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domingo, 21 de febrero de 2010

CRAIG KELLY Y LOS 40 MERCENARIOS DE LA SINA


Según un despacho de Reuters, Estados Unidos respondió a la protesta emitida por Cuba en una declaración Oficial del MINREX, con las palabras de un diplomático estadounidense de alto rango quien dijo "que el encuentro con los disidentes era parte de la política de Estados Unidos de promover los derechos humanos en todo el mundo, no sólo en Cuba. El presidente Obama y la secretaria (de Estado, Hillary) Clinton han dejado claro que nuestra diplomacia -no sólo en esta región, sino en todo el mundo- no consiste sólo en conectar con los gobiernos, sino conectar con las sociedades", dijo.


La verdad que tanto Clinton como Obama, novatos ambos en los tejes y manejes de la gran política, deben tener una visión reducidísima de lo amplia y variada que es la sociedad cubana.

Según el "disidente" Elizardo Sánchez, en la fiestecita efectuada en la residencia del Jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana: "Estábamos como 40 de nosotros, un número crecido de representantes de la sociedad civil".

Por su parte, el mercenario Oscar Espinosa Chepe -quien también participó en el "party" con los funcionarios estadounidenses-, para inflar la representatividad de la sociedad civil cubana dijo que fue una reunión "discreta" en la que estuvieron presentes, además, miembros de la Iglesia Católica.

Entre los 40 de “nosotros” se encontraban algunos de los históricos de la "disidencia" en Cuba, cuyos lazos de subordinación y dependencia con el gobierno de Estados Unidos han sido públicamente más que probados. Entre los más conocidos se encuentran Martha Beatriz Roque, Vladimiro Roca, Félix Bonne, Oswaldo Payá y varias "Damas de Blanco", familiares de mercenarios presos por haber servido a Washington.

Todos, aunque agrupados en diferentes grupúsculos, que a veces no superan el trío de integrantes, en realidad pertenecen a un solo partido: el del anexionismo en Cuba; por lo que, más que miembros de la sociedad cubana, debían ser considerados por el gobierno que los financia y usa como empleados, como una parte insignificante de la sociedad estadounidense en la capital cubana.

Una prueba de los servicios que este tipo de personajes presta, desde hace años a las diferentes administraciones de turno, es poner en el oído de sus amos las palabras precisas que estos desean escuchar.

Según Elizardo Sanchez, conocido también como El Camaján, por sus coqueteos oportunistas con la seguridad cubana: "Hablé como media hora con Kelly...él fue muy discreto, pero aproveché para expresarle mi escepticismo sobre que el gobierno de Cuba responda (positivamente) a pasos o gestos de Obama", indicó Sánchez. "No veo al gobierno (cubano) dispuesto a trabajar para normalizar las relaciones".

Decir lo contrario, podría conducir a un mejoramiento de las relaciones entre Estados Unidos y la Isla, algo que no solo perjudica a los mercenarios quienes tendrían que ponerse a trabajar como lo hacen los millones de hombres y mujeres que integran la verdadera sociedad civil cubana, sino además a una crápula de senadores del gobierno estadounidense que, desde hace 50 años, se han enriquecido con los sustanciosos dividendos que proporciona una industria anticubana basada en mantener, para así poder justificar los millonarios fondos, una agresión permanente hacia Cuba.

A diferencia de otras ocasiones similares, los mercenarios aún no han hecho público las migajas con que el imperio recompensó, en esta última reunión, sus servicios.

Hasta ahora no se sabe nada de la variedad de platos que, esta vez, les ofreció a sus mercenarios la exquisita cocina de la SINA.
 
Autor M. H. Lagarde

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