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JEAN-GUY
ALLARD
El
principal testigo de la Fiscalía federal contra el cubano Gerardo
Hernández Nordelo era primer oficial de un crucero norteamericano
cuyos dueños contribuyeron nada menos que con 25 000 dólares para la
creación de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA),
organización cuyo comité paramilitar impulsó, organizó y financió
actividades terroristas contra Cuba.
Hernández, uno de los cinco antiterroristas arrestados por el FBI
mientras infiltraban grupos terroristas cubanoamericanos, fue
condenado a dos cadenas perpetuas más quince años de prisión en
relación con el derribo de dos avionetas de una organización
contrarrevolucionaria de Miami que sobrevolaban ilegalmente el
territorio cubano el 24 de febrero de 1996 a pesar de las
advertencias.
El noruego-estadounidense Bjorn Johansen, primer oficial del
barco Majesty of the Seas, propiedad de la Royal Caribbean Cruises,
tenía como segundo, cuando ocurrió el incidente aéreo, a Pedro G.
Whelpton que se presentó como miembro de la FNCA, organización
altamente hostil al Gobierno cubano, y de una llamada Comisión para
el Desarrollo Económico y la Reconstrucción de Cuba, conocida por
sus ataques contra la Isla.
Mientras Johansen sostuvo varios encuentros con el FBI con quien
aceptó colaborar, Whelpton nunca fue investigado en relación con sus
actividades políticas.
Estas informaciones están señaladas en un artículo del Havana
Reporter, semanario en inglés de Prensa Latina, que reportó en su
última edición cómo Fernando Morais, el autor de un libro sobre los
Cinco, Los Últimos Soldados de la Guerra Fría, publicado
recientemente en Brasil, comentó estos hechos durante el lanzamiento
de su obra, en el país sudamericano.
En una serie de artículos publicados por The New York Times en
1995, el presidente de la Fundación Nacional Cubano-Americana en ese
momento, José Francisco "Pepe" Hernández Calvo, incluye la Royal
Caribbean Cruises, entre las 40 empresas que contribuyeron con 25
000 dólares para crear su organización.
Se trata del mismo "Pepe" Hernández que se salvó oportunamente,
en 1997, de la saga del yate La Esperanza, interceptado en aguas de
Puerto Rico cuando iba a realizar un atentado contra el líder cubano
Fidel Castro en Isla Margarita, tras haber provisto un fusil Barret
de calibre 50 a su tripulación de asesinos.
Lo más absurdo del caso es que en mayo del 2001, en el medio de
los procedimientos, los propios representantes de la Fiscalía en el
juicio de los Cinco cubanos confesaron que las pruebas disponibles
contra Hernández en el "cargo 3" relativo a los aviones, no
permitían obtener su condena y solicitaron retirarlo.
La jueza Joan Lenard, deliberadamente hostil, se negó a recibir
la solicitud. La Fiscalía presentó entonces un recurso
extraordinario con este mismo propósito a la Corte de Apelación de
Atlanta que lo rechazó. El jurado, dirigido por un funcionario del
Estado, se orientó en contra del acusado, notablemente por creer en
el testimonio del marino noruego-estadounidense.
En el caso de Gerardo Hernández, la Fiscalía sostiene que los
aviones fueron derribados en aguas internacionales. Estados Unidos
se ha negado repetidamente a entregar los registros de observación
satelital por temor a confirmar la certeza de las afirmaciones de
las autoridades de la Isla.
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