Marco Rubio y sus mentiras
¿Qué les parece? Los emigrantes de 1956, convertidos en refugiados o exiliados políticos por obra y gracia de la imaginación oportunista del nuevo Senador cubano americano.
Lázaro Fariñas*
Hay gente que miente hasta por gusto. Son los llamados mitómanos, que
viven en una mentira constante y que hacen de ella un modo de vivir.
Entre los políticos de EE.UU., el decir mentiras o el ocultar verdades
es casi un vicio. A cada rato cae alguno en sus propias mentiras.
Ocultan la verdad a la opinión pública, hasta que un sagaz reportero
se la descubre. Los escándalos van desde amantes ocultas, preferencias
sexuales distintas, hasta pasados tenebrosos, etc., etc. Necesitaría
varios comentarios para enumerar los políticos y/o hombres públicos
estadounidenses que recuerdo quienes, después de negar fervientemente
que el motivo del escándalo no era cierto, quedaron movidos en la foto
cuando se demostró la verdad. No es tampoco un fenómeno que solo se da
en este país. Sucede en todas partes. El problema es que aquí se dan
golpes de pecho, dando lecciones de moralidad a otros.
Desde
que Obama salió elegido presidente, un grupo de ultraderechistas que
se autoproclaman defensores fieles de la letra de la constitución,
empezaron a impugnar al Presidente Obama por su lugar de nacimiento,
acusándolo de no ser norteamericano. Poco a poco, este grupo de
racistas llevó a la Casa Blanca a tener que mostrar una partida de
nacimiento de Barack Obama en la que se demostraba que nació en Hawái,
era norteamericano de nacimiento y por lo tanto, era legal que fuera
presidente de EE.UU. No conozco ningún otro momento en la historia de
este país en el que un presidente haya sido presionado para que
demostrara que había nacido en territorio norteamericano. Qué
casualidad que eso haya ocurrido con el primer presidente negro.
¿Racismo? Claro que sí. Obama no había mentido sobre su pasado. Todos
los que votamos por él y los que no, sabíamos que su padre era
africano y su madre norteamericana y que había nacido en un estado de
la unión. Es más, durante su campaña electoral Obama contó con lujo de
detalles su origen y su pasado familiar. Pero eso no le bastó al grupo
de racistas que sin fundamento legal alguno insistía en que el
presidente legalmente no podía serlo.
Curiosamente,
hace unas semanas atrás ese mismo grupo de racistas le partió encima a
la estrellita naciente del Tea Party y de la ultraderecha cubano
americana, el senador Marco Rubio, alegando que este no sería
legalmente elegible para la presidencia del país en el futuro, ya que
sus padres no eran ciudadanos norteamericanos cuando él nació. Creo que
es la primera vez que se alega algo por el estilo. Se podría acusar a
esos racistas empedernidos de tratar de descalificar a Rubio por ser
de origen latino. A estos grupos nazistas no les importa la ideología
de la persona, lo que les interesa es su raza y su origen.
Hay
que defender el derecho del senador Rubio a llegar a la presidencia
del país, si es que el futuro se lo depara. Dios quiera que nunca
llegue a suceder, y que ese mismo Dios nos ampare, pero no porque sea
latino, sino porque defiende los intereses de los más poderosos de
este país, es aliado de los peores elementos de la ultraderecha
cubanoamericana, simpatizante del Tea Party en donde está la crema y
nata de la ultraderecha nacional, enemigo jurado de Cuba y además
mentiroso por naturaleza. Resulta que Mr. Rubio, en diferentes
ocasiones ha mentido sobre la llegada de sus padres a este país para
buscarse la simpatía de los que odian visceralmente al gobierno cubano.
Según el "Ilustre Senador" sus padres llegaron a la Florida después de
1959, huyendo del régimen comunista de Cuba, cuando la verdad es que
aún Fidel Castro no había salido de México para desembarcar en la isla
cuando ya los progenitores de Rubio habían aplicado por una visa de
inmigrante permanente en la embajada norteamericana en el Malecón
habanero. ¿Qué les parece? Los emigrantes de 1956, convertidos en
refugiados o exiliados políticos por obra y gracia de la imaginación
oportunista del nuevo Senador cubano americano. Los que llegamos a
Miami a principios de los sesenta sabemos que la mayoría de los
emigrados que aquí residían antes del 59 era por lo menos proclive a
que la revolución contra Batista triunfara. ¿Por qué pensar que los
padres del Senador no estuvieran contabilizados en estas estadísticas
como simpatizantes del triunfo revolucionario que dirigía Fidel Castro?
Bueno, el hecho de que fueran simpatizantes o no de un nuevo orden en
Cuba no le añade nada al debate, lo que sí lo hace son las mentiras del
Senador Rubio y así lo han hecho saber diferentes periódicos
nacionales en artículos que han publicado sobre el tema.
El Senador, que se las da de ser un hombre honesto, ha mentido
innecesariamente sobre su origen. ¿Por qué hay que darle el beneficio
de la duda, y creer que solo en eso ha mentido o mentirá en el futuro,
el flamante Senador cubano-americano de las Florida?
*Lázaro Fariñas periodista cubano residente en EE.UU.
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