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jueves, 12 de marzo de 2009

RUBÉN CASTILLO RAMOS

Uno de los más prestigiosos medios de la prensa cubana es la Revista Bohemia.

En esa publicación se paseó la musa convertida en prosa de uno de los periodistas más prestigiosos de Bayamo, quien aportó lo suyo en los difíciles tiempos de la seudo república, en medio de la represión y la censura de aquellos gobiernos que eran títeres de la embajada norteamericana en nuestro país.

Se adueñó de un género periodístico como el reportaje que exige de mucha información del profesional de la prensa, para ofrecer al lector las imágenes más descollantes de un hecho noticioso.

Realmente era un patriarca de la prensa, y su lento andar no muy distante de su manera de hablar, hacían de él una de esas columnas imperecederas de ese arte que es hacer, decir, explicar la noticia.

Vivía orgulloso de su trabajo y en la época anterior al Triunfo de la Revolución tuvo que sortear no pocos obstáculos para que su trabajo llegara a la redacción de la Revista Bohemia.

Era, además de periodista, un hombre ligado a las necesidades de los cubanos de aquella etapa de asesinatos y desapariciones por el solo hecho de ansiar y luchar por una patria libre.

Y ahí están, en las páginas ya amarilleadas por el paso del tiempo, sus grandes reportajes hechos con valentía y con la convicción de que era lo necesario en ese período oscuro de la historia cubana.

El sol de enero de mil 959 alegró su alma como la de millones de cubanos, y siguió desde entonces aportando lo suyo en lo que puede considerarse una cruzada por una información veraz para los cubanos.

Rubén Castillo Ramos, periodista de extraordinarias convicciones ético-morales, tiene un sitio bien ganado por su talento, por su valentía y por su amor por el pueblo cubano.

Él es simiente, tronco y rama, flor y fruto de una profesión que no se marchita, de una profesión, como la del periodista que es siempre amanecer para servir e informar a la ciudadanía.

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