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viernes, 31 de julio de 2009

DELIRIO CON TO' MEZCLAO EN EL DELIRIO HABANERO


Domingo 28 de junio. Eran las once de la noche y la habitación estaba oscura. Me disponía a dormir cuando el teléfono sonó. Una voz me dijo: quieres pasar un momento bueno en un sitio estelar de La Habana? A esta hora? dije yo con la mayor naturalidad del mundo. Mi respuesta tiene que haber taladrado el tímpano de Lyng Chang, porque su réplica lo expresó todo: Oye estas en La Habana y aqui la noche comienza ahora, coño!!.

No tuve más alternativa que vestirme, bajar al lobby del Costillar de Rocinante, la residencia del Instituto Internacional de Periodismo José Martí en la capital cubana. La espera duró algunos minutos hasta que hice una llamada al celular de mi anfitrión. Me esperaba en la esquina de G y 23. Llegué y me acomodé en la parte posterior al volante y salimos rumbo a ese emblemático sitio, ubicado en un no menos emblemático lugar de la historia cubana de los últimos cincuenta años.

Desembarcamos frente a la Plaza de la Revolución José Martí, justamente en el Teatro Nacional de Cuba, y ascendimos hacia su parte mas alta donde se divisa una hermosa imagen nocturna de la capital de todos los cubanos.

Ocupé una mesa donde estaba, como el patriarca de la canción que es, un hombre que tiene una de las voces más potentes y exquisitas de Cuba: Leo Vera. Allí me lo presentaron y en medio minuto ya hablábamos como amigos de muchos años. Y arrancó ese tren de la música que responde al nombre de TO'MEZCLAO. Son unos jóvenes muy traviesos que ponen a bailar hasta a una estatua. La música y las voces que los distinguen llevan el calor, el candor, la violencia y la ternura de lo que interpretan. Son músicas de todos lados y ellos las mezclan con ese sabor que solo pueden ofrecer los que se saben dueños del escenario.

El público parece haber recibido una alta cuota de entrega de estos muchachos tan sanos como un buen refresco de tamarindo. El desplazamiento por el escenario, los movimientos, los textos, las palabras que expresaron en el concierto, me dejaron ver el alma y los buenos sentimientos de estos músicos ataviados con la armadura del amor y de la sinceridad.

Alegría, humor, baile desenfrenado, calidad artística, humana, todo eso en unas tres horas donde el sudor se convirtió en oro, en ese oro alejado del metal, convertido en una manifestación cultural que rebasó cualquier cuota económica.

Para mí estar en el Delirio Habanero fue como una inyección de vida, muy cerca de los artistas de TO'MEZCLAO, que me hicieron olvidar la hora, la noche, la madrugada, dándome la felicidad de haber compartido con jóvenes artistas muy serios, pero extremadamente profesionales en el escenario y fuera de él.

Y volví a la habitación que me esperaba a oscuras.Miré hacia el sitio del teléfono y añoré recibir otra invitación para embriagarme con el delirio que un grupo musical me hizo vivir en una noche inolvidable entre dos figuras imprescindibles: Martí y el Ché.