Aun no he asimilado bien esa mala noticia. Preferiría que ha sido un sueño malo, pero la realidad es tan contundente que niega cualquier imaginación, entonces no me queda más remedio que aceptarla tal y como es.
Es probable que me quede en las manquedades al hablar de ese amigo que prefirió dejar sus huesos aquí en Bayamo, para acompañarnos desde bien cerca, vigilando nuestros pasos, para guiándonos en la oscuridad, y protegernos de las tempestades naturales y humanas.
Cuando aún era estudiante de preuniversitario ya se hablaba de sus dotes para el verso y la literatura y es que despunto desde aquel momento para seguir despuntando toda la vida y seguirá en esa línea aun después de su muerte.
Lo tengo muy presente desde que entro un día, felizmente a Radio Bayamo, emisora en la que desplego una intensa labor difundiendo lo mejor de la música cubana y lo más trascendente de la literatura en aquel programa Orbita, del que lamentablemente solo queda el recuerdo.
Su presencia en la radio revoluciono el cotidiano bregar y podía vérsele en los estudios lo mismo a las siete de la mañana que a las dos de la madrugada martirizando,, en el buen sentido de la palabra, a los realizadores de sonido especialmente al jubilado Zenen Labaut Pérez.
Era atípico en su concepción radial pues no entraba al estudio con el guion en la mano, todo lo que decía lo llevaba en su cabeza de buen pensador pues no expresaba nunca una palabra de mas, justamente lo que él quería para que llegara el mensaje a los oyentes.
Lo recuerdo defendiendo sus concepciones acerca del arte, blandiendo siempre la espada de la verdad, consecuente consigo mismo, trazando pautas, convenciendo, en lo que era sencillamente genial.
Un día que no deseo recordar me dijo que se alejaba de Radio Bayamo, nunca me dio las razones pero yo sabía que ante su monumental sagacidad e inteligencia, algunos trataron de levantarle un muro para la incomunicación, era demasiado grande para los burócratas de entonces.
Un hombre de su inmensidad pudo haber hecho una notabilísima labor en la radio de Bayamo, pero las incomprensiones, la ignorancia y la incultura de algunos decisores de entonces, lo obligaron a emigrar hacia la capital del país.
Qué bueno que no lo perdimos!!!
Qué bueno que no torció el camino!!!
Qué bueno que Bladimir Zamora Céspedes, nacido entre cañaverales de su Cauto del Paso, no renuncio a seguir acompañándonos desde esa trinchera de la cultura cubana que es el Caimán Barbudo!!
Yo no quiero imaginarlo entre los ángeles celestiales porque aunque partió hacia la eternidad, su voz, ronca a veces, susurrante otras, nos dice que sigue siendo muy terrenal, hacedor del bien y muy amigo de los que se empeñan en no dejar morir a la trova cubana.