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miércoles, 10 de febrero de 2016

EL PADRE EN EL OLEO

Autora: Mónica María Ramírez Aguilar

Las iglesias dan sensación de lugar tranquilo donde Dios, en cualquier momento, se encontrará con la persona que reza; son un espacio donde la luz tenue y los altares crean un clima agradable para meditar. Asimismo, se convierten, sobre todo las católicas, en sitio de manifestaciones artísticas pues los cantos durante las misas, las pinturas y esculturas que en ellas se observan, captan la atención de feligreses y visitantes.

Tales calificativos se manifiestan en la Parroquia Mayor San Salvador de Bayamo, una edificación construida en sus inicios de madera y techo de guano, y poco a poco levantada de concreto en más de una ocasión pues los terremotos que azotaron a la ciudad y el incendio de 1869, la afectaron.

Los sacerdotes, también son incluidos en ese arte que se respira de los templos, ellos y sus tonos de voz en las liturgias sirvieron para decorar el área. Ese es el caso del padre Diego José Baptista, quien fue párroco de la catedral San Salvador de Bayamo y por su apoyo a la causa de la independencia es protagonista de un mural dentro del recinto.

El óleo se ve en el arco formero de la nave principal, trata sobre la bendición de la bandera de La Demajagua o la bandera de Céspedes y la primera interpretación oficial del Himno de Bayamo. Según los autores Juan Quijano y Rafael Couso, el hecho representado tuvo lugar cerca del altar y luego todos salieron al atrio, donde por primera vez es interpretada la marcha de guerra.

Fue pintado en 1919 por el dominicano Julio Desangles, en el aparecen personalidades como: Perucho Figueredo, Carlos Manuel Céspedes, Francisco Vicente Aguilera y a la izquierda de esas tres figuras, el padre Diego José; seguido por sus ayudantes y con todos los instrumentos que permiten bendecir la enseña nacional; acompañado de un pueblo a pie y otro a caballo deseosos que llegue la hora de su lucha.


Tiene una dimensión de 8.5 m de ancho x 4.5 m de alto, es la única pintura de tema civil ubicada dentro de un templo católico cubano. Posee elementos procedentes de la escuela del pintor español Sorolla quien caracterizó su plástica por pinceladas empastadas, sueltas y ágiles, la ubicación del punto de vista de la composición en alto y el reflejo de la luz que trasmite movimiento a la obra.

Vestido con túnica color blanco y dorado se aprecia al padre Baptista dibujado quien parece contrastar y, al mismo tiempo, componer aquel suceso, convertido en un representante más de los ideales de libertad y justicia. Mirar desde los bancos del interior de la catedral da la impresión de que el momento se repite en trazos, formas y colores, la mente es capaz de memorizar los detalles, no importa si están borrosos y entre el Jesús en la cruz, el silencio y los altares, la iluminación invita a contemplar al sacerdote en el óleo.

Fuentes:
Quijano, J. y Couso, R. (2000). El templo de El Salvador.
Roldós, R. y Rodríguez, R. (1997). Testigo de las llamas. Capilla de Nuestra Señora de los Dolores. Diócesis de Santísimo Salvador de Bayamo- Manzanillo.
Paradiso, M. y Roldós, R. (2012). “Capilla Nuestra Señora de los Dolores entre historia y misterio”. Ed. Iedizione

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