Desde hace más de 50 años arremeten contra Cuba con todo lo que tienen en su talego de maldades con el propósito estratégico de liquidar el proceso revolucionario, y desde Miami llega el “nuevo” golpe en el reclamo de un grupito de siete médicos y un enfermero cubanos dispuestos a convertirse en millonarios de una vez por todas. No quieren perder tiempo en esa faena que, de tener éxito, los llevará al sueño de oro.
El cuento, en esta ocasión, viene aderezado de la siguiente manera: los desertores cubanos afirman que les obligaron a trabajar en Venezuela como “esclavos modernos” para que Cuba pague la deuda por el suministro de petróleo. Sobre esta espuria base han armado la alharaca y no se ha hecho esperar la campaña mediática iniciada en El Nuevo Herald de Miami y extendida de inmediato a la prensa opositora venezolana.
Demandan a Cuba y a la venezolana PDVSA, y se afilan los colmillos del interés sórdido.
Un total de 400 millones de dólares pide la pandilla, 50 millones para cada uno, y el abogado común que se embolsará no poca de esa plata si obtiene el visto bueno de una justicia totalmente politizada contra la Revolución, ha llamado a que se sumen a la demanda “todos los médicos que quieran”.
Por cierto, la suma que reclaman los malandros carentes de ética es casi idéntica a la del primer zarpazo norteamericano a la economía cubana, que data del 11 de enero de 1959, cuando todos los personeros de la dictadura batistiana, ladrones del tesoro público y represores, fueron recibidos en Estados Unidos y con ellos llegaron 424 millones de dólares de los recursos que en oro y dólares respaldaban el peso cubano, y fueron a parar a los bancos norteamericanos.
Oficialmente, el 8 de julio de 1963, el Departamento del Tesoro estadounidense bloqueó todos los activos del Estado cubano, de sus empresas y de cualquier nacional, bajo la llamada Regulaciones para el Control de los Activos Cubanos. Ese capital, al correr de décadas de agresión, se fue incrementando con los intereses y hasta con dineros, propiedades o acciones de terceros por sus vínculos con Cuba o con cubanos.
El negocio es rentable cuando se trata de calumniar y demonizar a Cuba, pues durante años cortes federales estadounidenses han estado repartiendo el dinero robado al Tesoro cubano con una congelación de las cuentas del país, entre ellas las de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba por el pago -no consumado- de servicios telefónicos (llamadas de larga distancia), amparados en el bloqueo económico y financiero a la Isla.
Las “compensaciones” a las supuestas víctimas del Estado cubano suman miles de millones de dólares, así que esas arcas que estos doctorzuelos quieren exprimir están casi exhaustas, desde que esa modalidad de robo tomó cuerpo en el fallo judicial de la Florida a favor de la demanda que hiciera el terrorista José Basulto y familiares de los pilotos de los llamados Hermanos al Rescate derribados -luego de advertencias claras del Gobierno cubano de que no permitiría la continuada violación del espacio aéreo de la Isla en 1996.
Aquel garrotazo con la anuencia del presidente William Clinton significó 1,2 millones de dólares extraídos de los fondos congelados, y como les resultara “poco”, en el año 2001 se le sumaron 96 millones de la cuenta en el Chase Manhattan de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba.
Buscaron como sombrilla para este proceder depredador, una legislación aprobada por ambas Cámaras del Congreso de EE.UU., la Ley de Protección a las Víctimas del Tráfico y la Violencia, que en uno de sus capítulos se refiere específicamente a la posibilidad de ejecutar los fondos congelados del Estado cubano.
En la máxima expresión del cinismo, comenzaron a financiar las acciones contra la Revolución y el pueblo cubano con los activos de esa piratería.
Los individuos envueltos en el caso que nos ocupa se han hecho cómplices de ese despojo, no solo han mentido sobre la Misión Médica cubana en Venezuela, también traicionaron la confianza y le han vuelto las espaldas al pueblo venezolano, y han intentado pisotear una labor humanitaria, de solidaridad y entrega que no solo lleva a cabo el personal de la salud en la República Bolivariana, sino que tiene expresión concreta, desde hace años, en 77 países que han visto la presencia de los galenos de la Isla, ya sea en medio de tragedias humanas provocadas por catástrofes o como asistencia regular producto de convenios de salud.
Junto a ese proceder depredador, las presiones, la intimidación, el acoso y el chantaje están en el manual de acciones para asfixiar a la Revolución, y el más vulgar de los robos de cerebro también se inserta en los intentos de rendir al pueblo cubano. Documentos secretos reglamentan, planifican y organizan para que individuos de esta calaña los ejecuten de una u otra forma.
Y no es una elucubración fantasiosa, unos están desclasificados, otros todavía forman parte del arsenal de guerra estadounidense contra la Isla, y todos siguen la línea establecida por el “Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro”, un engendro de la CIA aprobado el 17 de marzo de 1960 por el entonces presidente Dwight Eisenhower.
En agosto de 2006, el gobierno de George W. Bush, especialmente agresivo y desesperado frente a la firmeza cubana y su extendido accionar en beneficio de la humanidad mas pobre del planeta, puso en práctica el programa Cuban Medical Professional Parole, para alentar la deserción entre los profesionales de la salud, tanto en Cuba como prestando servicio en el exterior, y les ofertó vía rápida para entrar a Estados Unidos y tratamiento especial, garantizado por el Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU.
En una de sus Reflexiones, el Comandante Fidel Castro apuntaba que “entre 1959 y el 2004 se graduaron en Cuba 805 903 profesionales, incluyendo médicos. La injusta política de Estados Unidos contra nuestro país nos ha privado del 5,16 por ciento de los profesionales graduados por la Revolución”.
Estos ocho personajillos de alma canija, que ahora dan entrevistas y narran sus “vicisitudes” se han enrolado en el juego contrarrevolucionario imperial, porque responden a los contrahechos instintos de quienes no ven más allá de sus narices cuando de nobleza, amor y solidaridad se trata.
Y mientras El Universal y otros medios de la escualidez ya andan a la caza de “testimonios” sobre la “explotación” de los “pobres” doctores cubanos en Venezuela, cuando hasta ahorita arremetía contra “la cubanización”, el presidente Hugo Chávez acaba de asignar 914 millones de bolívares para el fortalecimiento de Barrio Adentro, las obras hospitalarias y la mejora de la infraestructura de salud, porque lo que importa no son los desvaríos y desvíos de los flojos, sino la fortaleza de una amistad solidaria y de una idea social que solo mira alcanzar la mayor suma de felicidad posible para el pueblo.
José Martí, el Héroe Nacional cubano, sentenció a estos canijos y señaló el camino a los 40 000 cooperantes cubanos en Venezuela: “El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber”.
Tomado de Cubadebate
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