Bill Van Auken
World Socialist Web Site
Desde el ataque suicida que acabó con la vida de 7 agentes de la CIA y un espía jordano, se ha producido una aparente campaña de represalias en Pakistán, y al menos 20 personas han muerto debido a ataques con misiles procedentes de aviones teledirigidos.
El más letal de los ataques de los aviones de la CIA tuvo lugar el miércoles en la región de Datta Khel en Waziristan del norte, cerca de la frontera con Afganistán.
Citando fuentes anónimas, la Associated Press informaba de que uno de los aviones no tripulado disparó dos misiles contra una vivienda, asesinando a siete personas. Y un poco más de una hora después, lanzó otro mientras los campesinos de la aldea estaban intentando rescatar a los supervivientes y sacar los cadáveres de los escombros. Este segundo ataque mató, como mínimo, a otras cinco personas. Algunos medios paquistaníes cifran el total de muertos de los dos ataques en 15.
La International News Network Web site, con sede en Islamabad, informaba de que los ataques aéreos desataron el pánico en la región. Existe un creciente miedo en Pakistán a que la respuesta al atentado suicida de la semana pasada en la base de operaciones de Chapman, situada en la provincia afgana de Khost junto a la frontera de Waziristan del norte, sea una campaña intensa y continuada con aviones teledirigidos que producirá un mayor número de víctimas.
Los ataques con este tipo de aviones Predator han provocado una cólera generalizada en Pakistán, por la pérdida de vidas y por la flagrante violación de la soberanía del país. Aunque altos funcionarios del gobierno han condenado de forma rutinaria estos ataques, resulta evidente que Islamabad ha permitido que la mayoría se lleven a cabo desde un aeródromo secreto situado en la provincia paquistaní de Baluchistán.
Los agentes de la CIA y los mercenarios muertos en la base de Afganistán eran los responsables de la elección de objetivos para los ataques teledirigidos.
El kamikaze que los mató, Humam Khalil Abu-Mulal al-Balawi, era un médico jordano, considerado por la agencia de espionaje estadounidense uno de sus principales “activos” en la guerra secreta en la frontera afgano-paquistaní.
Tras el bombardeo, altos responsables de los servicios de espionaje confirmaron que Balawi había atraído a la base a los agentes, incluido el segundo responsable de la CIA en Afganistán, con la promesa de darles información sobre Ayman al-Zahwari, médico egipcio considerado mayoritariamente como el líder actual de Al Qaeda.
El miércoles, el noticiario de la CBS informaba de que Balawi había facilitado a la CIA “informaciones útiles” que sirvieron para fijar los objetivos de los ataques con misiles. Habida cuenta de que Balawi trabajaba también para Al Qaeda mientras alegaba que se había infiltrado en su estructura, puede deducirse que la información que proporcionaba era falsa y que los misiles se dirigieron a lugares sin relación alguna ni con Al Qaeda ni con organizaciones armadas que se enfrentan a las fuerzas de ocupación de Estados Unidos en Afganistán.
La bomba en la Base Chapman supone un duro revés para la campaña de la CIA en Pakistán, y amenaza con debilitar la estrategia del gobierno Obama de intensificar la intervención militar estadounidense en la región.
El suceso ha planteado, asimismo, incómodas preguntas a la CIA.
A Balawi lo presentó a la CIA el servicio de espionaje jordano- la policía secreta del régimen monárquico, conocida como Mujabarat Y uno de sus agentes, Ali bin Zaid, resultó muerto en el atentado del 30 de diciembre. Supuestamente, Bin Zid era el “mentor” de Balawi.
A principios de 2009, el médico jordano fue arrestado por la mujabarat por haberse unido voluntariamente a una misión en Gaza tras la invasión ísraelí del territorio palestino. Se dice que se le reclutó para infiltrarse en Al Qaeda mientras estaba en la cárcel, y se le envió después a Pakistán.
El suceso ha concentrado la atención en la continuada y estrecha relación entre la CIA y la mujabarat jordana. El Washington Post citaba al ex agente de la CIA, Jamie Smith, quien afirmaba que la policía secreta jordana es “especialmente valorada por su habilidad tanto en los interrogatorios de los presos como en la incorporación de confidentes”.
Y en efecto, Jordania fue uno de los principales centros de “interrogatorios especiales”, en los que las personas secuestradas por la CIA en diversos países, detenidas sin acusación alguna eran enviadas a terceros países, donde se les interrogaba aplicando torturas.
Los grupos defensores de los derechos humanos han denunciado repetidamente la “maestría” de los mujabarat en las torturas habituales a los disidentes jordanos.
Tal como informaba el Post, las “especiales relaciones entre la CIA y la Muhabarat son tan estrechas que “el agente de enlace de la CIA en Ammán tiene acceso sin restricciones a la fortificada sede central de la Agencia General de Espionaje jordana (GID, en sus siglas inglesas.)
Estas informaciones desagradan profundamente al gobierno jordano, que intenta ocultar su papel de delegado de Washington, debido a la abrumadora oposición a las políticas estadounidenses existente en Jordania y todo Oriente Próximo.
En cuanto al papel de la CIA, la continuación y profundización de estas relaciones plantea la pregunta de si el gobierno Obama sigue aprovechándose de la “extraordinaria maestría” de la policía secreta jordana.
Otra de las consecuencias del atentado ha sido la identificación de dos de sus víctimas como empleados de Xe, conocida antes como Blackwater, la mayor proveedora de mercenarios para las guerras estadounidenses de Iraq y Afganistán, quienes, al parecer, fueron contratados por la CIA.
El director de la CIA, Leon Panetta, anunció el mes pasado que la Agencia había rescindido un contrato secreto con Blackwater-Xe, cuyos mercenarios cargaban los misiles y se encargaban del mantenimiento de los aviones no tripulados en Pakistán. Con anterioridad, Panetta había revelado al Congreso de Estados Unidos la existencia de un programa secreto de asesinatos a cargo de los mercenarios de Blackwater, que aseguró nunca había superado la fase de planificación.
Por lo ocurrido, parece que Blackwater sigue actuando en nombre de la CIA con otro contrato secreto no hecho público.
La empresa cambió su nombre de Blackwater a Xe para intentar deshacerse de su infame reputación, que incluye la matanza de 17 civiles iraquíes en Bagdad en septiembre de 2007.
Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre
Fuente: http://www.wsws.org/articles/2010/jan2010/cia1-j07.shtml
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