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miércoles, 27 de julio de 2011

AL MARTIANO PROFUNDO, AL EVANGELIO VIVO

Infausto día el de hoy. Se nos fue uno de los horcones del buen hablar. Uno de los defensores a ultranza de nuestra cultura. Un sabedor de la música y del amor.
José Martí se convirtió en una de sus mas nobles obsesiones, diseminando su pensamiento para hacernos mejores personas. La tierra cubana recibe a quien seguirá siendo esa semilla viva, que germinará siempre que hagamos bien lo que nos corresponde, un concepto de cultura que debemos abrazar y difundir. Nos deja sus enseñanzas, su manera fabulosa de armar la polémica, la hermosa manera de hablarnos de los negros norteamericanos que lloraban sus desconsuelos a través de la música. Se lleva él, también, además de nuestro cariño, esos lamentos originados en Nueva Orleáns y que supo explicarnos con la ternura de un padre queriendo educar a sus hijos. Quiso llegar, azarosamente, a la aurora, la buscó, la encontró y se la lleva en sus dañadas pupilas, que resplandecen tanto como el astro en su justo cenit. Cuántos bayameses quedaban atónitos en el aula, escuchándolo hablar con pasión los senderos de la literatura, cuántos de nosotros nos emocionábamos con sus certeros comentarios deportivos? No se puede hablar en pasado de este juglar de todos los campos, hay que hacerlo en presente, como presente estará siempre en nuestro pensamiento. Podríamos regalarle en este instante supremo los más hermosos claveles, las más radiantes rosas, pero las más frescas mariposas dibujarían, certeramente, toda la humildad de su grandeza. Bayamo, que lo arropó como a un hijo, besa su frente con la ternura que merece Victor Montero Mendoza, quien desde hoy pasa a la posteridad con la luz de los grandes.

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