Bayamo se apresta para seguir recordando a uno de sus hijos dilectos que el próximo 18 de febrero a cumplir doscientos años de haber nacido en esta ciudad, a la que amó, luchó por ella y la prestigió.
El rio de nuestra Villa, el aire, las plantas que la distinguen, llevan la impronta de ese patricio que nos enseñó, junto a otros prestigiosos bayameses, el camino de la redención, la libertar y la independencia.
Perucho Figueredo, nacido el 18 de febrero de 1818, junto a lo que es hoy la Plaza del Himno Nacional, donde estrenó la letra de la canción patria, sigue cabalgando en su caballo y en el pentagrama musical cubano.
Allí, en ese sagrado lugar que veneramos hoy y siempre, dio al mundo una muestra de lo que significa para un ser humano luchar por una causa justa aun en medio de tormentosas dificultades.
Ciertamente constituyó una epopeya el inicio de nuestras luchas por la libertad camino escogido para alcanzar la independencia del poderío militar español que tenía sumido en la esclavitud a los cubanos.
Dentro de ese panorama Perucho Figueredo fue figura clave para elevar los aires libertarios desde aquel momento en que formó parte del Comité Revolucionario que aglutinó a importantes y poderosos hacendados.
Desde aquel instante fundacional comenzó a trabajar con ahínco para el levantamiento que protagonizaría Céspedes en La Demajagua y que sería apoyado por los demás insurgentes.
Bayamo era un hervidero, los conspiradores se reunían una y otra vez en medio de un hermetismo extraordinario para evitar que los colonizadores tuvieran noticias de las intenciones de los patriotas.
En una de aquellas reuniones le dieron a Perucho la misión de componer lo que se consideró entonces la Marsellesa Cubana, un himno con el cual defender el derecho de tener una patria libre y soberana.
A esa labor se dedicó Figueredo con mucha prontitud trabajando en la música de aquella música que desde su primera interpretación en la iglesia de Bayamo, suscitó las dudas de las autoridades españolas.
El Gobernador Udaeta mostró su inconformidad acerca de la explicación dada de que era una música religiosa, y tuvo razón el militar español pues cuando la ciudad cayó en manos de los patriotas escuchó aquellas notas.
Apresado por los insurgentes, Udaeta corroboró entonces que sin ser músico se pudo percatar de la intención bélica de la melodía concebida por el patriota bayamés.
Los bayameses, los cubanos tenemos bien justificado el hecho de homenajear a Perucho Figueredo en este año cuando se arriba al bicentenario de su natalicio en nuestra hermosa ciudad.
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