar la vida de todos.
Estados Unidos, que tanto habla de elecciones democráticas, del derecho de los pueblos a elegir a través de las urnas a sus gobernantes, se sintió incómodo con Allende en el poder y desde la misma asunción al cargo, preparó la manera de abortar al Gobierno de la Unidad Popular.
Para lograr sus objetivos no se detuvo ante nada. Abiertamente organizó actos criminales y los paros de los camioneros, sustentados por el empresariado de esa nación, temerosa de perder sus grandes riquezas.
Y el fascismo tomó las calles chilenas. El Presidente Allende murió defendiendo su puesto y sus ideas. Después llegarían las imágenes de la represión, de las torturas de los asesinatos, de las desapariciones, del exilio.
Esas mismas voces enmudecieron durante el período de dictaduras militares en este continente. Realmente las voces de esos gobiernos, ¨¨puros¨¨, ¨¨democráticos¨¨ y ¨¨defensores de los derechos humanos¨¨, jamás movieron un dedo para evitar las torturas, los asesinatos y las desapariciones de cientos de miles de jóvenes que desde la altura de sus pocos años se enfrentaban, casi desarmados, a los ejércitos represores.
Esta es una parte de la historia de Nuestra América, hoy esa historia se está escribiendo con luces nuevas, pero con las mismas ansias de independencia en procesos populares que han colocado a hombres como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega, al frente de sus pueblos.
Estos presidentes han sido elegidos democráticamente por sus pueblos en comicios donde la única promesa de ellos ha sido luchar por las reivindicaciones sociales de sus ciudadanos, por recuperar las riquezas nacionales, por mejorar la educación y la atención de salud.
Son estos los delitos que Washington quiere juzgarles, porque no están en línea con los principios que sustentan el capitalismo salvaje, el neoliberalismo arrasador y la entrega de los recursos naturales para que siga la danza del consumismo en Estados Unidos.
Si en 1973 la oreja peluda del fascismo cercenó el programa de Gobierno de la Unidad Popular, con la anuencia pública de Washington, existen hoy sobradas razones para sustentar que ese mismo fascismo prepara sus garras para emerger, desde las siete bases militares que instalará Estados Unidos en Colombia.
Los que sustentan la validez de ese proyecto, casi una realidad, saben que no está dirigido contra el narcotráfico o las FARC.
La presencia de estas bases fundamenta un programa dirigido a amedrentar, a atemorizar a los pueblos latinoamericanos con el ¨¨fantasma del comunismo¨¨, cuando en realidad las desgracias de los pobres de esta región del mundo no se debe a una ideología´¨invisible¨¨, sino a la cruda realidad que la impuesto el modelo económico dictado desde Washington.
Son bases militares norteamericanas para estrangular las ansias de independencia de los pueblos, para hacer prevalecer la injusticia sobre la justicia, para hacer prevalecer el odio y la destrucción.
Honduras, a la luz de los tiempos que corren, es el balón de ensayo del Imperio en el camino de alcanzar sus objetivos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)