Providencia, comunidad ubicada en la precordillera de la Sierra Maestra y a unos ochenta kilómetros de la ciudad de Bayamo, es hoy mucho más que ayer, no solo comparando a ese pedazo del municipio de Bartolomé Masó con la etapa de antes de mil 959, sino con el propio proceso revolucionario y por muchísimas razones mas.
La tranquilidad ciudadana allí es pródiga, la gente que reside en ese sitio de la montaña granmense, sabe lo que tiene y lo que ha avanzado, por eso defiende las conquistas alcanzadas y se proyecta hacia el futuro con seguridad y esperanza.
En Providencia hay una especie de contrapunteo entre la belleza de la naturaleza y la belleza de su gente, en el que al final el premio queda en un empate hermoso, pues si es atrayente el entorno con sus características topográficas, más atrayente resulta ese ser humano que suma acciones al medio ambiente.
Vista hermosa la que ofrece ese río que entrega no solo la necesaria agua para la vida, sino la posibilidad de irrigar los fértiles campos de cultivo del que se alimentan los pobladores de Providencia, que se empeñan además en el incremento de los mismos para beneficio de la sociedad en general.
Llegar a ese punto de la montaña y encontrarse con su gente en el circulo social, donde se realizan diversas actividades de recreación sana, es oxigenarse, es alimentarse, es, sencillamente, sumar salud.
En Providencia la alegría salta a la vista originada en los niños que caminan hacia las escuelas, en los ancianos que se sienten seguros, atendidos y estimados, en las mujeres que ocupan su puesto en beneficio de todos, y en los hombres que no escatiman esfuerzos para lograr los propósitos en diversas tareas.
Volver a Providencia es encontrar luces que iluminan el camino, volver a ese sitio reconforta el alma y sanea el espíritu, refuerza las convicciones y aumenta el sentido de pertenencia que nos permite amar mas el terruño, y lo que se ama, se defiende, lo que se ama se apuntala, no solo con las armas, también se defiende elevando la produccion en todos los sentidos.
Allí está Providencia, en aquel recodo de la carretera que conduce a la Comandancia de La Plata, como un bastión irreductible, donde el sol sale y se pone repartiendo su luz sin pedir nada a cambio.
Autor< David Rodriguez ---------
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